Cuernavaca, Mor. 4 de mayo. En la víspera de la Caminata-Marcha por la Paz con Justicia y Dignidad –que saldrá de esta ciudad rumbo a la capital del país–, sus organizadores definieron parte de los fines centrales de la movilización: con la exigencia del esclarecimiento del asesinato de Juan Francisco Sicilia Ortega, como demanda emblemática, la intención es concientizar a los gobernantes sobre la urgente necesidad del cambio ante tantas expresiones de violencia impune en el país.

Algunos de los organizadores auguran que la movilización involucrará a 35 ciudades de 12 estados y más de una treintena de urbess en el mundo.

Rocato –así, nada más, Rocato, pidió el promotor cultural– refirió otra petición casi generalizada de quienes han anticipado su presencia: fin a la militarización, expresión de la guerra contra el narcotráfico.

Abundó: la militarización se introdujo sin mediar diagnóstico ni establecer diferencias en las problemáticas específicas de cada una de las entidades. El resultado se expresa en que a mayor presencia militar, mayores asesinatos y narcotráfico, “porque el narco ha penetrado la estructura militar, no sólo a los que se salen, sino a los que todavía están adentro”.

Ahora, añadió, la salida tendrá que ser paulatina, sólo que el gobierno federal no ha reconocido la equivocación ni ha anunciado el inicio del retiro de los militares de las calles. Sólo nos dicen que esto tardará tantos años, pero no vemos ninguna modificación en la estrategia.

A su vez, Bárbara Durán, de la Red por la Paz y la Justicia, subrayó que esta demanda se convirtió casi en central en el reciente Foro de Jóvenes en la Emergencia Nacional. En los resolutivos que habrán de presentarse el domingo en el mitin de conclusión de la marcha, destaca el rechazo a la Ley de Seguridad Nacional.

Por otra parte, este miércoles comenzaron a llegar algunos participantes desde Chihuahua, Oaxaca, Michoacán y Chiapas, con la misma demanda de justicia. José Ramón Vázquez, joven representante de Las Abejas, recién llegado de Acteal, dijo que a casi 14 años de aquella masacre aún demandan la justicia que no ha llegado.

En tanto, la nueva versión del asesinato del hijo del poeta Javier Sicilia y otras seis personas, no satisface a quienes promueven esta marcha. El esclarecimiento del multihomicidio se mantiene como la demanda central de los organizadores y, junto a ello, el fin a la violencia generalizada en el país.

Hasta ayer se habían confirmado movilizaciones en varias ciudades del mundo como Nueva York, Río de Janeiro, Francfort, Berlín, Buenos Aires y París, entre otras, que suman ya 40, mismas que se adicionarán a las diversas expresiones que se realizarán en México, entre ellas en Ciudad Juárez, Chihuahua, Chiapas –incluida la participación del subcomandante Marcos en San Cristóbal de las Casas–, que tendrán el silencio como expresión de protesta.

La Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos Todos los Derechos para Todas y Todos, que aglutina 72 organizaciones en 22 estados, expresó su respaldo con la caminata-marcha.

José Martínez Cruz, vocero de esa organización, explicó que han denunciado la persistente violencia que caracteriza amplias zonas del país, y exigido la urgencia de revisar la estrategia de seguridad del presidente Felipe Calderón. La violencia estructural e institucional ha reconfigurado la vida cotidiana y ha puesto en mayor riesgo los derechos humanos de las víctimas de delitos y sus familiares, así como los de defensores y defensoras de estas garantías y a la sociedad en su conjunto.

Recordó que el asesinato de Juan Francisco Sicilia y seis personas más se sumó a la larga lista de muertes y desapariciones documentadas en el país. El multihomicidio debe ser investigado adecuadamente y castigado para garantizar el derecho a la justicia y de su familia a la verdad. Pero de igual manera se tiene que garantizar ese derecho a las familias de las 40 mil personas asesinadas y otras miles más desaparecidas.

Comentó que la estrategia de guerra del gobierno, lejos de resolver el problema lo ha incrementado. Las labores del Ejército en tareas de seguridad que no le corresponden, sólo ha significado escalar la violencia. El clima de miedo y terror forma parte de una estrategia que busca paralizar a la sociedad.