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Carlos Cobos participa en la película El baile de San Juan y filma dos cintas más

En un actor no cabe la tontería de esperar el llamado a escena

Hacer un personaje da fama, pero encajona; prefiero arriesgar, afirma el histrión, que comenzó su carrera en 1976 y hace dos años fue operado a corazón abierto

Foto
Carlos Cobos durante el ensayo del montaje Combate de negro y de perros, en 2003Foto José Antonio López
 
Periódico La Jornada
Jueves 21 de abril de 2011, p. 6

El actor Carlos Cobos ha sido Sancho Panza y uno que otro fraile. Será que sí tengo algo de bueno, expresó en entrevista con La Jornada, en la  que habló sobre su vocación, pasión y vida: la actuación.

Para Cobos, lo que venga en la vida es ganancia, luego de sufrir una operación a corazón abierto en 2009. Gracias al trabajo anterior a la cirugía ha seguido vigente y su ausencia por la convalecencia casi no se ha sentido.

Participó en obras de Luis Estrada y Jorge Fons, en El atentado, y en El baile de San Juan, película de Francisco Athié.

Comenzó su carrera en 1976 y actualmente interviene en dos películas: una es Canela, dirigida por Jordi Mariscal, sobre una familia muy unida que quiere preservar la cocina, que es su única forma de ganarse la vida. La otra es Marcelo, eres todo un hombre, opera prima de Héctor Jiménez y Omar Íñigo, sobre la decisión de un joven en torno a la sexualidad. Ahí soy un licenciado.

En 2001 ganó el premio a mejor actor de monólogo por su trabajo en Divino pastor Góngora, que otorga la Asociación Mexicana de Críticos de Teatro.

En la cinta El infierno realiza un papel que considera pequeño: es un dealer, un tipo que está en un hotel y que es narcomenudista que vende a granel.

Su apariencia bonachona esconde su alto nivel histriónico. Ser actor es algo que me gusta; siempre he creído que nací para esto. La vida te va mostrando, a veces, el camino. Cuando estás seguro de que puedes hacer una actividad, vas con todo. Llevo más de 30 años en esto y creo que aquí me voy a quedar. Sé hacer otras cosas, pero lo que me llena es ser actor.

Consideró que uno de los papeles que lo marcaron fueron los de Pasiones inhumanas, sobre un comediante que lleva una carreta donde viajan cinco actrices.

“El otro es una historia de dos faranduleros que van por la vida simplemente contando historias. Sigue Divino pastor Góngora, sobre un cómico que es perseguido por la Santa Inquisición.”

Dijo: “Creo que la situación en México es complicada con la cultura y no hay apertura, no sólo en el teatro. El mercado no se da abasto con tanto chamaco que quiere salir aquí o allá. Les digo que lo primero que deben hacer es revisarse para que definan su vocación, porque esta carrera es engañosa y les puede llenar la cabeza de humo y de fantasías.

Esta carrera es de tolerancia, paciencia, entrega absoluta y de humildad, en la que no cabe la tontería de esperar a ser llamado. Ésa es una falacia mortal.

En 2007 fue postulado al Ariel por la mejor coactuación masculina, bajo la dirección de Arturo Ripstein. Otros de sus trabajos teatrales son Constante, basada en El príncipe Constante, de Pedro Calderón de la Barca, dirigido por Miguel Ángel Rivera; La secreta obscenidad de cada día, de Marco Antonio de la Parra, con dirección de Martín Acosta, y Un día cualquiera, de Darío Fo, dirigido por Miguel Ángel Rivera.

El teatro es generoso

Comentó que “hay partes en las que el teatro generosamente va dando alguna paz, sobre todo hacer cierto tipo de teatro. Pero el tiempo cobra… Tengo amigos que mentalmente no retienen textos, se les olvidan las cosas. Hay que ser honestos con la vida y decir hasta aquí llegué”.

En lo que se refiere a hacer un personaje, dijo que puede dar fama, pero encajona. “Prefiero arriesgar y probar cosas diferentes. He estado en televisión, en la que te dicen que eres bueno para  una cosa. Te van como orillando, como queriendo encasillar hacia un perfil. No me permito eso, porque creo que el actor tiene una capacidad más amplia que puede probar. En mi caso, la comedia es algo que se me da. No obstante, me arriesgo a hacer papeles serios. Si llega la fama, bueno, pero es una cosa rara que se entrelaza con el actor.

Hay compañeros a quienes los toca la fama y se sienten especiales. Pero la fama también da la espalda...

Carlos Cobos no piensa en el retiro, aunque reflexiona: El tiempo no tiene pacto con nadie. Para mí, hay cosas que ya pasaron a segundo plano.

Ha actuado en las películas Conejo en la Luna, dirigido por Jorge Ramírez Suárez; Las Vueltas del Citrillo, con la dirección de Felipe Cazals, y Carnaval de Sodoma, dirigida por Arturo Ripstein. En televisión ha trabajado en El que se ríe se lleva y Humorcito corazón.