Cultura
Ver día anteriorMartes 21 de junio de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Realizan maratónica lectura de obras del cronista en el Museo del Estanquillo

Lectores de todas las generaciones abrevaron en el pensamiento de Monsi

Extrañamos su voz inteligente, algo tan necesario en nuestra cultura, dijo Sandra Lorenzano

En el Metro se transmitieron fragmentos de una charla que dio el escritor en la Nueva Vallejo

Foto
Participantes en el acto efectuado en memoria de Carlos Monsiváis, ayer, en el Museo del Estanquillo, en el Centro HistóricoFoto María Luisa Severiano
Foto
Las cenizan de Carlos Monsiváis están contenidas en esta urna, elaborada por Francisco Toledo, que se encuentra en el Museo del EstanquilloFoto Yazmín Ortega Cortés
 
Periódico La Jornada
Martes 21 de junio de 2011, p. 5

Cuando uno lee ya no está solo. Leer es dialogar y cuando se dialoga la soledad se declara abolida. Con esta reflexión de Carlos Monsiváis en la mente de los asistentes se inició la maratónica lectura en el Museo del Estaquillo como una muestra del pensamiento vivo y profundo respeto, admiración y cariño que los lectores de todas las edades y generaciones tienen al cronista.

Con el título Cada quien su Monsi y con un lleno completo de la terraza del Museo del Estanquillo, que alberga la colección de más de 15 mil piezas del autor de Días de guardar, arrancó este lunes a mediodía la lectura de fragmentos de algunas de las crónicas y ensayos escritos por Monsiváis, así como el deseo de compartir algunas anécdotas que una u otro de los asistentes vivió con Monsi, de quien el 19 de junio se conmemoró su primer aniversario luctuoso.

Recordar a Monsiváis fue evocarlo como aquel escritor con el don de la ubicuidad que lo situaría como el cronista del México contemporáneo.

Célebre fue el cariño que Monsiváis tenía por los gatos; por ello antes de iniciar la lectura se enlistó algunos de los nombres que Monsiváis puso a sus felinos, como: Monja beligerante, Rosa Luxembugo, Ansia de militancia, Evasión, Fetiche de peluche, Fray Gatolomé de las Bardas, Chocorrol, Miau Zetong, Miss Oginia, Miss Antropía, Mito genial, Caso Omiso, Peligro para México y Copelas o maúllas, entre otros nombres.

Defensor de la cultura popular

En otro momento, en Cada quien su Monsi, la escritora Sandra Lorenzano recuperó el interés que tenía el autor por la cultura y en particular por la cultura popular.

“Por primera vez en nuestro país dejamos de considerar a la cultura como la ‘alta’ cultura y nos dimos cuenta gracias a Monsiváis de que las artesanías, los boleros, los chavos banda, los feligreses yendo a la Basílica de Guadalupe el 12 de diciembre, el cine, las telenovelas, etcétera, también son cultura.”

Ese es uno de los aportes claves de Monsiváis, destacó Lorenzano, quien eligió un fragmento de Amor perdido y compartió la anécdota de cuando un grupo de amigas, hace dos años, para celebrar su cumpleaños, le llevaron serenata con mariachis.

Lo extrañamos mucho, extrañamos su voz inteligente, que es algo que necesitamos tanto en nuestra cultura sobre la realidad nacional, dijo la escritora.

Como parte del homenaje, en el contexto del Programa Salas de Lectura, Laura Emilia Pacheco, titular de la Dirección de Publicaciones del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, informó que de manera paralela a la maratónica lectura, en la Sala de Lectura Carlos Monsiváis (Poniente 126, colonia Nueva Vallejo) se llevó a cabo el acto de entrega de libros donados por Hugo Gutiérrez Vega a ese espacio, donde el autor de Escenas de pudor y liviandad ofreció una charla seis meses antes de su fallecimiento en torno a la beneficios de la lectura.

Asimismo como parte del reconocimiento, dijo Pacheco, en la red del Sistema de Transporte Colectivo Metro se transmitieron fragmentos de la charla que Monsiváis ofreció en la colonia Nueva Vallejo.

Los que no pudieron asistir al Museo del Estanquillo los interesados pudieron seguir la lectura en vivo, gracias a la trasmisión que realizó el programa de rock Reactor 105 (105.7 FM), espacio con el que Monsiváis hubiera estado encantado, dijo Moisés Rosas.

Al filo de las 14 horas, un joven de nombre Emmanuel resumió el sentir de los asistentes. “No existe un fin del mundo definitivo, sino acaso un circunstancial devenir de pequeños Apocalipsticks, mundanos y vulgares; quienes te hicieron suyo frente a tu despojo físico reclamaron para sí tu tutela y orfandad, lo que da lugar no a erigir un mito cuyas suculencias estén conformadas en un epitafio, sino la convocatoria perenne de mantenerte entre nosotros leyéndote, vivo, vigente y contestatario a tu manera.

Ahora continúas en el mejor de los paraísos posibles, hablándonos, escuchándonos desde las entrañas del Estanquillo, epicentro, cubil, refugio de tus amadas colecciones. No venimos a recordarte, sino a visitarte como a un amigo entrañable que sigue siendo a la salud de por mi madre, bohemios.