Opinión
Ver día anteriorLunes 14 de febrero de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Desde el Otro Lado

Diferencias insuperables

L

a semana pasada el presidente Barack Obama visitó la sede de la poderosa Cámara de Comercio de Estados Unidos en un intento por limar asperezas entre esa organización y la Casa Blanca. Con su conocida capacidad retórica, el presidente se refirió a la necesidad de que gobernantes, empresarios, trabajadores, gerentes, republicanos y demócratas trabajen al unísono en beneficio del país, a pesar de que esa cámara gastó más de 50 millones de dólares en las pasadas elecciones para derrotar a una docena de candidatos demócratas en diversos estados del país.

Después de reconocer la importancia del gesto presidencial de asistir a la Cámara de Comercio, uno de sus líderes declaró que el gobierno tiene que relajar su política de control y evitar el incremento de impuestos para que los empresarios se decidan a invertir. En forma similar, el líder republicano de la Cámara de Senadores respondió contundentemente al llamado de Obama diciendo que las palabras del presidente importan menos que sus acciones. Con esa actitud, confirma la negativa de su partido a reconocer cualquier intento conciliatorio que permita a Obama gobernar a partir de acuerdos con la oposición. Lo que no dijeron el líder republicano ni el líder empresarial es que, con el pretexto de la desconfianza, importantes corporaciones se han abstenido de reciclar los miles de millones de dólares que el gobierno empleó para salvarlas de la quiebra. No sólo han retenido esos recursos, sino que los han utilizado para especular en el mercado financiero.

Cuando la actual administración instrumentó un plan de salvamento a la economía, además de evitar la quiebra de importantes sectores productivos, su meta era alentar la inversión. Se esperaba que cada dólar gastado en inversión y operación multiplicara la actividad económica con el fin último de promover la recuperación del empleo. El sector privado no lo entendió así. Además de haber retenido buena parte de los recursos que le tocaba reinvertir, ha exigido menos regulación, menos impuestos y menos obligaciones contractuales con los trabajadores. En síntesis, su proyecto es el libre mercado sin taxativa alguna.

Una vez más, el intento del presidente por dar confianza al sector empresarial, y a la vez convencer al liderazgo republicano de renunciar a su política del no a todo proyecto que provenga de la Casa Blanca, tal vez sea estéril. Por otro lado, lo más probable es que habrá un fuerte reclamo por quienes interpretan al gesto del presidente como una concesión más a quienes insisten en hacer del país una ínsula de beneficio para un sector cada vez más reducido, a contracorriente de las necesidades de la mayoría.