Opinión
Ver día anteriorJueves 12 de mayo de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudad Perdida

Ahí viene un navío, navío cargado de...

En marcha el juego de la segadora electoral

E

n la Asamblea Legislativa del Distrito Federal la presidenta de la Comisión de Gobierno, Alejandra Barrales, asegura que de aprobarse la ley de protección social en los términos que fijó el gobierno de Marcelo Ebrard, todos los programas que hoy se aplican casi al contentillo de los funcionarios serán elevados al rango de derecho para evitar, entre otras cosas, que sean usados como instrumento político por algún partido.

Sin embargo, hay muchas voces que advierten lo contrario. El caso es que los que conocen a fondo el proyecto aseguran que desde el mismo gobierno se prepara una nueva jugada para darle oxígeno al titular de la Secretaría de Educación del gobierno capitalino, Mario Delgado.

Además de los peligros que entraña esa iniciativa de ley, que ya hemos comentado en este espacio, ahora nos dicen que se va a integrar un consejo que manejará cada uno de los programas, el cual estará presidido por un secretario técnico responsable de su aplicación, responsabilidad que recaerá en el mismo secretario de Educación, que si bien tendría que cumplir con lo que la ley obliga, para el discurso político se convertiría en el gran benefactor de muchos sectores de la población del Distrito Federal, con lo que eso implica.

Si tal especie es real, las facultades que hasta ahora tienen funcionarios del gabinete y delegados políticos se verían cercenadas, y esto, según cálculos políticos, haría muy desigual la contienda por la candidatura del PRD al gobierno de la ciudad, lo que levantó ya una serie de suspicacias que apuntan en la misma dirección que desde hace ya algún tiempo: Mario Delgado es el candidato de Marcelo Ebrard.

Todo ello porque parece no haber congruencia entre la naturaleza de los programas y quien tendría que hacer llegar a la población los beneficios que deberá recibir la gente. Si es verdad que el secretario de Educación estaría a la cabeza del consejo de protección social, la Secretaría de Desarrollo Social sería, para efectos reales, desaparecida, sus funciones serían trasladadas a la nueva instancia y prácticamente no tendría más que hacer en el gobierno. Y el que quedaría fuera es Martí Batres, que hoy está a cargo de esa cartera.

Lo que no se puede olvidar es que Batres también está en la lista de quienes buscan la candidatura a la jefatura de Gobierno, y por más que se quiera la jugada parece poner a Batres en el limbo político y su renuncia sería casi obligada.

Por lo pronto, la amenaza parece generalizada. En otras palabras, las tribus ya no podrían llevar agua para su molino y toda la clientela sería para uno solo, en este caso para Delgado, que tiene un muy buen manejo de las ideas del Banco Interamericano de Desarrollo, que presiona desde todos lados para que en el DF se impongan sus formas de establecer la protección social.

El caso es que ninguno de los posibles candidatos al gobierno de la ciudad se ha quedado quieto. Unos más, otros menos, todos, o casi todos, intentan quedar marcados en la memoria de los defeños con la punta de los programas sociales como bandera de la izquierda, que prometen poner en alto.

No hay que quitar el ojo de este lío político porque cualquiera de sus desviaciones podría llevar a la ciudad a un retroceso significativo. Así que ojo, mucho ojo.

De pasadita

Parece cosa de chiste, de mal chiste. En esta ciudad se especula con aquello de por qué se pidió la renuncia del secretario de Seguridad Pública federal, y se buscan todos los pretextos para casi decir que se trata de una ocurrencia. Pero si bien no todos coinciden en los motivos, todos al final terminan en un acuerdo: ¡Qué renuncie García Luna! Nada más.