Mario Delgado, secretario de Educación del GDF

Los jóvenes han vuelto a alzar
la voz para rechazar su exclusión


Jesús Martín del Campo, Raúl Álvarez Garín, Mario Delgado y Marcelo Ebrard, durante la inauguración de la escultura y la develación de la placa conmemorativa del 40 aniversario de la masacre contra estudiantes a manos de soldados, policías y grupos paramilitares, el 10 de junio de 1971. La escultura es obra del artista Sebastián y fue colocada en la esquina de la calzada México-Tacuba y avenida de Los Maestros el viernes pasado FOTO: Carlos Cisneros

Extracto del discurso del secretario de Educación del Distrito Federal,
Mario Delgado Carrillo, durante la conmemoración del 40 aniversario
del 10 de junio de 1971, en la Plaza Normal.

Este aniversario se da en un contexto muy significativo. Hoy, en varias regiones del mundo, los jóvenes han vuelto a tomar la palabra, a alzar la voz para rechazar su exclusión. No somos antisistema, el sistema es antinosotros, han dicho. Condenan la falta de salud, empleo y oportunidades, así como la grosera concentración de la riqueza al grito de “esto no es una crisis coyuntural, es una estafa permanente”.

El “ganamos la calle” del 71, como hicieron muchos de ustedes, y también el 68, vuelve a escucharse como una advertencia sobre el agotamiento del sistema dominante.

Nuestros estudiantes, nuestros jóvenes del 68 y de los 70 nos advertían también del agotamiento de un sistema autoritario que ahogaba libertades y derechos que manipulaban la justicia a conveniencia y que mantenían los rezagos de una escandalosa desigualdad social. Ése era el sistema que los jóvenes cuestionaban al exigir un México democrático, de libertades, de justicia y oportunidades.

La respuesta del régimen priísta fue la represión, con el vergonzoso saldo de cientos de valerosos estudiantes muertos. Por eso es imprescindible recuperar la historia, para no olvidar el costo que pagamos por la sordera y la insensibilidad del poder, por el empecinamiento de cerrar el paso a la participación juvenil.

Los jóvenes ahora son los desempleados, los mal pagados, los subcontratados, las víctimas de las drogas, del alcoholismo, de la obesidad; los excluidos de las tecnologías de información, de la seguridad social, del conocimiento y de la cultura.

Son también, hay que decirlo, las principales víctimas de la violencia. Mientras agotamos la energía de nuestro país, en un combate al narcotráfico de inciertos resultados, estamos perdiendo el futuro para la generación de jóvenes más numerosa de toda la historia de la nación. Los jóvenes no son un peligro, son ellos los que están en peligro.

En 14 años de gobiernos perredistas en la ciudad de México se han respetado los derechos ciudadanos y las garantías individuales. Aquí vieron ya frutos las demandas de libertad y democracia que enarbolaron los jóvenes del 68 y del 71.

En esta ciudad es una realidad el derecho de todos sus habitantes a tener cualquier preferencia política, religiosa, ideológica y sexual.

Si los movimientos juveniles de hace 40 años resultaron decisivos para quebrar el autoritarismo y abrir el cauce democrático y el crecimiento de libertades y derechos en esta ciudad, un movimiento juvenil pasa hoy por dar respuesta objetiva al ejercicio de los derechos sociales. La defensa de la dignidad, entendida como uno de los derechos humanos fundamentales, demanda de un compromiso inequívoco y profundo de quienes hemos salido a defenderla.

Frente a la ceguera política y tecnocrática de gobiernos priístas y panistas de mantener el modelo económico que acrecienta los niveles de desigualdad, de concentración de la riqueza y de falta de oportunidades, el gobierno de la ciudad seguirá encontrando medios para invertir en la gente.

Hemos asumido que es inaceptable que los jóvenes en edad de estudiar no puedan ir a la escuela. ¿Cómo hacer que el gobierno federal reconozca la falta de acceso a la educación como un acelerador de las actividades ilícitas y la exclusión social? ¿Cómo hacerle entender que la educación no resuelve todo, pero sin ella no se resuelve nada?

El gobierno que encabeza el licenciado Marcelo Ebrard concibe la educación como un bien público y social. Del reconocimiento de un principio de equidad surge el programa Prepa Sí, que beca a miles de estudiantes de bachillerato y les da insumos para sus estudios.

El programa Prepa Sí ha despertado en muchos becarios el interés por seguir estudios de nivel superior, en contraste con gobiernos que se rigen por políticas y dogmas de neoliberalismo salvaje, donde se vuelven irrelevantes el derecho a la educación, a la cultura y el acceso a instrumentaos de la ciencia y tecnología.

Por estas razones queremos insistir en la propuesta del licenciado Marcelo Ebrard, de elaborar junto con los grupos parlamentarios del PRD, PT y Convergencia, y quienes se quieran sumar en las cámaras de Diputados y de Senadores, para que el programa Prepa Sí se convierta en ley y los beneficios de éste se apliquen por norma en todo el país.

No podemos estar conformes ni aceptar la disyuntiva lamentable y poco ética que se plantea a muchos jóvenes, a partir de la crisis de seguridad, de incorporarse a las filas del crimen organizado o a las Fuerzas Armadas y policiacas, cuando esta última debería ser una opción en parte de una grande gama de posibilidades que incluya muchos otros campos, como las humanidades y las ciencias, en las que los jóvenes tengan la última palabra.

Conmemorar es hacer memoria juntos, la estamos haciendo, no olvidar que no se ha hecho justicia y prevalece la impunidad. El 40 aniversario del 10 de junio es un acto de reclamo de justicia y de reafirmación de los valores que entonces se convirtieron en exigencia y en protesta.

Nos sentimos plenamente identificados con la poderosa energía de protesta y búsqueda que inspiró a muchos de ustedes hace cuatro décadas y que impulsa a los jóvenes de hoy. Otra vez la juventud emociona y conmociona.

Hace 40 años el gobierno de esta ciudad y la Presidencia de la República persiguió a los jóvenes y en estas calles asesinó a muchos. Hoy, el gobierno de izquierda en la ciudad los beca y contribuye a rescatar su futuro.

Halcones nunca más. 10 de junio no se olvida”.