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Juventud ¿global?
E

n el Día Mundial de la Población resaltan las declaraciones de Diego Palacios, del Fondo de Población de las Naciones Unidas, sobre la importancia que la juventud está tomando en términos demográficos: vivimos el momento con mayor número de jóvenes en la historia. Del total de 7 mil millones de habitantes que habrá en el orbe el próximo 31 de octubre, hay mil 800 millones de jóvenes, 87 por ciento de los cuales viven en países pobres, los llamados en vías de desarrollo por la ONU.

Teóricamente es una situación de ventaja económica, le llaman el bono demográfico, porque al tener a una mayoría en edad productiva, y una minoría de grupos dependientes, que serían los menores y los de mayor edad, el crecimiento económico de un país tiene una ventana de oportunidad única. Sin embargo, pocos países del mundo han sabido prepararse y aprovechar esa situación, como es el caso de Brasil y China, que han invertido en formar capital humano, ampliar oportunidades educativas, fortalecer profesiones específicas y mecanismos de acoplamiento del mercado de trabajo. Esos países empiezan a mostrar logros en sus tendencias económicas.

El lado sombrío del tema es que no todos los países se han preparado para esa situación, a pesar de que estaba proyectada desde hace muchos años. En México, donde actualmente hay 20.1 millones de jóvenes entre 15 y 24 años, y continuarán siendo mayoría por otros 10 o 15 años, la situación de desempleo, subempleo y falta acceso a la educación superior es grave. Llaman la atención las precisiones realizadas por René Martín Zenteno, actual subsecretario de Población, Migración y Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación, al señalar que a mayor nivel educativo mayor tasa de desempleo, por la razón de que quienes estudian más pertenecen a familias que pueden costear el desempleo, en tanto que las clases con menor nivel educativo están trabajando en el sector informal o subempleo, es decir, con horarios largos, ingresos muy bajos, sin prestaciones sociales. Como sabemos, una buena parte de estos jóvenes se va a Estados Unidos a buscar trabajo, y la nueva noticia es que ahora, en los últimos cinco años, se van menos y también están regresando muchos de los que se habían ido al otro lado. Si antes se iban como 350 mil cada año, es decir, mil cada día, hoy se habla de 100 mil a 200 mil por año. Como también señaló el doctor Zenteno, esta situación se explica por el endurecimiento de la seguridad en la frontera, las menores oportunidades económicas en Estados Unidos y también porque algunos no regresan voluntariamente sino que son repatriados. También se señala el mayor acceso a la educación universitaria, aunque sabemos que sólo una quinta parte de jóvenes mexicanos llega a este nivel educativo.

Son muchos los retos que se enfrentan y las políticas públicas se siguen quedando cortas. Entre quienes regresan hay familias enteras, con hijos nacidos en Estados Unidos, que hablan mejor inglés que español y que enfrentan un sistema educativo poco flexible para valorar sus aprendizajes previos y quieren forzarlos a los programas que la SEP exige, desconociendo la globalidad de la educación y el movimiento de las juventudes del mundo. No se han desarrollado programas especiales de apoyo como los que existen en países que reciben constantemente estudiantes con currícula escolar muy distinta y hablando diferentes idiomas; el país del norte en ese rubro es ejemplar.

Otra situación solamente mencionada por Alejandro Blancas, de Elige, AC, es que los jóvenes son las principales víctimas de la violencia y del crimen organizado, 60 por ciento de los 50 mil asesinados en México son menores de 35 años. Ya nada más falta que estos niños y jóvenes que regresan de Estados Unidos no encuentren mejor opción que la de involucrarse en el negocio del narco. Sería catastrófico.

Definitivamente, ha faltado voluntad política para enfrentar estos retos tan estructurales. Los gobernadores y candidatos que tanto invierten en los medios y en promesas vacías, más valdría que estuvieran desarrollando soluciones viables y creativas para la juventud y el futuro del país.

En vez de campañas electorales bien podrían aprovecharse los recursos y medios electrónicos para ofrecer información, formación y capacitación profesional. Hoy existe suficiente tecnología electrónica e instrumentos pedagógicos de educación virtual y a distancia que no se desarrollan a plenitud; la SEP cuenta con una red satelital, que tiene un potencial increíble, subutilizada, y hasta los medios comerciales tendrían que comprometerse como respuesta a la concesión del Estado. Llama la atención que según el censo de 2010, 29.4 por ciento de los hogares cuentan con computadora fija y 21.3 por ciento con servicio de Internet, cuyos usuarios son en su mayoría menores de 24 años; en las áreas rurales solamente cuentan 6.8 y 2.5 por ciento respectivamente con esos servicios, aunque 93 por ciento de los hogares ya cuenta con televisor.

Yo esperaría que un secretario de Educación en vez de dedicarse a celebrar el bicentenario y a las campañas electorales, se ocupara en invertir en programas de formación y capacitación, y en comprometer a los dueños de los medios de comunicación para aprovechar el bono demográfico y sacar del rezago a nuestra juventud. Considero que el insumo de los demógrafos mexicanos ha sido clave desde hace muchos años para desarrollar diagnósticos muy precisos. Es una lástima que sus aportaciones no se escuchen a la hora de definir las políticas públicas de alto impacto.