Opinión
Ver día anteriorLunes 14 de febrero de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Toros
¿La Fiesta en Paz?

Asambleas y premiadores

E

ntre los rasgos del pensamiento mágico que caracteriza al grueso de los mexicanos destaca suponer que las buenas intenciones, por el hecho de pensarlas y enunciarlas, se convierten en realidad, pero ésta, resbaladiza y exigente, nos confirma a diario notables incongruencias entre lo que se dice y promete y lo que se hace y cumple. Con honrosas excepciones que sólo confirman la regla, somos bicentenariamente mentirosos e intencionadamente inmaduros. Así nos va como país, aunque algunos ganen demasiado.

Obvio, una tradición como la taurina, que requiere de sensibilidad, grandeza y madurez por parte de promotores y productores de la materia prima que la sustenta –el toro– no puede sustraerse a esta colectiva minoría de edad, por más buenos propósitos que se externen, asambleas y congresos ganaderos que se efectúen y premios que se repartan. Si nos negamos a percibir la realidad como es y a corregirla, mejor la sustituimos con palabrería.

Cada año, como peregrinación a la villa de no hagan olas, la asociación de ganaderos realiza en alguna ciudad de la República su asamblea nacional, tan especializada y trascendente que la opinión pública y los aficionados no merecen un triste boletín de prensa con las conclusiones y propósitos a que llegaron, como, digamos, expulsar al asociado que venda novillos por toros.

Este feudalismo mágico de señores del campo bravo, además de ignorar al público cada día más desinformado, se reduce a la grilla y a la necia convicción de que como no viven de criar toros, mejor no meterse en broncas y seguir llevando la fiesta en paz, aunque vayan en el mismo barco de una tradición taurina más debilitada, amateur y dependiente que nunca. Y lo mismo ocurre con los congresos mundiales de ganaderos, por lo que los países latinoamericanos continúan con su particular concepto de toro, de bravura y de colonia, en ese creciente menosprecio de sí mismos, de su fiesta y del toro.

Por su premiadora parte, el pasado viernes los fogosos conductores del programa del Canal 40 de televisión, México Bravo, Luis Niño de Rivera y Juan Antonio Hernández, con motivo de su primer aniversario otorgaron reconocimientos a empresarios, ganaderos, toreros, caporales y otros expertos de la fiesta. Lo malo es que, en su indiscriminado amiguismo y publirrelacionismo galardonaron por igual a buenos, regulares y malos, prueba de que el pensamiento mágico taurino ya los atrapó.