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Ver día anteriorLunes 7 de marzo de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Cuidar la bolsa
E

l valor del dinero cambia constantemente. Reacciona a una multitud de factores. Los gobiernos, por medio de los ministerios de Hacienda y bancos centrales, tratan de prevenir que esos cambios sean abruptos y distorsionen la corriente incesante de transacciones que se hacen en los mercados.

Esto no quiere decir que esas acciones, que son parte del arsenal de las políticas públicas, sean neutrales en su concepción ni en su aplicación, tampoco en sus efectos económicos.

Cuando el valor del dinero, es decir, su capacidad de compra dentro y fuera del país, se altera, quienes compran y venden reciben más o menos por el dinero que usan. Eso es lo que está detrás de una de las características esenciales de dinero que es ser reserva de valor.

Si tal reserva se mantiene es más fácil para las familias y las empresas decidir cómo destinar parte de sus ingresos o de su patrimonio para gastar, invertir o ahorrar.

A veces las políticas fiscal y monetaria del gobierno no dejan que las variaciones del valor del dinero se expresen con suficiente transparencia.

En este caso, los ajustes que tendrán que hacerse pueden ser más tersos o abruptos. Y este no es un asunto técnico únicamente, sino que tiene un fuerte contenido político. Esto lo saben las familias y las empresas, los que operan internamente y desde el exterior.

La dinámica del proceso de estabilización financiera tiene que ver con la oportunidad de los ajustes. Esto es lo que mantiene en vilo el estado de las expectativas y lo que hace que las empresas inviertan o no, que los bancos presten o decidan comprar deuda pública, que las familias gasten o ahorren, que los extranjeros inviertan de modo productivo o especulen.

Las expectativas económicas no se han asentado desde que reventó la crisis financiera en septiembre de 2008. El golpe a los sistemas financieros más desarrollados fue muy severo. No se han saneado definitivamente los balances de los grandes bancos comerciales del mundo y, por extensión, los del conjunto del sistema, el crédito no fluye de manera que se sostenga la actividad productiva y se absorba el desempleo y la subocupación, las cuentas públicas de los países más avanzados han acumulado grandes déficit.

El dinero, considerado en términos generales y no en ninguna de sus representaciones concretas (como puede ser el dólar, euro o peso) no alcanza todavía a restituirse como una reserva de valor. Otra vez, esto altera de modo permanente el estado de las expectativas. Y este es el nivel más conspicuo de una aproximación psicológica o de comportamiento al entorno económico.

Hoy las expectativas están otra vez en estado de tensión. Eso se desprende del mismo entorno económico y de las presiones derivadas de la situación política en Medio Oriente y el norte de África.

Ya se estaba registrando un aumento de la inflación asociada con el alza de los precios de los alimentos y ahora se refuerza con el aumento del petróleo. El Banco Central Europeo ha anunciado un aumento de las tasas de interés en las semanas próximas, y ello ha impulsado ya el alza de otras tasas en el mercado. Este efecto se extenderá como una serie de ondas por todas partes.

La recuperación en Estados Unidos registrará también algunas variaciones derivadas del entorno inflacionario y de los posibles escenarios de conflicto político cada vez más inciertos. El rebote en México será directo.

Uno de los probables efectos de los ajustes en los precios clave será sobre el movimiento de los capitales, cuya entrada en economías emergentes como es el caso de México, ha llevado a una apreciación del peso y a mantener los niveles de inflación. Aunque puede no ser sostenible.

La situación puede cambiar con relativa rapidez y ya se sabe que el gobierno no tiene en la mira acciones que incidan sobre los flujos de capitales. En todo caso habrá ajustes.

El petróleo, por ejemplo, cerró a un precio para la mezcla mexicana de exportación por encima de 103 dólares el barril. Pero esta entrada de divisas se compensará por el aumento del precio de la gasolina que se importa y que representa una parte significativa del consumo interno.

Los capitales externos que se han invertido en los meses recientes en la compra de Cetes y cuyos rendimientos se favorecen además por la apreciación del peso, podrían encontrar incentivos decrecientes para quedarse. La tasa real de interés que reciben (descontando la inflación) ha ido a la baja y se abren nuevas áreas de especulación, ya que los diferenciales que pueden ser marginales representan enormes cantidades de dinero.

La expectativas internas se irán reconciliando también. Las decisiones de inversión y de ahorro y los flujos de crédito se van a adaptar en plazos que pueden ser más cortos de lo que se esperaba apenas hace unas semanas.

El dinero disponible, derivado de los ingresos corrientes y de los créditos que se tengan y se renueven tendrá que usarse de manera más cuidadosa. Esto tendrá un impacto sobre las decisiones de consumo, que son un factor clave en la esperada recuperación y el favorable escenario económico que se ofrece desde el gobierno. Y todo esto, no se olvide, en una temporada electoral ya prácticamente abierta de par en par.