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La estadunidense recibió el premio Donostia en San Sebastián por su trayectoria

Es un gran privilegio ser actor; es hacer creer a la gente en algo

Cruella de Vil, la marcó, pero en realidad no soy tan valiente como los personajes que he interpretado; soy muy tímida, comenta

Conectarse con el público es estar en lo más alto, expresa

 
Periódico La Jornada
Lunes 19 de septiembre de 2011, p. a16

San Sebastián, 18 de septiembre. Esta noche Glenn Close recibió el premio honorífico Donostia a toda su carrera de manos de Rodrigo García, quien la dirige en su reciente filme Albert Nobbs, que se presentó este domingo fuera de concurso en el Festival de San Sebastián.

Close (Connecticut, 1947) se mostró muy emocionada con el largo aplauso que le brindó el público cuando subió al escenario del centro Kursaal de San Sebastián, antes de recordar a todos aquellos con los que ha trabajado, desde sus directores hasta los encargados de decorados.

Pero por encima de todo llevo en mi corazón a todos mis compañeros actores, a los que quiero, afirmó Close en un breve discurso al recibir el premio, vestida con un sencillo traje marrón. Señaló: Es un gran privilegio ser actor; considero que nuestro trabajo es hacer creer a la gente, todo el mundo quiere creer en algo y, junto a ello, recordarle lo que significa ser humano, lo conectados que estamos, lo que necesitamos el amor.

Candidata en seis ocasiones al Óscar, la más reciente en 1989 por Las amistades peligrosas, Close concluyó: Muchas gracias por este gran honor y les prometo que seguiré tratando de encontrar historias, que espero que les gusten, y personajes con los que tengan cosas en común.

Muchas y muy distintas mujeres

Desde la fría abogada de Damages y la endiablada Cruella de Vil, pasando por mujeres temerarias como Axel Forrest en Atracción fatal o Isabelle de Merteuil en Dangerous Liaisons, Glenn Close ha dado vida a muchas y muy distintas mujeres.

Ahora en Albert Nobbs cambia radicalmente de registro para hacerse pasar por un hombre en la Irlanda del siglo XIX. En entrevista contó sus impresiones a un pequeño grupo de medios.

A la pregunta de cómo se prepara uno para meterse en la piel de una mujer invisible vestida de hombre, Close respondió: Así como es el personaje, un ser invisible en un trabajo (el de camarero de hotel) en el que se supone que debe serlo. Hubo mucha preparación sobre las tareas que desempeña Albert en el filme, pero lo más difícil fueron las expresiones tanto del rostro como de las mirada...

–Y, ¿uno se olvida un poco de sí mismo cuando interpreta a tantos personajes?

–¡No, ésa es mi fuerza! No me convierto en los personajes que interpreto, sino que éstos me ayudan mucho. ¡De lo contrario me volvería loca!

–Se ha metido en la piel de muchas mujeres, y muy distintas. ¿Qué la ha marcado de personajes como Cruella de Vil o la marquesa de Merteuil?

–¡Me ha marcado Cruella, por supuesto! No, en realidad no soy tan valiente como muchos de los personajes a los que he interpretado, como Isabelle de Merteuil... Soy muy tímida, así que tuve un entrenador para esos papeles. Me obliga a sentarme sola en una habitación con la luz apagada, pero sabiendo que de pronto se encenderán las luces y, entonces, tengo que impulsarme a mí misma y no tener miedo.

Foto
Glenn Close trabaja en el filme Albert Nobbs, que se presentó fuera de concurso en el festivalFoto Ap

–Ha hecho teatro, cine y televisión; ¿con qué se queda?

–Teatro, definitivamente. Tener al público enfrente es muy emocionante; esas noches en las que uno se conecta con el auditorio se está en lo más alto, es escalofriante.

–Albert Nobbs es su primera gran aventura en la producción, ¿qué le ha parecido?

–Bueno, he producido muchas cosas para televisión, pero éste es mi primer largometraje (...). La financiación fue muy difícil y al final, sí, invertí bastante dinero, una cantidad significativa, incluso vendí mi departamento en Nueva York para conseguir dinero. Y es que no entendía... Una escucha durante toda su carrera nunca inviertas dinero en películas, pero de pronto tengo esta película que me apasiona y, ¿cómo voy a pedirle a alguien que ponga su dinero si yo no pongo el mío? Cuando lo hice empezó a significar algo para mí y eso me gustó mucho.

–Parece que ha pasado a una de esas etapas de la vida en las que, aunque sigue en la línea de frente, se permite mayor relax...

–Es muy distinto, me gusta tanto ser actriz y compartirlo con la gente con la que trabajo, crear algo juntos... Para nosotros eso significa todo, ahí están la fuerza y las ideas (...). Luego está la parte de la alfombra roja, que era y sigue siendo lo más difícil, y para colmo ahora soy más mayor, y tener que preocuparme de qué vestido ponerme...

–Precisamente usted ha figurado en las listas de las peor vestidas...

–Bueno, sí. Tengo un personal shopper terrible. Una vez, en la segunda película de los dálmatas, teníamos el estreno en Nueva York y pensé: me visto de Cruella. Aquello fue... ¡Dios mío! Teníamos un guión en el que tenía que responder como Cruella, pero cuando entré allí y me vieron vestida de esa manera... ¡No sabían qué hacer conmigo! ¡Fue terrible! Me sentí como una idiota.

Nuevas generaciones

–¿Qué opina sobre las nuevas generaciones de actores en Hollywood?

–Me impresionaron mucho los dos jóvenes actores Mia Wasikovska y Aaron Johnson. Mia había trabajado con Rodrigo (García) en In Treatment, pero a Aaron no lo conocía. Ambos aceptaron, sabiendo que podían hacer otros proyectos con los que ganarían más dinero. Dijeron que querían hacer películas que les ayudaran a crecer como actores. Creo que hay actores que se toman muy en serio su trabajo y son muy conscientes de su talento.

–Pero Hollywood...

–El mensaje que uno recibe de Hollywood es terrible... ¡Quizá yo nunca habría empezado una carrera si tuviera que hacerlo ahora! (risas). Aunque yo empecé ya mayor.