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10 años del 11-S

Las 16 agencias de inteligencia producen 50 mil informes al año; imposible procesarlos

Tras los atentados todo es top secret; nadie sabe si funciona el abultado aparato de seguridad

Al amparo de esta política Guantánamo sigue en operación y crece la persecución de sospechosos

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En imagen de hace unos días, un elemento del equipo Hércules del departamento de policía de Nueva York en una estación del metro. Ayer el presidente Barack Obama ordenó a los jefes de los organismos antiterroristas intensificar la labor de inteligencia tras recibir informes sobre una amenaza creíble de ataqueFoto Reuters
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Bomberos y rescatistas en la zona del derrumbe de las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001Foto Xinhua
Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 9 de septiembre de 2011, p. 34

Nueva York, 8 de septiembre. Esta noche las policías de Nueva York y Washington fueron alertadas por el Departamento de Seguridad Interna sobre información de inteligencia aún no confirmada proveniente de las áreas tribales de Pakistán, de que podría haber intentos de detonación de coches y camiones bombas durante el aniversario del 11-S el domingo. Estas alertas ya forman parte del nuevo panorama se seguridad nacional del país, producto de un inmenso complejo top secret desarrollado durante los últimos 10 años que, según el Washington Post se ha vuelto tan grande, tan abultado y tan secreto que nadie sabe cuánto dinero cuesta, cuánta gente emplea, cuántos programas existen dentro o exactamente cuántas agencias hacen las mismas tareas.

Para dar una idea de la geografía secreta del gobierno, los reporteros de investigación del Washington Post Dana Priest y William Arkin –en una serie de reportajes el año pasado y ahora en su nuevo libro Top Secret America presentado esta semana–, documentan que desde el 11 de septiembre se han construido 33 complejos de oficinas para tareas de inteligencia top secret (ocupan un espacio equivalente a tres Pentágonos o 17 Capitolios), más de un cuarto de millón de contratistas trabajan en programas secretos, más de mil agencias federales han sido creadas para llevar a cabo políticas de seguridad, unas 860 mil personas tienen autorización para trabajar en asuntos top secret en el país (más de dos veces la población total de Washington), otras mil 900 empresas privadas trabajan al nivel top secret con el gobierno en asuntos antiterroristas y de inteligencia; y todo este trabajo a nivel de máximo secreto por parte de agencias federales y empresas privadas se realizan en 17 mil sitios del país.

La Agencia de Seguridad Nacional (NSA) está al centro de parte de este complejo, donde se dedica a intervenir las comunicaciones a escala mundial y genera más de mil millones de pedazos de información interceptada todos los días. Y el ejército de analistas que trabajan en las 16 agencias de inteligencia producen unos 50 mil informes cada año.

En su libro Priest y Arkin señalan que es imposible procesar toda la inteligencia y análisis que se genera, y menos coordinar un complejo secreto de estas dimensiones. “Uno de los secretos más graves de la America Top Secret es su preocupante disfunción… Diez años después de los atentados del 11-S, más proyectos secretos, más organizaciones secretas, más autoridades secretas, más toma de decisiones secretas, más listas de monitoreos y más bases de datos no son la respuesta a todo problema. De hecho, más, se ha convertido en demasiado”, advierten.

Todo esto empezó seis días después del 11 de septiembre, cuenta Priest al programa de televisión pública Frontline, cuando Bush autoriza una operación encubierta contra Al Qaeda que en esencia ordena la persecución de Osama Bin Laden, de su organización y simpatizantes y “eso pone en pie el programa de acción encubierta más grande desde el pico de la guerra fría”.

Y todo este complejo no ha cambiado en casi nada con la llegada de Barack Obama a la presidencia. Varios ex funcionarios del gobierno de Bush, expertos, abogados y críticos señalan que lo único de este gobierno secreto que cambió Obama son los centros de detención clandestinos y algunas de las técnicas de interrogación consideradas como tortura (no todas). Pero otros aspectos secretos de la guerra contra el terror impulsadas por Bush se han incrementado o han continuado: Guantánamo permanece abierto, siguen las misiones de asesinato de sospechosos de terrorismo en cualquier esquina del mundo, el uso de drones como nueva tecnología de guerra se ha intensificado, y cada vez más recursos van a los presupuestos de inteligencia.

La persecución de filtradores, sobre todo el caso de Bradley Manning, acusado de filtrar información clasificada del Pentágono y el Departamento de Estado a Wikileaks, preso en condiciones que algunos consideran crueles, siguen teniendo como justificación el imperio del secreto necesario para la seguridad nacional. Algunos se preocupan porque la próxima víctima podría ser Julian Assange, director de Wikileaks.

Donald Rumsfeld, ex secretario de Defensa de Bush, alabó a Obama por mantener las mismas políticas e incluso declaró que ha adoptado gran parte de la doctrina Bush. En entrevista con Fox News la semana pasada, ofreció como prueba de esto que Guantánamo sigue en operación, se han extendido las medidas de la Ley Patriota, los juicios militares de sospechosos de terrorismo y la detención indefinida de éstos. “Todas esas cosas fueron criticadas pero hoy siguen en su lugar… porque son la mejor alternativa; de hecho, son exitosas para mantener seguro a Estados Unidos”.

John Rizzo, veterano de 34 años de carrera en la CIA, comentó a Frontline que el gobierno entrante de Obama cambió virtualmente nada con respecto a los programas y operaciones de la CIA.

Philip Bennett, editor administrativo de Frontline, dice que desde el 11-S el panorama secreto de seguridad nacional ha cambiado más allá de lo pensado. Hasta sus mapas son clasificados. La gran nota a lo largo de la última década es que el equilibrio entre lo que se sabe y lo secreto se ha inclinado decisivamente hacia un lado. Hoy no sabemos la magnitud de lo que no sabemos.

Agrega: el gobierno crea más secretos de los que puede controlar. El gobierno de Obama, que había llegado con la promesa de crear el gobierno más abierto en la historia de Estados Unidos, en vez de eso, es el guardián de la caja negra más grande del mundo; mientras se convierte en el implementador más feroz de las leyes de secretos oficiales que cualquier gobierno anterior.

Vale recordar que Bush, el vicepresidente Cheney, y Rumsfeld advirtieron que gran parte de la nueva guerra sería realizada de manera clandestina, tanto dentro como fuera del país; Cheney empleó el término de que sería librada del lado oscuro. Y hoy las operaciones encubiertas siguen como el eje de las estrategias antiterroristas y contrainsurgentes del gobierno.

De hecho, en el ámbito militar, las fuerzas especiales se han ampliado a un nivel sin precedente y se han vuelto un ejército secreto dentro de las fuerzas armadas de Estados Unidos. El Comando Conjunto de Operaciones Especiales (JSOC, por sus siglas en inglés) ha asesinado a más integrantes de Al Qaeda que la CIA, ha encarcelado 10 veces más sospechosos de terrorismo que esa agencia en cárceles clandestinas bajo control exclusivo del comando. Fue una unidad de Seals de JSOC la que realizó la misión para asesinar a Bin Laden. Desde 2001, su tamaño se ha multiplicado por 10, informan Priest y Arkin en otro reportaje en el Post. Somos la materia oscura. Somos la fuerza que ordena al universo pero que nadie puede ver, dijo un Seal a los reporteros.

Hay otro ejército que forma parte de este complejo: los contratistas privados que operan junto a militares. Sus filas en Irak y Afganistán son de las mismas dimensiones que los uniformados, y participan empresas como Xe (antes Blackwater), DynCorp y más, muchos cumplen tareas militares o de inteligencia. Además, son una industria que ha experimentado un auge sin precedente desde el 11-S, lo que ha llevado a algunos a denunciar que ahora existe un complejo industrial de seguridad nacional.

Pero a pesar de este gigantesco gobierno secreto, nadie sabe si hay mayor seguridad o no, sólo que no se ha repetido un atentado como del 11-S en una década. Lee Hamilton, quien encabezó la comisión pos 11-S para recomendar reformas y respuestas, declaró a la agencia Reuters: eso podría ser por suerte, o por talento, no sabemos bien; pero con toda probabilidad, lo que hemos hecho, incluido establecer el Departamento de Seguridad Interna y la transformación en inteligencia y la FBI, seguramente ha ayudado.

Tal vez es un secreto si funciona o no.