Opinión
Ver día anteriorSábado 15 de octubre de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Seguridad con tecnocracia
U

na de las más lamentables expresiones de la tecnocracia es creer que con la formulación de documentos sobre determinada materia ésta será abordada y solucionada eficazmente. Si esto fuera cierto, se podría decir que todo se resolvió desde que aparecieron los planes, programas, estrategias, objetivos, metas, acciones y demás, por allá del lopezportillismo con su Plan Global de Desarrollo que tronó a Ricardo García Sainz como secretario de Programación y Presupuesto para encumbrar a Miguel de la Madrid.

El final de dicho plan fue de éxtasis. Predecía que para el término de ese sexenio la economía del país sería equivalente a la española. Predicción seguramente apoyada en el boom petrolero del que disfrutó y derrochó esa administración que casi acabó con el país. Un gran equívoco es querer aplicarla a materias sociales tan complejas como la seguridad pública y así estamos viendo los resultados.

Peor aún, porque de haberse aplicado ese discernimiento a la inteligencia criminal, que hubiera sido un campo propio y no se hizo, quizá otras serían nuestras realidades. Una prueba de esta visión de un gobierno tecno/papel es el Programa para la Seguridad Nacional 2009-2012 del Cisen, documento del que sólo se imprimieron 150 ejemplares, como si esa materia se pudiera programar. Es interesante, ya que identifica como amenazas a la seguridad nacional a la delincuencia organizada, el narcotráfico, grupos armados, terrorismo y vulnerabilidad de las fronteras.

Se cumplió con el rigor de la ley que ordena planificar hasta lo imposible y curiosamente fueron muy atinados en el diagnóstico, lo sorprendente es que de tal juicio no pudieron concretar nada como respuesta. El programa abunda en florilegios jurídicos y reglamentarios para dar sustento a absurdas teorías en materia de decisiones, asesorías y consultas, planeación y análisis, vinculaciones, objetivos específicos y líneas de acción. En concreto nada que alejándose de esa presunción aterrizara en la realidad. Tecnocracia pura.

Lamentablemente no podría esperarse otra cosa cuando las instituciones, celosamente desarrolladas en otros días fueron desaparecidas, deformadas y hasta prostituidas por las administraciones de Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón. De sus restos se obtienen hoy los resultados más desconcertantes por su falta de objetividad y acción en los debidos niveles de responsabilidad.

Los órganos responsables de la materia en el plano nacional están volcados en problemas de carácter municipal o estatal, descuidando su espacio racional que es la complejidad del problema en su conjunto. Ante las gravísimas condiciones del momento, como lo que se está viendo en Veracruz y Guerrero, se podría justificar cualquier medida, pero eso no debe disimular que son resultado de no ser advertidas con la oportunidad y precisión que se hubiera demandado. Los árboles no les dejaron ver el bosque.

De estas confusiones y deformaciones puede ser evidencia la manera de conducir su nueva tarea el señor Alejandro Poiré. Él llega de la academia, cargos light en el Instituto Federal Electoral y en Gobernación. Su delgada visión del país se forma mientras fue vocero de un solo tema: el crimen. Llega al Cisen hundido y nutrido sólo por esa visión y no entiende los alcances políticos de ese organismo, lo gobierna como él lo siente, que es su equivocada concepción de la tarea. Gravísima confusión para el país, para el Cisen y para el propio señor Poiré.

A estas alturas del sexenio, ¡qué se podría decir! No queda más que esperar con dolor y paciencia a que este desastre acabe con la pobre esperanza de que haya un futuro razonablemente mejor.