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Ver día anteriorJueves 3 de marzo de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Contrastes
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uego de varios meses en los que hemos visto que ingresan semanalmente montos importantes de recursos al país dirigidos a comprar Cetes u otros papeles gubernamentales, el Banco de México ha informado que en 2010 los mexicanos sacaron del país más de 31 mil millones de dólares. El gobierno y el propio Banco de México han insistido que los ingresos de capital se explican por la confianza de los inversionistas extranjeros en las condiciones económicas del país. Ahora con la información de los egresos de capital, tendrían que decir que los mexicanos no tienen confianza en el país y por eso sacan sus recursos.

La llegada de capitales extranjeros tiene una razón básica: acá ganan mayores intereses que los que obtendrían en Estados Unidos. Si no hay riesgos cambiarios, es decir, si no existe la posibilidad de que ocurra una devaluación, los extranjeros traen dólares, compran pesos, invierten en Cetes, esperan su vencimiento, cobran, compran dólares nuevamente y se van. Obviamente, los dólares con los que salen son más de los que trajeron. El proceso se refuerza si, además, no sólo no hay devaluaciones, sino que el peso se revalúa. El rendimiento es mayor.

Para los inversionistas mexicanos que depositan sus recursos allá el razonamiento es contrario. Compran dólares, los invierten en bonos del Tesoro estadunidense a una tasa de 0.4 por ciento anual, esperan su vencimiento y, en realidad, no regresan a pesos, probablemente nunca lo hagan. Se mantienen en dólares. Pero si lo hicieran, si convirtieran sus dólares en pesos y comparasen lo que habrían tenido si hubieran comprado por ejemplo Cetes, tendrían un resultado negativo. De modo que los extranjeros vienen porque obtienen un mejor rendimiento y los mexicanos se llevan sus recursos porque no confían en lo que va a pasar. Prefieren perder dinero a invertirlo en México.

Además de estos depósitos en bancos extranjeros, empresas de mexicanos también han destinado recursos a inversiones. Este renglón alcanzó la suma de 10.3 miles de millones de dólares. Los ritmos de crecimiento comparados entre México y Estados Unidos nos favorecen, de modo que es posible pensar que los negocios en el país pueden ser más rentables que allá, por lo que, si se van, es por razones diferentes. Lo cierto es que en varias entidades del país ya no es posible seguir con negocios de años. Muchos empresarios han vendido, algunos forzadamente, sus empresas y ranchos, desplazándose a alguna ciudad fronteriza estadunidense.

Eso, además de las consecuencias particulares que han señalado Slim y Zambrano: los que se van pierden su posición competitiva y perderán dinero, tiene ya consecuencias macroeconómicas. Sale más dinero de los empresarios mexicanos, 31 mil 113 millones de dólares, que el que entra de inversión extranjera directa, 17 mil 726 millones dólares. Tenemos que por cada dólar que ingresó al país en 2010 para cuestiones productivas, no para comprar Cetes, salieron 1.75 dólares. Esta diferencia se traduce en una capacidad de consumo que ya no se realiza en México, sino en Estados Unidos. El impacto económico es evidente: negocios cerrados, menos empleo, más informalidad, etc.

La desconfianza en el futuro inmediato del país no es, por supuesto, privativa de los empresarios. Gran parte de los mexicanos pensamos que el país se ha descompuesto extraordinariamente y que hacia adelante, en el tiempo que aún le falta a esta administración, no parece haber ninguna posibilidad de que se produzca un cambio. Lorenzo Zambrano, en una entrevista concedida al diario español El País, señaló que no permitirán que Monterrey se pierda, lo que marca un cambio explícito en la conducta de grandes empresarios respecto a la descomposición nacional.

Sin embargo, lo que queda claro es que el Estado no tiene la capacidad para resolver los problemas que enfrentamos. No la tiene el gobierno federal, no la tienen tampoco los senadores y diputados, no la tienen los gobiernos estatales, obviamente tampoco la tiene la población. ¿La tienen los grandes empresarios? La respuesta, por lo menos a nivel local en Monterrey, la veremos pronto.