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En el cerebro se producen predictores que despiertan el gusto por el otro: experta de la UNAM

La atracción física tiene origen en nuestro interior cavernícola

Ellas se fijan en hombres altos, de espalda amplia y rostro simétrico, características de un buen proveedor; ellos, en la cadera, relacionada con la inteligencia: Georgina Montemayor

 
Periódico La Jornada
Miércoles 3 de agosto de 2011, p. 2

La atracción física entre las personas tiene parte de su origen en nuestro cavernícola interior, pues ese gusto está relacionado con un sistema cerebral heredado del llamado hombre de las cavernas, sostiene Georgina Montemayor, especialista del departamento de anatomía de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

La académica señala que dentro de ese sistema cerebral existen ciertos predictores de atractivo que hacen que las mujeres se fijen en hombres altos, de espalda amplia y rostro simétrico. Esto indica que es un buen proveedor (cazador) y que sus genes han sido exitosos ante enfermedades de la niñez, por lo que seguramente será buen padre.

En tanto, los varones se sienten atraídos en particular por las hembras de caderas anchas. El depósito de grasa en esa zona del cuerpo femenino contiene omega 6, ácido que permite un mayor desarrollo cerebral del producto, por lo que muestran mayor inteligencia y, en consecuencia, mayores posibilidades de supervivencia.

Los deseos y atracción por otras personas están relacionados con diversas sustancias químicas, como la testosterona, la oxitocina, la dopamina y la vasopresina.

La investigadora explica que por lo general los hombres se sienten mayor atracción por el punto cintura-cadera de las mujeres que por el cintura-pecho. En occidente casi siempre es así; la ciencia ha demostrado que esto tiene su explicación en la era de las cavernas.

Recordó que por siglos la belleza femenina ha estado relacionada con las curvas: “Hay que recordar las figuras de barro de las venus adiposas o las pinturas de renacentistas e impresionistas. ¿Cuándo se ha visto una flaca ahí?”

En tanto, las mujeres buscan a un hombre proveedor, que garantice la estabilidad en los primeros cuatro años de la cría. A nosotras nos llaman la atención los rasgos simétricos en el rostro y las mandíbulas marcadas, que indican altos niveles de testosterona y, por tanto, genes exitosos. Además nos gustan los hombres con figura dorsal de triángulo invertido y altos; eso también tiene que ver con la cavernícola que vive en nuestro cerebro, porque es el buen cazador.

Admás, esto tiene que ver, afirma, con la evolución del ser humano, que cuando se sostuvo en dos piernas se estrechó la cavidad de la pelvis en las mujeres, para el parto. Esto provocó partos prematuros. Cuando el niño nacía, aquellas mujeres bípedas, sin pelo, no podían colgarlo a su espalda para protegerlo. Entonces no necesitaban sólo un compañero sexual, sino un socio al que vieran como proveedor.

Planeación a largo plazo

Montemayor señala: Las mujeres tenemos una función en el cerebro, prácticamente sólo de nosotras: la planeación a largo plazo. Tomamos en los brazos a un bebé y ya vemos al doctor o al ingeniero. Nos gusta un hombre y ya pensamos si es bueno en la cama, si es buen padre o marido. Esto es una función cerebral.

Explica que existen tres programas en el cerebro humano que hacen que se relacione afectivamente con otros individuos, en especial en la búsqueda de la pareja: uno se encarga del deseo sexual, que en particular está ligado a la supervivencia y reproducción de la especie; otro influye en el apego, que es a largo plazo y gracias al cual se puede alcanzar el amor verdadero (éste también se puede sentir por amigos y parientes), y el del enamoramiento, que resulta fugaz, pasional y desaforado.

Montemayor señala que gracias a ese instinto de supervivencia, el ser humano desarrolló relaciones de apego para vivir en comunidad. Para permanecer en grupo se tienen que establecer lazos, y éstos se hacen gracias a la oxitocina (que se desarrolla en el cerebro). No nos podemos desprender de la herencia del mamífero, porque eso somos. La oxitocina nos da esa sensación de bienestar y calidez cuando estamos a lado de alguien a quien amamos. Se trata de una sustancia indispensable para la existencia de todos los mamíferos, porque nos ayuda a vivir en grupo.