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Alrededor de 50 mil efectivos se encargarán de garantizar el orden durante las celebraciones

La alegría se apodera del primer carnaval de Río en pacificación

Los operativos de seguridad en las favelas mejoraron mucho el ambiente, señalan cariocas

El bloco Bola Petra desató la fiesta y tapizó las calles con sus tradicionales colores blanco y negro

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El bloco Bola Petra, el más importante de la ciudad, animaba con altoparlantes a la multitudFoto Ap
 
Periódico La Jornada
Domingo 6 de marzo de 2011, p. 8

Río de Janeiro, 5 de marzo. La fiesta y los excesos se apoderaron este sábado de las calles de Río de Janeiro cuando cientos de miles de personas se volcaron a los populares desfiles callejeros de carnaval, en una ciudad notoriamente más tranquila, luego de operaciones de pacificación en varias favelas. Más de 450 blocos de rua, agrupaciones que bailan por las calles al ritmo del samba, tomarán la ciudad durante toda la jornada, en espera del desfile de escolas, en el mítico Sambódromo carioca el domingo y lunes, en lo que los brasileños consideran el mayor espectáculo del mundo.

En el popular bloco Bola Preta, el grupo carnavalesco más grande de la ciudad que llena cada año el centro de Río con sus colores blanco y negro, tres camiones con altoparlantes animaban a una multitud disfrazada que, enardecida, desfilaba cantando y saltando bajo una constante lluvia.

Con unos 50 mil efectivos en las calles y comisarías especializadas en atención a la mujer, niños y turistas instaladas en el Sambódromo, Río pretende garantizar un cierto orden en la locura que significan las celebraciones carnavalescas.

Según los organizadores, se esperan 2 millones de personas.

“Este es el mejor bloco de Río de Janeiro. Las personas nos tratan muy bien, independientemente de la lengua, del país o de ciudad de origen”, relató Paulo de 22 años, quien hace seis que asiste a Bola Preta.

Paulo y su madre Terezinha, de 45 años, circulan contentos con la seguridad que sienten a pesar de la aglomeración de gente.

Los operativos de pacificación en las favelas más violentas mejoraron mucho el ambiente para el carnaval (...) Antes todo era problemático. Había robos durante el desfile y ahora hay más policías y la gente se siente más segura, afirmó Paulo.

Cerveza en mano y con una enorme peluca negra, Cicero, de 52 años, afirmó que los operativos policiales dejaron a Río de Janeiro y su carnaval mucho mejor; mejoró 100 por ciento. Antes había más problemas, ahora la seguridad está mejor, estimó.

Gracias a ello, muchas mujeres cirulan con minúsculos disfraces o travestis caminan con transparencias sensuales sin mayores dificultades que encontrar algún muchacho que les tome del brazo pidiendo ser sus novios, como se acostumbra en el carnaval carioca.

Pelucas y serpentinas

Entre brujas de torso velludo, hombres araña, coloridas pelucas y serpentinas, Taís, de 20 años, es una de las tantas jóvenes que bailan samba con una sensualidad arrasadora al ritmo de Bola Preta y celebra la tranquilidad que observa en la fiesta.

La estudiante, quien antes vivía en una favela, destacó que con los operativos destinados a combatir a los narcotraficantes mejoró mucho la seguridad, pero no es sólo combatir a los bandidos, sino también a los policías que sean corruptos.

Antes “la policía era muy omisa, y (con los operativos) mostraron que los impuestos que pagamos valen”, dijo la joven. “Si quiere, el Estado entra en las favelas”.

Sinónimo de diversión y excesos, Río de Janeiro es una de las ciudades más violentas de Brasil, y su nominación como sede de los Juegos Olímpicos de 2016 y subsede del Mundial 2014, puso a las autoridades manos a la obra para intentar cambiar la imagen de esta urbe de 6 millones de habitantes, dos de los cuales viven en favelas.

El operativo más recordado se produjo a finales de noviembre, cuando policías militares, con apoyo de efectivos de las Fuerzas Armadas, invadieron con armamento pesado el gigantesco Complejo do Alemao (norte), en una imágenes que recordaban una película bélica.

Era, según las autoridades, la forma de recuperar para el Estado la soberanía sobre lugares dominados durante décadas por traficantes.

A esa estrategia se agregó la creación de Unidades de Policía Pacíficadora, comisarías que marcan la presencia policial en las favelas.

Los cariocas, como lo hicieron siempre en carnaval, se vuelcan ahora nuevamente a las calles, en donde la cerveza corre como agua, el baile es la regla a seguir y las sonrisas están a la orden del día.