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Ver día anteriorDomingo 13 de marzo de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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¿La Fiesta en Paz?

Desperdiciar: otra sólida tradición mexicana

A

propósito de las tradiciones de este país y de su demagógica salvaguarda meramente visual a cargo de preocupados monopolios televisivos, no tanto por las tradiciones, sino por el poderoso cliente que en busca de su tajada del pastel concesionario les cerró la llave a la jugosa publicidad que recibían, vale la pena enlistar unas cuantas perlas de otra sólida tradición nuestra: el desperdicio, tanto de recursos humanos como naturales.

1. El cinismo sin límite de la crítica taurina descubrió lo evidente: en la corrida del domingo pasado en la Plaza México, un torero postergado por todas las empresas del país, Alberto El Cuate Espinoza, nacido en Cadereyta, Nuevo León, el 19 de febrero de 1976, reiteró las cualidades exhibidas hace tiempo: empaque, valor sereno, quietud, cabeza, mando, hondura, sentimiento y fuerza de expresión. Privilegiada torería que en un país menos propenso al desperdicio lo habría convertido en figura, mientras acá empresarios y especialistas se hacen los sorprendidos tras su rotunda actuación. Ánimo, Alberto, que la paciencia es otra de tus cualidades.

2. En esa misma corrida afloró de nuevo el gran potencial de Fermín Rivera (22 años y ya cinco de alternativa), quien el año pasado toreó la friolera de ocho tardes, pero la empresa, esa misma que alardea de que no está para hacer toreros, sino solamente para contratar lo que le venga en gana, en vez de marcar pautas de contratación y criterios de competitividad para el resto de las pasmadas empresas, de convertirse en líder de profesionalismo taurino empresarial en el país y en el resto del continente, se conforma, al igual que su competidora del duopolio, en contratar extranjeros que medio llenen las plazas sin invertir en nuevos productos nacionales. Por eso la collera de tiovivos no para de embolsarse dinero cada tarde. Preferimos traer buenos rejoneadores que producirlos.

3. Representante del voluntarismo sin rigor de resultados estrictamente taurinos, la empresa, además de incluir y de repetir a lo largo de la temporada a medianías de probada ineptitud, en la citada corrida prefirió darle otra oportunidad, sin necesitarla, a Juan Bautista, un aseado francesito con más de 50 corridas toreadas en plazas europeas que, en cuanto vio la pobre asistencia al festejo, desperdició al más toreable del serio y encastado encierro de Ordaz y regresó a su país, solidario incluso con paisanos delincuentes.

4. Las adversidades de toreros con talento relegados por empresarios balines no terminan con el ninguneo y la falta de oportunidades, sino que prosiguen con la cauda de críticos especializados, rigoristas con los nacionales que apenas si torean y deben enfrentar toros con edad, pero deslumbrados con la técnica y el arte de figuras importadas –salvo las honrosas excepciones de los diestros Miguel Ángel Perera y Alejandro Talavante, ambos de Badajoz– que luego de torear 70 corridas o más, vienen a tentar de luces, a exigir novillones mansos o toritos de regalo sin sortear, pero ideales para apoteosis de oropel. Más desperdicio, ahora de dignidad por parte de los pasmados gremios taurinos mexicanos.

5. Si no es por las declaraciones de su titular, Héctor Villarreal Ordóñez, ni nos enteramos de que existe la Subsecretaría de Normatividad de Medios de la Secretaría de Gobernación que, acatando un mandato judicial, espera sea retirada de las salas la película Presunto culpable, por mil y una razones legalistas y legaloides, que para el caso es lo mismo, pues de lo que se trata es de impedir que el valiente documental siga mostrando a la ciudadanía los infraniveles de impartición de justicia que tenemos.

6. Esta subsecretaría no piensa retirar desde luego las toneladas de basura que a diario difunde el duopolio televisivo, ni se opone a las legiones de radiodifusoras y sus transmisiones desalmadas, ni prohíbe las cantidades industriales de anuncios engañosos relacionados con la salud, y menos la avalancha de mediocres películas gringas, habida cuenta de que el cine del resto del mundo no interesa, sobre todo si lo desconocemos. Obvio: al gobierno le preocupa aquello que beneficie al ciudadano.