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Economist Intelligence Unit

Europa Oriental

Desencanto de ex socialistas
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Halida Kadric posa en la puerta de un establo en la villa de Gladovici, cerca de la ciudad de Srebrenica, en Bosnia-Herzegovina, a principios del mes pasado. Este país balcánico –junto con otras naciones en transición– registra uno de los índices más bajos de apoyo a la democraciaFoto Reuters
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Periódico La Jornada
Martes 2 de agosto de 2011, p. 21

Una amplia encuesta realizada en Europa luego de la crisis económica de 2008-09 revela algunos hallazgos impactantes en las actitudes sociales y políticas en Europa oriental. Los descubrimientos subrayan la fragilidad de la región y exponen preocupantes diferencias interregionales en el apoyo a la democracia y los mercados.

El mes pasado, el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo y el Banco Mundial publicaron el estudio La vida en los países de transición: después de la crisis, encuesta realizada a finales de 2010 sobre las opiniones de las personas en torno a la economía de mercado, la democracia, la corrupción, el desempeño de los gobiernos y otros temas. Es la segunda encuesta de ese nombre; la primera se efectuó en 2006, en circunstancias dramáticamente diferentes en la región, que aún se recupera de los efectos de la crisis. Casi 39 mil personas fueron encuestadas en 34 países (incluidos todos los de transición, excepto Turkmenistán). Para poner las respuestas en contexto, también se cubrieron cinco países de Europa occidental (Francia, Alemania, Italia, Suecia y Reino Unido).

Impacto de la crisis

La crisis golpeó a las economías de transición de Europa oriental más duramente que a cualquier otra región de mercado emergente; el PIB real se contrajo 6% en 2009. La crisis tuvo impacto en los hogares por recortes o retrasos en el salario, pérdida de empleos y reducción de remesas. La encuesta descubrió que 42% de hogares en los 29 países de transición fueron afectados mucho o bastante por la crisis, mientras en Alemania, por ejemplo, sólo 15% respondieron en tal sentido. Un 70% de hogares afectados en países en transición tuvieron que reducir compras de alimentos importantes y reducir el gasto en atención a la salud, dos veces más que en Europa occidental. Los países más perjudicados fueron Bulgaria, Serbia, Hungría y Rumania.

Aunque el descenso general en los niveles de satisfacción entre 2006 y 2010 fue limitado en promedio, esos niveles ya eran bajos en 2006, mucho más que en Europa occidental. Son muchos más los insatisfechos que los satisfechos con su vida.

Los cambios en los niveles de vida se correlacionan con la gravedad del impacto de la crisis. No es sorpresa que la mayoría de los insatisfechos viven en los países donde la crisis ocasionó el mayor daño –en Letonia, Lituania, Rumania– y donde el descenso del PIB real en 2009 fue el más profundo. En sentido inverso, la satisfacción promedio se incrementó en países que tuvieron crecimiento, como Azerbaiyán y Polonia.

La satisfacción con la vida se refiere a experiencias reales: ingresos, estatus en el empleo, vida social y familiar, salud, grado de libertad política y seguridad personal. Aparte de la libertad política, la mayoría de estos factores han sido afectados negativamente por la experiencia de la transición, lo cual explica la relativamente baja satisfacción con la vida aun en pleno auge de 2006. Por tanto, los países más ricos de Europa central, como Eslovenia, Polonia, la República Checa y Eslovaquia, y los entonces florecientes estados bálticos, que se habían incorporado a la Unión Europea en 2004, tenían mejores calificaciones en satisfacción con la vida en 2006 que las naciones del Báltico, que eran mucho más pobres. Y si bien los niveles en este rubro también descendieron en estados europeos entre 2006 y 2010, siguen siendo mucho más altos. En contraste, en Letonia y Lituania, que han sufrido profundas y dolorosas recesiones, la satisfacción con la vida se ha desplomado.

Como siempre, los húngaros destacan entre los infelices. En 2006, sólo 10% de los encuestados en Hungría dijeron preferir el sistema actual al anterior a 1989 –sólo en Bosnia-Herzegovina y en Macedonia se registraron porcentajes inferiores– y los niveles de satisfacción con la vida fueron los menores de todos los países. En 2010, tras una crisis y un ajuste particularmente dolorosos, los húngaros están aún más insatisfechos, y sólo los rumanos se declaran más infelices. En Hungría el porcentaje de satisfacción cayó siete puntos porcentuales respecto del 18%, de por sí bajo, de 2006, y son los más jóvenes quienes reportan el mayor descenso. Sólo 7% del tercio más pobre de la población se dice satisfecho con su vida.

Cero vivas a la democracia

El hallazgo más impactante de la encuesta de 2010 es el descenso en el apoyo a la democracia y a los mercados en casi todos los miembros de la UE y en los Balcanes, respecto de los niveles de por sí modestos de 2006 (el informe pasa por encima estos hallazgos preocupantes y prefiere enfocarse en lo positivo). El apoyo a los mercados descendió en todos los estados de la UE en la región, excepto Bulgaria, a niveles muy bajos en Letonia, Hungría, Polonia, la República Checa, Lituania, Eslovaquia y Estonia. Asimismo, Rusia y países aspirantes a la UE, como Serbia, Croacia y Bosnia-Herzegovina, demuestran niveles muy bajos de apoyo al mercado.

Más sorprendente aún es el descenso en el apoyo a la democracia en estados más avanzados que son miembros de la UE, así como los del Báltico y los Balcanes. En 11 naciones en transición, un 50% de los encuestados o menos expresan preferencia por la democracia; el apoyo más bajo se da en Serbia, Letonia, Rusia, Lituania, Ucrania y Bosnia-Herzegovina. Los encuestados parecen culpar de la crisis al sistema de mercado; sin embargo, el apoyo a los mercados ya era muy bajo incluso en los años de bonanza, y mucho menor que en Europa occidental, según la encuesta de 2006. En el 20 aniversario del principio del proceso, la crisis económica parece haber reforzado una profunda desilusión con la experiencia y resultados de la transición del socialismo real al capitalismo.

En particular, la desilusión es con la experiencia de pertenecer a la UE o, como en los Balcanes occidentales, por la frustración de no poder entrar en ella. La gente ha perdido la confianza en la democracia porque ha perdido la confianza en la UE, afirma Srdjan Bogosavljevic, de la firma serbia de investigación de mercados Ipsos Mori.

Confianza y corrupción

La encuesta de 2010 contiene nuevas preguntas en temas como cambio climático, tolerancia a las minorías y calidad del servicio público. También cubre aspectos como gobernabilidad, corrupción y confianza, diferencias de género e integración social. Se reporta un aumento en las percepciones de corrupción, aunque también en el nivel de confianza, lo cual resulta desconcertante.

Según los autores del informe, el principal mensaje del sondeo es la notable resistencia de la región. Sin embargo, sus hallazgos pueden apoyar del mismo modo la percepción de que la región aún no deja atrás la secuela de la crisis. Los resultados sugieren que las raíces del nuevo orden aún son poco profundas. Si bien a la fecha no hay grandes rupturas o disturbios sociales, los niveles de apoyo a los mercados son frágiles y persisten patologías institucionales como la corrupción (que según el sondeo es mucho más alta que en Occidente y aún crece). Se detecta una actitud de apatía e indiferencia en la población, que sin duda no es una base sólida para el avance de la sociedad.

Fuente: EIU

Traducción de texto: Jorge Anaya