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¿La Fiesta en Paz?

Cortar dos orejas en Madrid, más fácil que ser valorado en mi tierra, afirma El Saltillense

E

l viernes 26 de agosto el matador de toros en retiro Armando Rosales Gámez, mejor conocido como El Saltillense, sobre todo por su brillante trayectoria de casi cuatro décadas como fotógrafo taurino, fue distinguido en su ciudad natal con el reconocimiento Orgullo Saltillense, que el ayuntamiento otorga a ciudadanos destacados.

Una increíble novela es la vida de Armando, quien desde temprana edad salió de su casa con la ilusión de hacerse torero. Sin padrinos ni medios trabajó primero en un circo, después con un grupo de toreros bufos y por último participó en las terroríficas chonadas sureñas y en los novenarios jaliscienses, donde la única gloria es salir vivo tras torear ilidiables reses y la mejor retribución ser aplaudido por los achispados lugareños.

El 23 de noviembre de 1980, en la plaza Armillita de Saltillo, Armando Rosales El Saltillense, ya sin la visión de un ojo a causa de la cornada sufrida años atrás, triunfa clamorosamente luego de recibir la alternativa de manos de Jesús Solórzano hijo, y con Fermín Espinosa como testigo, al cortar cuatro orejas y un rabo, no a reses dóciles de entra y sal, sino a una corrida muy seria del hierro zacatecano de Torrecilla.

Sin embargo la truncada vocación torera de El Saltillense y su sensibilidad encontraron fecundo cauce en la fotografía taurina, hasta convertirlo en el mejor de América Latina y en uno de los mejores del mundo, destacando además su habilidad para hacer posar a los toros en el campo. Los conozco bien, sé hablarles y moverlos con la voz, puedo estarme horas hasta lograr que un animal me dé el ángulo que busco.

Inconforme con el alto nivel técnico y estético alcanzado en las imágenes taurinas convencionales, Armando incursionó entonces en campos de mayor creatividad, hasta dar con sus sugestivas fotoxidaciones, con el empleo de negativos, y sus oxidaciones, en que sólo se vale de soluciones químicas del laboratorio fotográfico, en afortunada vecindad con la pintura, para obtener inusitadas creaciones plásticas.

No me considero el mejor, pero sí el más original, afirma Rosales, y agrega: “El que triunfa aquí puede triunfar en cualquier parte del mundo; así de difícil es ser profeta en esta tierra. Equivale a cortar dos orejas en Madrid, ya que Saltillo es muy difícil para valorar y reconocer a los suyos. Hace 18 años monté en mi ciudad natal la última exposición fotográfica, mientras que en ese lapso he expuesto en infinidad de ciudades del país y del extranjero, incluidas Pamplona y Nimes, pero es evidente que en nuestro país prevalece un subdesarrollo cultural intencionado.

“Por ejemplo, no se puede entender, añade El Saltillense, que en el pretencioso pero fallido Museo de la Cultura Taurina de Saltillo hayan destinado cinco salas a la historia de la tauromaquia y a sus expresiones culturales, pero los responsables decidieran incluir sólo una foto mía. Más lamentable que el ninguneo de mi obra es que el acervo de imágenes con que cuenta dicho museo es de una gran pobreza, no obstante los millones de pesos que se destinaron para hacerlo y las posibilidades que existen para dotarlo de una iconografía de excelencia.

“He montado más de quinientas exposiciones, tanto en el Distrito Federal como en las principales ciudades de la República y algunas del extranjero. Tengo millones de disparos en blanco y negro y color, así como la satisfacción de haber sido fotógrafo de figuras del toreo a pie y a caballo, de haber obtenido innumerables premios y reconocimientos y que parte de mi obra ilustre libros, revistas y anuarios taurinos. Otra satisfacción enorme es que mi apodo se volvió mi nombre y es gentilicio que he sabido poner muy alto en todos lados, no obstante que en mi ciudad natal he pasado de noche.

“Sueño con ver editado por fin mi libro, titulado El Saltillense: tauromaquia, pues se trata de una esmerada selección de mis diferentes etapas como fotógrafo a lo largo de estos 38 años con escogidos textos de prestigiadas plumas. El viernes se me entregó ese reconocimiento, el sábado cumplí 63 años y el domingo 28, Día del Abuelo, nació mi nieta Natalia. Ello ha mitigado momentos muy difíciles en lo que a mi salud se refiere”, concluye el maestro Armando Rosales, y pone su correo [email protected] para los interesados en el mejor arte fotográfico taurino.