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Ánima, contra el fariseísmo que hay en el ámbito cultural mexicano”: Antonio Ortuño

Aquel que va por el camino de la creación también lo hace por uno de inmundicia

Con ironía y autoescarnio, expone los vicios que también existen en la comunidad intelectual

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Antonio Ortuño fue finalista del Premio Herralde de Novela 2007 por Recursos humanosFoto José Carlo González
 
Periódico La Jornada
Lunes 22 de agosto de 2011, p. a11

La historia de un par de directores cinematográficos, cuyo trabajo juntos logra fama internacional, pero que se odian mutuamente, y la de un tercer protagonista, pupilo de ambos, es el contexto de Ánima, novela más reciente del escritor Antonio Ortuño, quien hace una reflexión crítica sobre la comunidad cultural mexicana.

Ortuño –quien fue finalista del Premio Herralde de Novela en 2007 por su libro Recursos humanos, autor considerado en 2010 por la revista británica Granta como uno de los mejores narradores jóvenes de habla hispana que nacieron a partir de enero de 1975–, explicó en charla con La Jornada que en Ánima trata de exponer que todo aquel que transita por los caminos de la creación también lo hace por uno repleto de inmundicias; es decir, por grupos de interés, tráfico de influencias y autoridades culturales, que hay que padecer.

Todo ello, entre otras cuestiones, opera en el sector cultural mexicano, a la manera de virtudes públicas, vicios privados, añadió el autor. El asunto es exponer que la creación no sólo tiene que ver con el artista pensando en la posteridad porque sus contemporáneos no lo entienden, sino que también son tipos dándose de codazos por becas, financiamientos, viajecitos, pagando los tragos al crítico.

En Ánima, uno de los directores es una gran estrella del cine nacional; el otro, un cineasta que hila fracaso tras fracaso, y el más joven oscila entre el odio al exitoso y el pánico a que le ocurra lo que a su fracasado mentor.

La historia habla de cineastas, comentó Ortuño, pero bastaría alejarse un poco para darse cuenta de que igual podrían ser artistas plásticos o escritores... que podría ser una historia sobre cualquier ámbito cultural de México.

La idea, a final de cuentas, es quitar ese halo olímpico del que se envuelven los artistas, como si la creación la hicieran personas inmaculadas desde lo alto de una nube, cuando en realidad son tan leales o traicioneros como puede ser cualquier otra persona.

La literatura de Ortuño se distingue por su prosa incisiva e irreverente. Como lector devoto de Jorge Ibargüengoitia y Daniel Sada, en este caso, dice que a diferencia de sus anteriores novelas en las que emplea un lenguaje más elaborado, en Ánima la historia requirió de hacer uso de un lenguaje más popular y coloquial.

Dicha crítica, continúa el autor, no la hago desde el Olimpo; tiene mucho de autoescarnio escribir sobre esos temas.

Crítico de él mismo, Ortuño considera que la ironía que sólo sirve para cortar a los demás no sirve. “Si no te atacas a ti mismo con ella, en realidad es inútil, arrogante. La única forma de ser eficaz es ridiculizar a los demás, yendo tú mismo en el paquete.

Para mí fue importante burlarme de la joven promesa, personaje con el que algunos han querido relacionarme, comentó el autor.

Publicado por Mondadori, Ánima, continúa Antonio Ortuño, trata de ir contra de la idea de que los artistas son seres extraordinarios. Muchas de las personas más mezquinas que conozco son artistas.

De igual manera la novela “trata de ir contra del fariseísmo que existe en el ámbito cultural mexicano, de aquellos artistas que se envuelven en el manto de la bondad, pero que no dudan en aniquilar a colegas por lograr ser publicados o publicitados. De ese fariseísmo que implica hablar mal del autor que está publicado y el autor publicado hablar mal del que esta mejor editado y éste hablar mal de quien vende más. Parece que así estamos organizados.

A quienes nos dedicamos a la escritura y a la literatura, a veces nos falta mucho sentido del humor y, sobre todo, mucha autocrítica. concluyó Ortuño.