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El número de convenios se disparó de cien mil en 2000 a 350 mil en diciembre de 2010

Contratos de alimentos a futuro influyen en el alza de precios

Financierización eleva cotizaciones por encima de niveles justificados por oferta y demanda

FAO, Cepal e IICA reportan que se cuadruplicaron transacciones en cereales y oleaginosas

 
Periódico La Jornada
Domingo 6 de marzo de 2011, p. 24

Las reglas de la oferta y la demanda prácticamente han quedado desplazadas para explicar el alza en los precios de los alimentos, ya que la volatilidad alcanzada en éstos es atribuible a los llamados contratos de futuros que vinculan al mercado físico agrícola con los mercados financieros.

El aumento de los contratos en el mercado de futuros de productos agrícolas se relaciona directamente con el aumento de los precios de futuros en esos mercados y, lo que es más importante, también con sus precios al contado, justificando, mediante oportunidades de arbitraje, el aumento de los precios por encima de los niveles que serían esperados en el comportamiento de la oferta y la demanda, advierte una investigación de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).

Precisa que los contratos de futuro crecieron exponencialmente durante la primera década de este sigo ya que tan sólo los correspondientes a granos básicos pasaron de cien mil a principios del año 2000 a 350 mil para diciembre de 2010.

Es la financierización de los bienes básicos o materias primas agrícolas que requiere la humanidad, como consecuencia de la necesidad de los agentes financieros por diversificar las inversiones pero también por la desregulación al respecto que han adoptado diversos países y que los convierte en una alternativa más atractiva que otras opciones financieras.

En el caso del maíz, el volumen de contratos negociados alcanzó su máximo en la serie reportada a comienzos de 2008, mientras que la soya y el trigo obtuvieron su máximo a finales de 2009 y mediados de 2010, respectivamente, dando cuenta de que esos productos siguieron siendo una alternativa de inversión interesante, quizá aún más, después del quiebre económico-financiero de 2008, establece el documento que comenzó a ser difundido desde la semana pasada.

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Plantío de trigo cerca de Isabel, KansasFoto Ap

Incluso destaca que en sólo un año, entre 2009 y 2010, el volumen de contratos de futuros en granos y oleaginosas se disparó 30.5 por ciento.

Aunado a lo anterior, los organismos mencionados señalan que como consecuencia de las plataformas electrónicas que permiten hacer transacciones financieras durante las 24 horas del día, el volumen de operaciones en cereales y oleaginosas se cuadriplicó en los últimos dos años. Es un mecanismo que por operar en tiempo real puede incrementar la volatibilidad y magnificar las respuestas de los agentes ante hechos tales como noticias, puntualiza la investigación.

Dada la perspectiva alcista de los precios, el aumento de las inversiones al sector agropecuario responde a las oportunidades de ganancia de un futuro próximo. Así que, apunta, “no es la demanda creciente de los mercados emergentes la que genera mayor volatibilidad de los precios en bienes primarios, ni tampoco las herramientas disponibles en esos mercados que pueden ayudar a reducir la volatibilidad. El comportamiento ‘de manada’ de los inversionistas y la velocidad y magnitud de las decisiones de inversión sí generan presiones repentinas sobre las demanda de bienes primarios”.

La investigación agrega que otra de las presiones adicionales que enfrenta el mercado alimentario es el encarecimiento de los fertilizantes, ya que han subido de precio tanto o más que los mismos cereales. Durante la crisis financiera en 2008, los fertilizantes se vendieron 25 y 50 por ciento más caro respecto de los precios promedio que tenían entre 2000 y 2005, pero en el segundo semestre de 2010 el alza acumulada fue de entre 90 a 156 por ciento en comparación con principios de siglo en productos químicos como la urea, la roca fosfórica, el cloruro de potasio, el fosfato diamónico o el superfosfato triple.

Incrementos mayores que los que presentan la mayoría de los productos agrícolas en comparación con el promedio registrado en 2000 y 2005, advirtió.