Opinión
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Lluvia de museos
E

sta entrañable ciudad de México no deja de sorprendernos. Ya era una de las que tiene más museos en el mundo y resulta que en los meses recientes han surgido tres nuevos. Ya hablamos del Museo del Objeto y hace unas semanas abrió sus puertas al público el Museo Sumaya. Impactante estructura metálica que resguarda la colección de arte de Carlos Slim, del que hablaremos en próxima crónica. El pasado 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, se inauguró el museo dedicado a las que conformamos más de la mitad de la población mexicana, según nos informa el censo pasado.

Desde hace años era un sueño de la historiadora Patricia Galeana, quien dirige la Federación Mexicana de Universitarias (Femu). Finalmente logró que la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) le cediera la casona del siglo XIX que albergó por muchos años la primera imprenta universitaria, situada en la calle de Bolivia 17, en el corazón del Centro Histórico. Así nació, tras una intensa remodelación, el Museo de la Mujer, primero en nuestro país.

Significativamente se encuentra a unos pasos de las casas en donde vivieron los últimos años de su vida dos de nuestras heroínas independentistas más destacadas: Josefa Ortiz de Domínguez y Leona Vicario. Además, la linda casona que ocupa el museo está entre dos de las plazas más bellas de la ciudad: la majestuosa de Santo Domingo y la de Santa Catarina. En la primera, la fuente que la adorna luce en su centro la escultura sedente, en bronce, de doña Josefa. Buena como obra de arte, mala como retrato, ya que la muestra como una anciana rígida y severa, negándole encantos físicos que, se sabe, poseía. En Santa Catarina, que recibe el nombre del templo que preside la plaza, se yergue un busto de doña Leona Vicario, esta sí mejor representada.

El museo busca fomentar una cultura de equidad, además de mostrar y valorar la aportación del género femenino. Con una sencilla, pero excelente museografía interactiva del museógrafo José Enrique Ortiz Lanz, abarca ocho salas que comienzan con la mujer en el México prehispánico.

Cédulas electrónicas y audiovisuales brindan información sobre la vida de mujeres como sor Juana Inés de la Cruz, doña Josefa y demás mujeres que han sido sobresalientes en nuestra historia. Habría que decir que son de las que se conocen los méritos, ya que hay miles cuyo heroísmo o actuar destacado ha quedado en el anonimato.

Además de la exposición permanente, en el Museo de la Mujer serán programadas exposiciones, conferencias, cursos, talleres, ciclos de cine, presentaciones de libros y otras actividades que buscan generar una cultura de equidad y una mentalidad que supere la discriminación.

El museo cuenta también con un centro de documentación que lleva el nombre de Clementina Díaz y de Ovando, la notable historiadora, cronista de la UNAM y primera mujer que dirigió un instituto de investigación en México, hazaña no fácil de lograr en esa época.

Diversos artistas han apoyado a la Femu con obras, mismas que lucen en los muros de la casona. Por mencionar algunos: Francisco Toledo, José Luis Cuevas, Federico Silva, Martha Chapa y Sebastián.

Después de visitar el museo, las casas de las heroínas y un necesario vistazo a las bellas plazas, se nos abrió el apetito; decidimos que se nos antojaba comida de mar, así es que nos dirigimos a la avenida Madero, que desde que es peatonal es una verdadera fiesta, con cientos, a veces miles de personas, admirando las construcciones, bobeando con las tiendas y muchas buscando un sitio para comer o un cafetín.

Una opción sabrosa y económica es la marisquería Las Palmas, que se encuentra en el primer piso del número 60, en una antigua casona con balcones a la calle. En tonos blancos y azules es un espacio sencillo, luminoso y fresco. Algunas especialidades son: sopa de jaiba, vuelve a la vida, camarones aguachile, pulpo al ajillo y filete de pescado almendrado. Para postre hay un flan casero riquísimo.