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Ver día anteriorMartes 8 de marzo de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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¿Qué no vemos?
S

ólo basta contar: más de 80 por ciento del discurso político de la izquierda es contra la misma izquierda.

La campaña por la limpieza ideológica, escupitajos hacia arriba, acusaciones de traición, es la construcción de la opción por la que nos llamarán a votar para salvar al país. ¿Qué no ven lo que hacen? Crece la sospecha y el fundamento de que trabajan para los que dicen combatir. Unos en favor del PRI, otros del PAN.

En estos afanes contra la unidad propia se alimenta el crecimiento de la restauración del viejo régimen y toda la oligarquía festeja la existencia de una opción anulada por ella misma, disputándose la fantasía de la repetición de 2006 que ya no será y que fue tirada a la basura. Para ocultar responsabilidades, sólo queda el radicalismo verbal, el montaje de escenografías con base en el clientelismo y generar noticias que llevan a la suma cero. Hay una carga muy grande de infantilismo, pero no de inocencia, pues el debilitamiento de la opción propia es transferencia de fuerza a los otros.

Lo que se dice la izquierda, ya sea la que se pone apellidos como social, nueva, verdadera, moderada o legítima, ha hecho en conjunto un camino nuevo hacia la marginación o la funcionalidad en favor de los intereses oligárquicos, que duermen tranquilos, mientras eso sea lo que ocupa la opción electoral.

En la izquierda ya no hay corrientes de pensamiento ni de proyectos nacionales y, si alguna vez la izquierda debatía sobre visiones ideológicas conectadas a experiencias revolucionarias en el mundo y había leninistas, trotskistas, maoístas, guevaristas, nacionalistas, eurocomunistas o latinoamericanistas, hoy son chuchos, pejes bejaranos amalios o camachistas.

Particularmente a partir de 2006, y sobre todo por las posiciones poselectorales, se transfirió la fuerza al PRI. La falta de visión se polarizó y se anuló la construcción de nuevas reglas de gobernabilidad, de una reforma del Estado profunda que ganara posiciones y reformas apoyadas en la correlación de fuerzas del 2 de julio de 2006. La tarea no era sólo ganar la Presidencia mitificando la figura presidencial, sino avanzar en las reformas de fondo y sepultar al viejo régimen.

El discurso se fue a la guerra contra la derecha y sólo sirvió para reconstruirle el centro, al PRI. No ha dejado un día de trabajar para ellos.

Por intereses inmediatos, muchos que nunca habían sido de izquierda o se habían reivindicado como tales, se pusieron el disfraz y se subieron a los estrados creyendo que, engañándose ellos mismos, engañaban a la realidad. Por eso hoy, sin nada en las manos, se pasan unos a otros la guillotina mientras el viejo régimen les agradece.

Para no ver lo que sucede, la izquierda se llenó de tránsfugas, oportunistas, provocadores y reventadores. Criticando A se apoya a B. En esta estrategia de marchar entre las patas de los caballos la falla es que se trabaja para los otros con el pretexto de la limpieza y en nombre del pueblo.

En las actuales batallas, todos los flancos están cubiertos y hasta para las opciones sociales, no partidarias, la oligarquía se prepara; la oligarquía quiere espectáculo, pero no sorpresas en esta pelea arreglada. Todo aquello que sean ideas, memoria, conceptos de recomposición, son censurados y aplastados por los insultos vacíos de contenido. Como estrategia, no hay como los discursos amenazantes, las ofertas de paz, la soberbia y las demostraciones de fuerza, como las que dio el PRI la semana pasada con la toma de posesión de Humberto Moreira como nuevo presidente del partido del viejo régimen. Al acto llegaron más de 50 aviones particulares, 18 helicópteros, cientos de camiones, fondo rojo, puño crispado, advertencias, amenaza, mensaje de reconocimiento a quienes desde el insulto los apoyan. Un mensaje claro a Marcelo Ebrard, al cual no consideran totalmente perdido, y a Andrés Manuel López Obrador como el representante de la izquierda que les abre el camino hacia 2012.

Humberto Moreira hizo valor político el discurso de Sócrates Rizzo en Saltillo y anunció la paz, que vendrá de la negociación. Con Humberto Moreira, regresa Elba Esther Gordillo y con Nueva Alianza como cuerpo de elite priísta. Como van las cosas para 2012, el PRI es el que concentrará el papel de la oposición y los llamados al voto útil.

Regresan viejos fantasmas construidos por Carlos Salinas, como Línea Proletaria, que lo mismo tiene ramificaciones hacia los hermanos Moreira en Coahuila, como hacia el PT de Alberto Anaya y Adolfo Orive, base partidaria hoy de Andrés Manuel López Obrador, y que lo que no ganarán desde el lopezobradorismo sí lo lograrán con el PRI de Moreira, como en 1988.

Esto no es simple lucha de partidos políticos en igualdad de circunstancias, es el regreso del viejo régimen que surgirá de la violencia, el fatalismo, el entreguismo y que Felipe Calderón, con ayuda de la siniestra, les facilita, para que ellos sólo pongan la cara buena de la nueva unidad nacional ante el fracaso de lo que se llamó alguna vez, la izquierda y la derecha.

¿Qué no vemos?