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El registro de inventos, un viacrucis
 
Periódico La Jornada
Lunes 20 de junio de 2011, p. 3

En el laberinto que significa obtener una patente, hay quienes lograron su objetivo a fuerza de constancia y buena asesoría, pero otros no llegaron a la meta o incluso fueron timados.

Cuando un grupo de investigación desarrolla un proyecto novedoso y con potencial para ser explotado en el mercado, es importantísimo patentar, porque corres el riesgo de que te vuelen la idea, señala Erika Sohn, del Instituto de Astronomía de la UNAM.

Sohn forma parte del equipo de científicos –junto con Elfego Ruiz, Luis Salas y Esteban Luna– que desarrolló el proyecto HYDRa, herramienta de alta calidad para pulir espejos de telescopios, la cual ya obtuvo patentes en Estados Unidos, México, Japón y China, y está en trámites en la Unión Europea y Corea.

Recuerda que hace unos años una compañía inglesa manifestó interés por la HYDRa. Andaban gandallones; estuvimos varios años en contacto, pero nos querían sacar toda la información y, cuando preguntamos qué nos ofrecían, dejaron de hablar: no daban nada.

Una nueva oportunidad se dio hace dos años: científicos de la Universidad de Hawai invitaron a los mexicanos a colaborar en el pulido de un espejo para un gran telescopio que se instalará en aquel estado. Como prueba, tuvieron que limpiar un espejo de un empresario canadiense. La calidad fue tal, que el inversionista se interesó y están en trámites de transferirle la tecnología. Hubiera sido sensacional que nuestro desarrollo se quedara en el país, pero al empresariado mexicano todavía no le interesa apostar por la ciencia.

El ingeniero bioquímico Dimas Jiménez Mendoza, del Instituto Politécnico Nacional, se ha valido de tres elementos indispensables para obtener cuatro patentes mexicanas y cuatro internacionales, sin contar otras cinco que están en trámite: Paciencia para desarrollar investigaciones, buen ojo para saber a qué organismos pedir apoyo económico y, sobre todo, mucha tenacidad.

Una de las claves para ser exitoso en la concreción de nuevos desarrollos tecnológicos, dice, es ser constante para no abandonar las investigaciones y, sobre todo para obtener después las patentes “a como dé lugar. Esto es una escuela de tenacidad, donde debes tener un alto concepto del sacrificio para obtener a tus hijas”.

Gustavo Tomé, ingeniero físico de 34 años, se planteó crear una empresa que no hiciera lo mismo que hacen las demás y decidió apostar por la investigación; desarrolló procesos de producción para energía solar fotovoltaica: Al invertir en energías renovables impactas en la sustentabilidad ecológica, aportas opciones para que el país ya no dependa exclusivamente del petróleo, y se resuelve el problema social, pues aún hay 4 millones de mexicanos sin energía eléctrica.

Tomé se dio cuenta de que su empresa, Solartec, sólo iba a crecer si innovaba en los procesos de producción de las celdas solares a fin de reducir los costos, para lo cual creó un centro de investigación en el que actualmente trabajan cuatro científicos –aunque el objetivo es llegar a 12– en 27 procesos de investigación.

El corazón de la compañía es investigación y desarrollo; ésa es la diferencia entre Solartec y el resto de lo que existe en el mercado. Hoy tenemos una tecnología desarrollada por nosotros y hemos solicitado la patente internacional; además, tenemos otras dos en proceso.

Gracias a sus procesos de producción, hoy Solartec produce los paneles solares para grandes consorcios como Walmart o HSBC. Y lo principal, señala su fundador, está en la búsqueda de doctores talentosos que puedan unirse o colaborar en los proyectos. Nosotros estamos dispuestos a patrocinar investigaciones.

En contraste, un ejemplo de la forma abusiva en que algunas empresas pueden adueñarse de las innovaciones tecnológicas desarrolladas en universidades es el de Claudia Soto Peredo, académica de la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Xochimilco.

La especialista dio a conocer hace más de 10 años un estudio en animales sobre la silimarina, planta con gran capacidad de regeneración hepática, que podría servir para tratar los dos tipos de diabetes en seres humanos, si bien todavía hacen faltas pruebas clínicas suficientes.

En 2004 ganó el premio de investigación del laboratorio Roche, y ese mismo año solicitó la patente de su descubrimiento en la Unión Europea, después de haber tramitado la nacional en 2002.

Sin embargo, luego de que algunas revistas especializadas publicaron reportajes sobre su investigación, Soto comenzó a recibir mensajes intimidatorios de un hombre que le advirtió que ella no se haría millonaria; en septiembre de 2008 este sujeto lanzó un medicamento con el nombre comercial de Chardon de Marie, sin aval de la especialista.

Ningún laboratorio serio se quiso meter en problemas, pero él consiguió un socio capitalista, sacó el producto e incluso se puso a recomendar dosis. Lo vendía de forma clandestina, como si fuera droga, señaló.

Aunque hace unos meses la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios trató de retirar al Chardon de Marie del mercado, el producto sigue disponible a través de Internet. Los estudios me tomaron más de 15 años, y simplemente el tipo los plagió, hizo lo que quiso y se volvió millonario, lamentó la científica, quien no reveló el nombre de la persona por temor a represalias.

La entidad pública mexicana que más patentes solicita y genera es el Instituto Mexicano del Petróleo (IMP), donde los investigadores están acostumbrados a proteger sus avances científicos y tecnológicos, asevera Raúl Cruz Marqués, ejecutivo de gestión de propiedad intelectual de esta dependencia.

Desde su creación, en 1965, y hasta hasta mayo de 2011 el IMP ha tramitado mil 124 documentos de patentes tanto en el IMPI como en el extranjero. De ese total le han sido otorgadas 788.