17 de septiembre de 2011     Número 48

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Educación, formación y capacitación campesina:
la experiencia de ANEC


FOTO: Archivo / ANEC

Leticia López Zepeda

Después de más de 30 años de rigurosa aplicación de la política neoliberal, los efectos destructivos para la agricultura campesina se han agudizado y profundizado. La persistencia de la crisis alimentaria es alarmante. El alto precio de los alimentos y su volatilidad en los mercados, la especulación, la incertidumbre y la concentración del poder de los monopolios son una prueba de ello y ponen de manifiesto la gravosa pasividad de un Estado que se muestra débil y sin rumbo.

De igual manera, en nuestro país los modelos hegemónicos de organización campesina que han sobrevivido gracias a prácticas paternalistas y clientelares demuestran que están agotados y sin perspectiva al no ser capaces de dar respuesta a la crisis alimentaria y a las necesidades del sector rural. Estos modelos reproducen el autoritarismo y el caudillismo, la pasividad y la dependencia, el individualismo, un ambiente de corrupción y, por ende, la erosión de valores, en detrimento de estrategias organizadas, colectivas y solidarias.

En un contexto de desatención de la organización campesina y de sobrevaloración de los agentes privados como motores del desarrollo, no es de extrañar que las políticas públicas hayan minimizado casi por completo el tema de la educación rural. No sólo hay carencia de presupuesto, sino también de contenidos y propuesta, porque no hay interés en promover el desarrollo de capacidades de los campesinos y sus organizaciones, pues sencillamente su desarrollo no es compatible con los intereses de los agentes privados del mercado.

La organización campesina como sujeto-actor para enfrentar y superar la crisis, y como promotora del desarrollo rural, se abre paso frente al fracaso de las políticas neoliberales en lo productivo, social y ambiental. Esta situación representa una enorme oportunidad para organizaciones como la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (ANEC), con modelos alternativos, autónomos y autogestivos de organización local, regional y estatal que han demostrado el potencial productivo, social y ambiental y con propuestas innovadoras.

Como parte de una estrategia de supervivencia campesina, la ANEC se propone en su misión “representar los intereses de pequeños y medianos productores, principalmente de granos básicos, por medio del fomento a la organización autogestiva y la gobernabilidad campesina, así como del desarrollo de estrategias productivas, comerciales, financieras, de diversificación productiva, agregación de valor y de mejoramiento de la calidad de vida, y de la promoción de políticas públicas para la revalorización de la agricultura campesina, la soberanía alimentaria y la equidad. La organización campesina, para superar los problemas estructurales.”

Para este fin, el tema educativo está íntimamente relacionado con la historia y misión de la ANEC y sus estrategias y programas de trabajo. A contracorriente de la visión estatal, el derecho a la educación ha sido una de las propuestas y por ello, desde los orígenes de la Asociación, se han puesto en marcha planes de capacitación, asesoría y acompañamiento para el desarrollo de capacidades locales directivas, técnicas y gerenciales de sus asociados.

Sin embargo, los diversos problemas que hoy enfrentan las organizaciones en su capacidad para tomar decisiones democráticas y adecuadas, en el control de sus procesos productivos y en la sostenibilidad social y económica, plantean nuevos paradigmas de enfoque y contenido pedagógico. Los problemas de gobernabilidad han obligado a las organizaciones a revisar y replantear sus valores esenciales. Para ello se ha discutido por largo tiempo y en todos los niveles un Decálogo ANEC, en el que se expresan los valores que deben regir la vida de la organización, acompañado de un código de prácticas de buen gobierno.

“La mayor dificultad a superar se encuentra en la capacidad interna de la ANEC para el fortalecimiento de la gobernabilidad campesina con equidad a todos los niveles, el ejercicio interno de la transparencia y rendición de cuentas, el desarrollo de una nueva generación de dirigentes, gerentes y técnicos, el crecimiento con calidad de su membresía. En particular mujeres y jóvenes, así como el alineamiento de todas sus estrategias e iniciativas nacionales a la misión, modelo organizativo y plan quinquenal ANEC”, dice el Plan estratégico ANEC 2011-2015.

El desarrollo de capacidades locales de dirigentes, socios y socias en todos los ámbitos de interés de las organizaciones locales, y la formación de una nueva generación de dirigentes y técnicos que incluya mujeres y jóvenes comprometidos con los valores de la democracia, la solidaridad, la equidad de género y generacional, la transparencia y la rendición de cuentas, son hoy una prioridad. Asimismo se revisan los procedimientos y prácticas de ejercicio de la gobernabilidad en los diferentes órganos de gobierno.

Los planes educativos son sustanciales en la promoción de prácticas de una agricultura sostenible, diversificada y con agregación de valor, con una visión de desarrollo integral, incluyente, territorial y comunitario y en la construcción de relaciones de mercados locales y regionales alternativos.

Parte de este proceso es la formación de técnicos y asesores con un enfoque distinto al de la educación tradicional, que se basa en la “transferencia” de términos y técnicas de maestro a alumno. Incluso es necesario romper también con la relación que se establece entre el técnico (asesor) y los sujetos sociales, ya que observamos con frecuencia una concentración de poder por quien tiene la “posesión” del conocimiento y el resultado ha sido que los equipos técnicos y gerenciales son los que terminan tomando las decisiones.

Los equipos técnicos deben estar al servicio de la organización y ser gobernados por ésta, cumpliendo su papel de asesores, facilitadores y animadores que se incorporan a un proceso organizado de construcción de capacidades, y sus conocimientos deben estar al servicio de los sujetos-actores y de sus estrategias organizativas para lograr la autonomía y el poder de sus decisiones en forma colectiva, colegiada y democrática.

Para lograr pasar del sujeto adiestrado al ser pensante, crítico, dinámico y autogestivo capaz de transformar conscientemente su realidad, es necesario modificar las formas de enseñanza-aprendizaje. Es indispensable reconocer los conocimientos, habilidades y sistema de valores existentes en los actores sociales y, por medio de nuevas técnicas didácticas que combinen práctica y teoría, hacer del espacio organizativo un laboratorio de incursión a nuevos conocimientos donde el alumno es el centro, el actor y el sujeto del aprendizaje y el instructor como facilitador y acompañante comprometido. Se entiende que la reconstrucción del tejido social atraviesa por el acceso a la educación.

Coordinadora de Organización y Formación de la ANEC [email protected]


El discurso educativo mixe
un proyecto en construcción

Sonia Comboni Salinas y José Manuel Juárez Núñez

El sistema educativo nacional se mantiene inamovible en su misión homogeneizadora, occidentalizante y castellanizadora, desconociendo la estructura heterogénea del país y por lo tanto profundizando las contradicciones frente a las requisitos de construcción de una educación de calidad, culturalmente pertinente y adecuada a las necesidades que surgen desde territorios distintos en un horizonte de diversidad cultural, étnica y lingüísticamente diferentes.

En este panorama existen dos tipos de propuestas educativas: una que se basa en cómo las culturas entienden su mundo y su incorporación al ritmo de sus necesidades, y otra que se da por la vía de la imposición de una cultura ajena que promueve el Estado y violenta las formas de vida. Esta última domina el panorama educativo nacional por medio del cual se ha desplazado a los indígenas de sus proyectos de vida, con la imposición del pensamiento occidental que se asume como modelo único civilizatorio.

La escuela en el mundo mixe se visualiza como un espacio de disputas y tensiones por los sentidos y contenidos de su enseñanza frente a la vocación civilizatoria y castellanizante de la educación oficial que entra en contradicción con la percepción de una educación integral comunitaria para la vida bajo la pedagogía del aprender haciendo.

La construcción de este proyecto educativo se basa en la comprensión de la interculturalidad como el diálogo horizontal y equivalente entre culturas. No se trata de la imposición de ciertas concepciones y prácticas enmascaradas en la naturalización de una forma de ver y saber en el mundo. La interculturalidad se genera en una relación equivalente y horizontal, empezando por reconocer la condición cultural de igualdad de oportunidades frente a los otros, buscando la comprensión y el respeto de las diferencias en un proceso de mutuas construcciones de un espacio diferencial reorganizado y caracterizado por tensiones y acuerdos dialógicos en el tiempo.


FOTO: DieStimme

La interculturalidad es algo que se construye cada día por voluntad de las personas y de la sociedad entera.

En el campo de la educación, la interculturalidad debe construirse desde lo local, desde las perspectivas simbólicas y cognitivas de los propios pueblos, desde sus mundos de vida y cosmogonías. Lo que implica hacerse cargo de la pluralidad cultural y lingüística del país con el fin de aprovecharlas como recurso pedagógico.

No se ha aceptado aún por las políticas públicas, ni por los diversos niveles de gobierno, una educación para los indígenas que emerja de su historia y de sus formas de vida y cultura, a fin de resolver las asimetrías caracterizadas por la exclusión, la negación y la invisibilidad. No se ha reconocido aún que para los indígenas es estratégica la educación porque con ella apuntan a reconstruir retrospectivamente un pasado ajustado a las necesidades de un presente.

Para los mixes, el referente del potencial de todo individuo es un concepto poco desarrollado que se denomina Wejën Kajën. Se supone que la energía está dentro del ser, pero se requiere del impulso educativo para que esa fuerza se potencie y el individuo empiece a caminar solo. De ahí viene su importancia en la escuela mixe porque implica vivir, ser, hacer y aprender. Wejën significa despabilar, despertar; kajën quiere decir desenredar o desenvolver algo. La escuela, para los mixes, debiera servir de espacio de reflexión y de análisis sobre la vida en comunidad. Las partes que conforman este concepto son las prácticas que marcan la identidad de la persona en el ambiente comunitario, como son el trabajo organizado, el respeto a la madre tierra, y la interrelación social.

La idea de educación mixe integra el aprendizaje que el individuo adquiere en familia y comunidad y lo complementa con el proceso de formación escolar nacional. Juntando ambos, se busca una educación integral que contemple al individuo como sujeto y como miembro de la comunidad.

Para los mixes, el Wejen Kajën es un proceso complejo de las formas de vida que se construyen desde que el individuo nace, y están relacionadas con las dualidades fundantes y que atraviesan su cotidianidad y cosmogonía: tierra-vida (näxwiiny-jujkäjtën), trabajo-tequio (tunmujkën-amukkë tunk), humano-pueblo (käjp jää`y-äjtën), tres vertientes en las que se forma el individuo. En la reflexión en torno a su realidad emerge la estructura educativa del pueblo que da vida a una forma pedagógica.

Esta concepción de educación, según los mixes, se contrapone a la formación en la escuela oficial. En la cosmogonía mixe no existe la escuela institucionalizada porque el humano-pueblo se forma en la vida cotidiana dando soluciones inmediatas a los problemas complejos, favoreciendo el vivir la vida plena.

Dicen los mixes, “la educación que nosotros tenemos es la que enseña a nuestros hijos el deber del trabajo que beneficia a todos desde la más tierna edad”. En la propuesta mixe, la familia y la comunidad son el corazón del proceso educativo, ya que, por medio de la comunicación, la observación, las relaciones personales, el ejemplo y la participación activa, es que los individuos aprenden.

Los jóvenes indígenas aprenden haciendo; sus experiencias son extraídas de la realidad y de esa manera aprenden en la práctica. Aprender haciendo y aprender de la experiencia es el eje de la pedagogía mixe. Así cada una de las acciones se construye-reconstruye e incorpora por medio de la experiencia directa y de esa manera se asegura la continuidad del saber cultural y el apego al territorio así como la identidad compartida.

Para los mixes, aprender haciendo es un acto creativo y productivo, no contemplativo: asumirse como actores de un proceso social; tomar conciencia de que se es parte de una historia: de un territorio con ciertas particularidades propias, permite la transmisión, reconstrucción y reproducción de esa cultura, historia y cosmogonía.

Profesores investigadores de la UAM-Xochimilco, Departamento de Relaciones Sociales. [email protected], [email protected]

¿Qué queremos para el campo?

Sergio Cobo

Promotor en comunidades indígenas y sacerdote asistente de obras jesuitas en México

1.- La baja inversión en el campo, y el modelo rural neoliberal, más centrado en los monocultivos y en los agronegocios, han llevado al campo a una crisis, y estamos en el punto más difícil, donde no se sabe si hay retorno, por la depredación del medio ambiente, y de la economía campesina, que carece de apoyos. Y hay factores que está desprestigiando al trabajo campesino, como es el propio proyecto educativo. Eso preocupa, pues cuando la gente deja algo es difícil que lo vuelva a retomar. Nos estamos encaminando a una dependencia alimentaria. No creo que los principaels afectados, los grupos campesinos, se vayan a levantar, aunque hay condiciones objetivas para ello. Pero sí creo que nos encaminamos hacia una polarización cada vez más peligrosa: por un lado los grupos de poder económico, político y social, y por otro, grupos de “mayorías minoritarias”. Me explico: aunque la mayoría de familias campesinas están afectadas, en realidad es una minoría la que está buscando alternativas. Esto puede conducir al etnocidio o a una sumisión total al sistema que nos están imponiendo. La perspectiva es terrible.

2.- Quisiera que hubiera un cambio de mentalidad de los grupos que toman las decisiones políticas, de ver con otros ojos al campo, a los indígenas; que no los vean como flojos que no saben trabajar la tierra, cuando casi un millón al año migra a buscar trabajo en donde sea. Se requiere una política similar a la de Brasil donde se ve al campo de manera diferenciada. Tienen programas diversos: aunque hay proyectos neoliberales (con monocultivos, por ejemplo en el norte), también hay trabajo muy efectivo que fortalece a la economía campesina. Debe abandonarse ese juego absurdo del Procampo, de Oportunidades, que nada más mantienen un clientelismo y empobrecen a la gente. Se requieren inversiones de largo plazo que rescaten la economía campesina, que implica a muchas regiones de México, de América Latina, del sur, en general del mundo. Hay experiencias campesinas, sustentables, que demuestran que se puede producir mejor, más sano y más económico, pero, cito la Biblia: estos señores tienen ojos que no ven y tienen oídos y no oyen. Hay que apoyar a las organizaciones autogestivas, que cuidan el medio ambiente. El problema es que cuando empiezan a surgir, las hostigan, las quieren corromper con dádivas o las quieren cooptar grupos políticos.

3.- Acompañar en el sentido más pleno a los grupos campesinos e indígenas que están luchando por mantener y mejorar su economía. Hay muchos esfuerzos, muchos fracasos y avances. Como promotores comunitarios debemos estar con ellos, apoyar y revalorar su cosmovisión indígena que es ecológica, pues consideran sagrada a la madre tierra y respetan los recursos.

Fernando Celis Callejas

Asesor de la Coordinadora Nacional de Organizaciones Cafetaleras (CNOC)

1) Los precios agrícolas estuvieron deprimidos en 200-2005, después de eso ha habido una tendencia al alza, y los buenos precios hoy deberían aprovecharse en México para fomentar la producción de alimentos básicos y garantizar así que se tenga un abasto importante con producción nacional. El riesgo que hay es que, si se presenta una mayor recesión económica a escala mundial, ligada a especulación en los mercados financieros, habrá mucha incertidumbre en el comercio y los precios internacionales de materias primas alimentarias. El año próximo podríamos vivir esto, por eso hay que fortalecer la producción interna.

2) La población urbana y los que trabajan en la industria y los servicios han desvalorizado la producción campesina. La gente quiere productos baratos y eso ha sido aprovechado por la gran industria para vender comida chatarra. Eso es una gran tragedia para México y para cualquier país en una situación así y es una tragedia para los campesinos, cuya labor es un aporte muy importante. Esperaría que haya un regreso de la población mayoritaria, que hoy es urbana, a demandar y comprar más directamente los productos del campo, y que éstos sean cultivados en condiciones ecológicas, que sean sanos. Lograr esto depende mucho del trabajo que hagan los campesinos y las organizaciones para tener una oferta de estos productos. Pero también es necesario que el gobierno aplique una política amplia de no privilegiar la comida chatarra, por medio de mecanismos de etiquetación y fomento a la producción de pequeña y mediana escala. En particular para la cafi cultura, hay mucha especulación e incertidumbre. Estamos viviendo actualmente un segundo ciclo anual consecutivo de buenos precios, pero esto deriva en sobreproducción y luego desplome de los precios. Los productores quisieran más certidumbre en los precios que reciben y esto se lograría por medio de acuerdos de regulación con los demás países oferentes del tipo de café que vende México, de variedad arábiga. Con certeza, la producción podría aumentar, pero sobre todo deberíamos alentar el consumo interno. En una década deberíamos llegar a un consumo de 4.5 millones de sacos (de 60 kilos cada uno), en comparación con 2.2 millones actuales.

3) Debemos aprovechar las experiencias de las décadas recientes de organización campesina para dar un salto cualitativo y tener estrategias más adecuadas para fortalecer a las organizaciones, y promover una nueva cultura democrática y organizativa en el campo y que eso contribuya a una sociedad más democrática y más justa en el país.