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Dislate, la denegación del Tribunal Supremo español: jurista

Reclaman justicia para Miguel Hernández

La sentencia omite principios esenciales del sistema democrático

Elogia experto los valores éticos, humanos y cívicos del escritor

Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 7 de abril de 2011, p. 3

Madrid, 6 de abril. Hace 69 años, Miguel Hernández (1910-1942), el poeta de los republicanos y libertarios que lucharon con un libro suyo bajo el brazo en la Guerra Civil española, murió en una siniestra cárcel franquista.

Esta semana se cumplió ese triste aniversario, cuando la cárcel reformatorio de Alicante entregó sus restos mortales a los familiares y a los compañeros de lucha.

Los reclamos para reivindicar la dignidad y el honor de uno de los grandes poetas españoles del siglo XX todavía persisten.

Después de varios meses de batalla judicial, finalmente la sala de lo militar del Tribunal Supremo decidió hace unas semanas denegar a la familia de Miguel Hernández y a los víctimas de la represión franquista una petición que consideraban prioritaria para celebrar como se merece el centenario del poeta que se cumplió en 2010.

Se pidió revisar y que se revocara la sentencia de un tribunal franquista que condenó a muerte a Miguel Hernández por el delito de adhesión a la rebelión, en un juicio sumarísimo cuya pena no se ejecutó, pues le fue conmutada por la de 30 años de prisión.

El Tribunal Supremo español argumentó que esa sentencia ya fue reconocida como radicalmente injusta y de una ilegitimidad por vicios de fondo y forma por la Ley de la Memoria Histórica. Sin embargo, la familia de Miguel Hernández y muchas víctimas y familiares de la represión rechazan la decisión judicial.

Indefensión del condenado

Uno de los juristas más prestigiosos del país y ex fiscal anticorrupción, Carlos Jiménez Villarejo, calificó de dislate la sentencia del Tribunal Supremo, debido a que la resolución, además de la pobreza de sus fundamentos jurídicos, parece redactada por un estudiante de primero de derecho.

La sentencia, asevera el experto, no sólo ignora principios fundamentales del sistema democrático, sino también los de la Ley para la Recuperación de la Memoria Histórica. Por tanto, debe ser anulada por los vicios del procedimiento, la indefensión del condenado (el poeta) y la ausencia de garantías jurídicas.

Aitor L. Larrabide, director de la Fundación Cultural Miguel Hernández, explicó a La Jornada que, más allá de las sentencias, es indudable que la figura y el legado literario del poeta están intactos y vivos en la sociedad de nuestros días.

Tan sólo en 2010, la fundación realizó una veintena de publicaciones, 16 presentaciones de textos, 36 exposiciones dentro y fuera de España, tres documentales, dos discos, cuatro actuaciones, dos estrenos teatrales, 62 actividades entre seminarios, jornadas y conferencias.

Además se colaboró en cinco cursos de verano y 28 actividades diversas en países como México, Cuba, Estados Unidos, Nicaragua, Bolivia, Brasil, Argentina, Chile y Moldavia.

Hay unanimidad en la crítica y en los lectores en que, más allá de sus indudables valores literarios, que creo que a estas alturas están bastante claros, permanecen unos valores éticos, humanos y cívicos que son también muy importantes. De alguna manera esto ha ayudado a que en América Latina, esencialmente, la figura de Miguel Hernández está muy interiorizada en muchos ciudadanos , explicó Larrabide.

Entre las novedades literarias y hallazgos biográficos del poeta alicantino destacan, por ejemplo, la publicación de un libro de José Gelardo Navarro en el que se analiza la querencia de Miguel Hernández por el flamenco, faceta muy poco estudiada y conocida y en la que se explora la raigambre que tiene en su obra.

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Miguel Hernández, poeta condenado a muerte por el delito de adhesión a la rebeliónFoto Cortesía de la Fundación Cultural Miguel Hernández
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El poeta libertario Miguel Hernández en varias imágenesFoto Cortesía de la Fundación Cultural Miguel Hernández
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A finales del año pasado, se publicó en Argentina un libro con textos de Miguel Hernández que abarcan de 1942 a 2010.

En 2009 se editó un libro similar, pero en México, recopilado por Alberto Enríquez Perea.

Por difundir su obra

En cuanto a la perdurabilidad de la imagen de Miguel Hernández como poeta revolucionario, además del lastre que supone para su biografía la sentencia impuesta por el tribunal franquista, Larrabide añadió:

“Creo que cuando a Miguel Hernández se le contempla únicamente como poeta revolucionario es un error. De la misma manera que cuando se estudia su figura exclusivamente como un literato es otro error. Miguel Hernández era con sus circunstancias, así que hay que estudiarlas sin sobrevalorar ninguna de ellas y esto es lo esencial. La honra y la dignidad de M.H. no se la quita nadie. No se la quitó el tribunal que le juzgó y tampoco se la va a quitar ahora el Tribunal Supremo. Eso hay que tenerlo en cuenta.

“Nosotros –prosiguió Aitor L. Larrabide– entendemos que en la Ley de la Memoria Histórica hay una reparación moral, incluso hay un documento simbólico que redactó y entregó el gobierno español.

‘‘Personalmente no estoy por la judicialización de la vida y la obra de Miguel Hernández; creo que nos quita fuerza para hacer otras cosas más positivas para difundir su obra.”

Venganza y parodia de justicia

Por otro lado el historiador y crítico Eutimio Martín, autor del El oficio de poeta (Aguilar), sostiene una teoría que explica el ensañamiento del régimen con el autor de El viento del pueblo: En España se habla mucho de la represión franquista, pero hay que decir que casi nada se habla de la responsabilidad de la Iglesia católica en todo el drama de la dictadura. Hay que recordar que quien realmente estructuró la mecánica de la represión en España fue la Iglesia, entre otras cosas porque cuenta con una experiencia fabulosa en la Inquisición. Miguel Hernández comienza su carrera literaria arropado por la Iglesia católica, con el canónigo de Orihuela, que le paga el libro y le anima a que escriba un auto sacramental que deja perplejo a Neruda, pues la técnica literaria era asombrosa. Y la Iglesia no le perdonó que después escribiera poesía para el pueblo y se distanciara de ellos, y por eso la Iglesia lo persigue hasta la muerte. Y luego se sumó que se convirtiera realmente en el icono de los milicianos republicanos durante la Guerra Civil.

Martín, quien es catedrático de la Universidad de Montpellier, añadió que “la represión franquista de la posguerra alcanzó, cuantitativa y cualitativamente, un grado inaudito de criminalidad. No de iure, pero sí de facto, resurgió el Santo Oficio. El carácter extraoficial no disminuyó la dureza del comportamiento represivo. Al contrario, sin límite o contención jurídica imperó una arbitrariedad que dejaba al acusado totalmente inerme ante una parodia de justicia que mal disimulaba una sed irrestañable de venganza. Y Miguel Hernández fue una de las víctimas de esa espiral de terror y fanatismo. Una de las presas más celebradas por ese Santo Oficio de tinieblas”.