Opinión
Ver día anteriorMartes 26 de julio de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Andanzas

La danza en el Palacio de Bellas Artes

E

l regreso de la danza al Palacio de Bellas Artes con programas de lujo, discursos, bombo y platillos, reúne del 9 al 30 de julio grupos veteranos notables, incluyendo folclor y danza contemporánea, con su pincelada de audacia y novedad.

Se presentan el Ballet Folclórico de la Universidad de Colima, en un mano a mano con el Ballet Folclórico de la Universidad de Veracruz, el grupo Apoc Apoc, el Ballet Independiente, Askenti y Contempodanza, los días 9, 15, 19, 23, y 30 respectivamente, a las 20 horas.

Sin embargo, este aroma de gala con teatro lleno en la inauguración del ciclo nos hace pensar que, seguramente por tiempos y espacio, en esta temporada no están todos los que son, y no es errático pensar que habrá una nueva programación con el regreso a este foro de excelentes compañías mexicanas, como la de Tania Pérez Salas, Barro Rojo y otras tantas, de la mejor calidad, completando así un panorama diverso y plural.

Es evidente el valioso esfuerzo del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA), por medio de la Coordinación de Danza del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), por impulsar presentaciones, premios, mesas y oportunidades para la pléyade de bailarines mexicanos que en diversos aspectos han traspasado fronteras, obtenido premios y distinciones, lo cual nos hace imaginar que para todos hay lugar, sabiéndolos acomodar.

Se celebraron los 50 años de vida artística del maestro Rafael Zamarripa, creador y director del Ballet Folclórico de la Universidad de Colima, quien, modesto, recibió los aplausos del público.

La función comprendía un mano a mano de las dos compañías consideradas de las más importantes de danza folclórica del país, aunque ya sin la mano maestra del creador del Ballet Folclórico de la Universidad de Veracruz, q.e.p.d., mi queridísimo maestro Miguel Vélez Arceo, quien hizo grandes aportaciones a la cultura nacional y en especial al estado de Veracruz, una de las joyas de las credenciales artísticas de México en el extranjero con el toque único de la naturalidad, autenticidad y calidad artística.

Por su parte, el no menos querido y siempre bien ponderado maestro Zamarripa comenzó la presentación con su preciosa obra Perro de fuego, con la peculiar adaptación al lenguaje de la danza contemporánea del mundo prehispánico de Colima. Impregnada de todos los aspectos del gran talento del maestro, escultor, pintor, el diseño de vestuario, escenografía, música, coreografía, etcétera, la pieza muestra la antigua sociedad colimense. Chinacos, Jaraberos de Nochistlán y su famosísimo Jalisco, del cual es padre, redondearon una función perfecta, de impacto, por la disciplina de los bailarines, casi militar, de gran efecto en el público asistente.

Como se discutió en aquellas sesiones de los encuentros del maestro y coreógrafos de danza folclórica de las universidades del país, a principios de la década de 1980 en Oaxtepec, convocados por la Universidad Nacional Autónoma de México, Difusión Cultural y el entonces a mi cargo Departamento de Danza de dicha institución, y en los grandes y sucesivos festivales de danza folclórica universitaria del país, lo más difícil era la transposición de lo autóctono al escenario sin merma cultural, sintetizando con estudio, talento y disciplina la visión artística de lo genuino, lo natural y lo espléndido del fantástico vigor y colorido de la danza autóctona mexicana.

Se habló de la urgente necesidad de evitar en lo más posible la vorágine del espectáculo hollywoodense o Radio City Music Hall por los peligros que acarreaba; lo más importante era preservar danza, ritos y costumbres, para difundir en la juventud estudiosa y en general, los beneficios y la significación de la cultura universitaria por medio de la práctica y el rescate de la danza folclórica, en la más perfecta interpretación posible de nuestra herencia, fuente de inspiración inagotable. Actualmente el gusto por la perfección y la simetría nos lleva de nueva cuenta a placenteros remansos de la estética, aunque parece que siempre sí hace falta el brochazo espontáneo de la realidad cotidiana, en la que no siempre todo es feliz, bonito, ordenado y perfecto.

Vea danza en Bellas Artes; es importante.