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Recibirá homenaje por 60 años de una labor como testigo privilegiada

La interpretación es como hacer una acuarela: Rosa María Durán

Aunque permanezco al margen, mi trabajo es propiciar una comunicación exacta, dice

He visto muchos cambios, sobre todo en AL; en México, lo sabemos, los discursos no cambian tanto

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Rosa María Durán Gil en su casa, ayer, durante la entrevista con La JornadaFoto Marco Peláez
 
Periódico La Jornada
Martes 10 de mayo de 2011, p. 4

La interpretación en México es una profesión anónima, en cuya inmediatez, es como una acuarela; uno lo tiene que hacer bien desde el principio, describe Rosa María Durán Gil, quien durante 60 años ha ejercido como intérprete de conferencias.

Testigo privilegiada al dar voz a los que hacen historia, Durán Gil recibirá un homenaje del Colegio Mexicano de Intérpretes de Conferencias el próximo sábado, al ser reconocida como un pilar de la interpretación en el país.

Sobre una carrera de seis décadas, que todavía la hace sentir emoción, un reto permanente y que siempre puede ser la primera vez, pues a diferencia del traductor que dispone de quietud para trabajar en un texto, el intérprete debe traducir de manera instantánea durante un discurso o conversación.

“Uno tiene que ser –dice Durán Gil– como un eco en otro idioma. El intérprete es un testigo muy discreto, de ocasión, pero al mismo tiempo hablante, participa para que haya una comunicación exacta. Se tiene que estar al margen y, al mismo tiempo, es necesario implicarse: algo realmente muy apasionante.”

Respeto al orador

Desde tiempos de Babel seguramente, figura histórica, como fue la propia Malinche en nuestro continente, el intérprete “se convierte en una voz que permite la comunicación inmediata entre personas que no hablan el mismo idioma y vienen –en general– de diferentes culturas; entonces el intérprete tiene que entender sobre todo las ideas, tener sensibilidad para identificarse con las personas a las cuales está traduciendo, respetar la personalidad del orador”.

Son algunas de las cualidades, porque aunque se conozcan los idiomas a la perfección, se necesita una agilidad mental especial por ser instantáneo, porque a diferencia del traductor, que puede releer su texto, corregirlo, buscar en el diccionario, un intérprete no se debe equivocar. Además de que son temas diversos, un día política, otro arquitectura, biología o medicina, algunas veces sin preparación previa.

He tenido la oportunidad de ver muchos cambios, sobre todo en América Latina. He visto que hay una liberación en donde los tiranos ya no se estilan. Eso es muy alentador, hay esperanza, dice en entrevista. Sin embargo, en México ya sabemos que los discursos no cambian tanto; quizá las acciones.

Rosa María Durán evoca una conferencia en tiempos de José López Portillo, en la que interpretó los discursos de dos mujeres disímbolas: Margaret Thatcher, la Dama de Hierro e Indira Gandhi, ambas en posiciones elevadas de la política, donde la masculinidad es preponderante.

“Un contraste terrible –durante la Cumbre de Acapulco– Thatcher tenía una actitud de prepotencia, no se le podían hacer preguntas, estaba ella intocable; en cambio, Gandhi era como una amiga, una persona totalmente accesible”, describe de esa ocasión, en la que también participó Ronald Reagan.

Vocación por el lenguaje

Durán Gil llegó a México en 1942 de su natal Barcelona, a los 14 años de edad, sumándose al gran número de exiliados españoles que arribaron huyendo de la Guerra Civil. En el seno de una familia republicana, no sólo heredó sus ideales, sino su vocación por el lenguaje: su madre le hablaba en catalán y su padre en castellano.

Trabajo invisible, frecuentemente desde las cabinas, la voz emerge hasta el audífono, en una médium de las ideas, algunas veces ajenas a la convicción personal, pero en la obligación de reproducir fidedignamente. Uno tiene que hacer su trabajo, no se puede dejar llevar por su inclinación. Aunque no esté uno de acuerdo, tiene que ser preciso en lo que dice el orador.

Un recuerdo que dejó huella, reconoce, fue en Venezuela, en un congreso en el que Allen Dulles –director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés)– trataba, y lo consiguió, de derrocar a Jacobo Arbenz Guzmán en Guatemala. Y entonces, durante un mes, estuvo convenciendo a todos los países de América Latina para que lo bloquearan, lo cual consiguió. México no votó como ellos querían, simplemente se abstuvo, pero conservó su dignidad. No lo puedo olvidar, narra.

La profesión se presentó en 1949, como un hecho fortuito, al tener que traducir en una reunión de cuáqueros estadunidenses. De ese entonces, guarda un libro con dedicatoria en inglés agradeciendo su labor.

Sin embargo, fue en 1951 el inicio profesional al traducir del francés y catalán. Desde entonces ha visto cambios, sobre todo en América Latina. Por ejemplo, narra que estuvo en un congreso en República Dominicana con Rafael Leónidas Trujillo, era una situación de estrés constante; uno se sentía vigilado por todos lados; se tenía la sensación de estar encarcelado en algún modo.

Múltiples galardones

El homenaje a Rosa María Durán Gil en reconocimiento a 60 años de profesión se realizará el sábado 14 a las 10:30 de la mañana, en el museo Carrillo Gil (avenida Revolución 1608, San Ángel), como parte de la vigesimonovena Asamblea Anual del Colegio Mexicano de Intérpretes de Conferencias.

Con anterioridad ha recibido del gobierno de Francia la condecoración de las Palmas Académicas en grado de caballero, de oficial y de comendador por su labor en la enseñanza del francés y el Premio Josep Maria Batista i Roca por la promoción de la cultura catalana, además de la Medalla al Mérito Universitario por la Universidad Nacional Autónoma de México. La semblanza será leída por su hijo, Rafael Barajas, El Fisgón.