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La exposición Poesía visual, de Alberto Blanco, aborda la relación entre lenguaje e imagen

Pasamos tanto tiempo usando palabras que las confundimos con la realidad

La muestra está compuesta por 28 poemarios ilustrados incluso con grabados, textiles y gráfica digital

Concluye el 26 de marzo, en la galería Athenaeum, en La Jolla, California

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La imagen y la escritura están íntimamente relacionadas desde su nacimiento mismo; me interesan esas formas de aproximación, expresó Blanco en entrevistaFoto Yazmín Ortega Cortés
 
Periódico La Jornada
Domingo 13 de marzo de 2011, p. 4

Para el poeta, traductor, ensayista, pintor y músico Alberto Blanco (México, 1951), el trabajo con la imagen y la música es fundamental en el uso mágico de la palabra, en la poesía, porque la parte más misteriosa del lenguaje tiene que ver con el significado.

Pasamos tanto tiempo usando las palabras, no sólo despiertos, también dormidos, que hemos llegado a confundir la realidad previa con las palabras del lenguaje, explicó el poeta. Explicó que con las palabras construimos un mundo paralelo a toda realidad que vivimos, y estamos tan acostumbrados a estar en ese mundo paralelo, el de las palabras, que en ocasiones no percibimos que se trata de un mundo distinto.

La poesía está muy atenta a esa doble realidad, y una de esas dobles funciones que cumple es recordarnos constantemente que las palabras no son la realidad, pero, paradójicamente, son parte de ella, indicó.

Alberto Blanco conversó con La Jornada a propósito de su primera retrospectiva, Poesía visual, que se exhibe desde el 18 de febrero –fecha en que celebró sus 60 años de vida– y concluye el 26 de marzo en la galería Athenaeum, en La Jolla, California. La muestra reúne su trabajo realizado a lo largo de cuatro décadas en el terreno de los libros de artista, que van desde la aproximación más tradicional y ortodoxa de los libros iluminados, el collage (particularmente el que reconoce en Max Ernst a su descubridor), el arte abstracto, el pop, el arte povera y el conceptual, hasta llegar a la escultura propiamente dicha, los textiles, el reciclaje y la gráfica digital.

Las constantes del poeta

Egresado de la Universidad Iberoamericana como químico, Alberto Blanco aseguró que el ser humano puede vivir la realidad, al menos eventualmente, sin tener que interpretarla y sin necesidad de las palabras ni del diálogo interior.

“Desde mi punto de vista –explicó el poeta– esto no sólo es posible, sino absolutamente indispensable. La poesía que me interesa apunta en esa dirección, hacia el límite donde las palabras nos exigen silencio.”

La presencia de las palabras, las imágenes y la música, no sólo son una constante para el poeta, sino para el mundo, dice. En la exposición Poesía visual aborda desde ideas distintas la relación entre lenguaje e imagen. En todas las imágenes del artista existe cierta progresión del texto con el dibujo y llega un momento en que la escritura se integra con la pintura.

La imagen y la escritura están íntimamente relacionadas desde su nacimiento; me interesan esas formas de aproximación. La exposición da testimonio de esas posibilidades que brinda la poesía visual, indicó el poeta.

Alberto Blanco señaló que las formas del arte expresan una visión del mundo, pero las artes del lenguaje ocupan un lugar diferente, porque la materia prima con la que se trabaja no es un material dado, sino el lenguaje, una creación humana.

Dibujo desde que recuerdo, y al mismo tiempo escribo. No sé cuándo aprendí a leer y a escribir. Nunca me he sentido separado del ejercicio de la poesía, la pintura y la música, sostuvo.

En la muestra, muchos de los libros están íntimamente relacionados con su poesía, en general, o con algunos poemas específicos.

Los 28 trabajos más uno bisiesto que se exhiben en Poesía visual, utilizan el papel como punto de partida, soporte o materia prima. Al fin de cuentas un escritor nunca se aparta demasiado de la hoja en blanco, expresó.

Poesía visual, con la curaduría y museografía de Carmen Cuenca,  incluye El cuaderno verde (1990), el primer trabajo completo, pensado y resuelto como libro de artista, y sin relación específica con ningún otro libro escrito por él.

De sus cuadernos café y negro, el artista comentó que el texto ocupa menos espacio y la escritura llega a integrarse con la imagen. En el cuaderno negro, las imágenes son autosuficientes y los textos, más que poemas entreverados, son versos sueltos que funcionan como títulos para cada lámina.

Entre los cuadernos figuran A la luz de la noche (1989-2007), carpeta compuesta por un poema en cinco partes, publicado en 1998 en el libro El corazón del instante, y cinco grabados hechos en placa zinc.

La muestra también presenta el libro Las máscaras del lenguaje (2010), realizado mediante el proceso de convertir en pulpa de papel textos inútiles y correspondencia obsoleta. Las máscaras que lo forman van acompañadas de un poema –traducido al inglés por Gustavo Segade– sobre las posibilidades e imposibilidades del lenguaje.

Uno de los collages que se incluyen en la exposición es El sueño de Euclides (2004-2006). Se trata de la segunda parte del libro dedicado a celebrar el hallazgo de Max Ernst, que está compuesto por 54 piezas. Este  trabajo se exhibió en 2007 en el Museo Estación Indianilla, de la ciudad de México.