Opinión
Ver día anteriorLunes 23 de mayo de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Medio Oriente de nuevo
L

a reciente propuesta del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, deja sin efecto lo conseguido mediante la Guerra de los Seis Días, de 1967, por los soldados israelíes, y muy especialmente por los héroes de esa guerra, que fueron los jóvenes aviadores judíos, a quienes se les atribuyó gran parte del triunfo de Israel, que fue total, sin duda alguna, sobre los ejércitos de los vecinos, pero muy especialmente por lo que se refiere al ejército y la fuerza aérea de Egipto.

La victoria fue aplastante verdaderamente, pues a los soldados de ese milenario país, con una historia tan rica y con tantas bellezas en sus museos, a pesar del saqueo de Napoleón, en la Guerra de los Seis Días, para Egipto en realidad fueron solamente tres, pues los sorprendieron en fiesta y acabaron materialmente con ellos en pocas horas.

La información que la inteligencia israelí proporcionó a la comandancia de sus ejércitos fue completamente certera, al grado de que, por ejemplo, a la fuerza aérea egipcia le tenían totalmente ubicados los aviones falsos hechos de cartón y de madera (dummy) con la ingenua idea de que desde el aire parecerían verdaderos, y se encontraron con que ninguno de estos tuvo siquiera algún impacto de balas, y sólo en cambio los aviones reales, que no tuvieron tiempo siquiera de levantar el vuelo. Los hicieron pedazos en los aeropuertos, sobre las áreas de taxeo y descanso, y no alcanzaron a levantarse de allí para contratacar a la ofensiva de Israel y neutralizarla aunque hubiera sido un poco.

Por cierto, quien comandaba la fuerza aérea egipcia era el entonces capitán Hosni Mubarak, quien desde entonces hasta su reciente derrocamiento de la presidencia de la república continuó siendo considerado héroe, no se sabe a ciencia cierta en mérito de qué acciones militares. Los que sí presentaron más lucha y mayor organización fueron los sirios, al norte de Israel, en las alturas del Golán, desde donde se disfruta, por cierto, de un paisaje precioso, del mar de Kineret, abajo, al sur de Siria, desde donde ya está muy cerca la capital del país, Damasco, la que nunca fue tomada, aunque en Israel se decía que no llegaron hasta Damasco por no causar mayores daños al país, pero que sí pudieron haberlo logrado si se lo hubieran propuesto. Fue por estas razones o sinrazones, si de veras queremos ser más precisos en el uso de la lengua española, por las que la guerra se prolongó hasta seis días.

Ahora bien, llama la atención que antes de que terminaran las hostilidades ya se estuvieran vendiendo en las calles de Jerusalén, así como en las de Tel Aviv, los mapas recientemente impresos de Israel, y de sus nuevas fronteras, después de la guerra. O sea que lo que hay que pensar es que muy probablemente ya antes de lanzarse a la lucha armada el alto comando judío tenía la certeza de que se apoderaría de nuevos territorios y que, desde luego, ello implicaría diferentes fronteras, pues responsabilizaron en su momento a los egipcios de haber lanzando la primera piedra, en el viejo aeropuerto de Orly, en París. La edición de France Soir (vespertino) empezó a circular la con la noticia a toda la plana: “Les egypcian ataque Israel” (Los egipcios atacan Israel), aunque ya estando allí, en Tel Aviv, no daba la misma impresión.

A las calles de las mayores ciudades de Israel no llegó nunca el conflicto armado, y no se puede decir lo mismo de las ciudades de Egipto, de Siria o de Jordania. Y si resulta cierto. No puede ser de otro modo para alguien que estuvo coincidentemente, invitado por el gobierno de Israel, en el sitio mismo de los acontecimientos, y uno se preguntaba: ¿dónde está la guerra? Por tanto, no podemos creer, que ahora estén dispuestos a regresar a las fronteras de antes de 1967.

La prensa internacional publicó destacadamente el pasado viernes 20 que el presidente Obama está fundamentando la paz en Medio Oriente en la posibilidad de volver a las fronteras de 1967, y luego el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, comunicó personalmente al presidente Obama su rechazo al plan de paz anunciado el día anterior. Así que no fue lejos por la respuesta, y aunque aparecen los dos con una sonrisa durante su entrevista en Washington, y el presidente estadunidense anunciara también su apoyo a los países árabes, calificando su plan en este extenso campo como de la máxima prioridad para los países árabes que estuvieran luchando por la democracia.

En el gobierno israelí la iniciativa causó indignación. Y me parece que no se sabe si esto fue por el asunto de la vuelta a las fronteras de 1967, o bien por el caso del apoyo a los países árabes considerados así por EU, pero parece ser que ésta es una opinión no compartida incluso por países aliados de EU, que no ven con buenos ojos, el apoyo, por ejemplo, a Egipto y a Túnez. Estados Unidos tiene que usar toda su influencia para alentar las reformas, dijo el presidente Obama en su discurso del viernes, agregando que sugerirá a Israel un diálogo con los palestinos, que no será la primera vez que un presidente estadunidense lo intenta, pero que no ha tenido éxito duradero, cuando no ha terminado en el asesinato de alguno de los altos intermediarios que por cierto estarán precisamente cerca de los encargados de armar los planes en los que trabaja a marchas forzadas, para ver si obtienen algún resultado concreto en lo de la vuelta a las fronteras de 1967, con muy pocas esperanzas de lograrlo.

El otro capítulo del momento, en lo que toca a las políticas de gran estrategia y prioridades, sería el del apoyo amplio a las reformas en el mundo árabe, lo cual no parece tener un largo futuro, por las desconfianzas que suscita entre los otros que no estuvieran finalmente entre los más entusiastas de la idea, puesto que de alguna manera estarían expuestos a los riesgos políticos que llevan siempre consigo las misiones imposibles, o simplemente de muy dudosos beneficios en el final de las complicadas y arriesgadas tareas que esta vez les está proponiendo su jefe.