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Decapitación, desollamiento y tortura vuelven al cuerpo un transmisor de mensajes a los rivales

Mediante las ejecuciones más crueles, los sicarios ritualizan la muerte: académico
 
Periódico La Jornada
Miércoles 19 de enero de 2011, p. 8

Las ejecuciones perpetradas por sicarios del narco, además de un acto de violencia extrema constituyen un espacio simbólico mediante el cual los delincuentes ritualizan la muerte y se en-vían mensajes entre sí, que al ser reproducidos masivamente por los medios de comunicación dejan en el imaginario social un sentimiento de que el verdadero poder es el de los criminales.

Tal es la conclusión a la que llegó el sociólogo José Luis Cisneros, coordinador del posgrado en Planeación y Desarrollo de la Educación de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), plantel Xochimilco, como parte de la investigación Morir no basta, mediante la cual estudia el significado de los asesinatos en el ámbito del crimen organizado.

“Hace varios años he venido desarrollando un proyecto sobre los múltiples rostros de la violencia, y en él hacemos análisis del impacto que ésta tiene en los medios, de qué forma la utilizan como una mercancía con un alto impacto y con gran consumo, en el que se mezcla el morbo, pero también la idea de que ‘a mí no me va a pasar”’, explicó Cisneros en entrevista.

Las imágenes cotidianas de sujetos torturados, desollados, mutilados o decapitados, le otorgan una nueva significación al cuerpo y lo vuelven un medio para transmitir mensajes entre determinados grupos criminales, soslayando el hecho de que los más de 30 mil muertos en la llamada guerra contra el narcotráfico son seres humanos.

Con cada ejecución se trata de borrar la identidad corpórea del sujeto. El acto más atroz es la decapitación o el desmembramiento, y estas imágenes provocan un impacto muy fuerte en el observador. Se trata, en suma, de una ritualización de la muerte, en donde quedan implícitas normas de violencia extrema que se convierten en un lenguaje singular, con reglas y significados propios, aseveró el especialista.

También el significado de la muerte está dado por jerarquías. A un capo, por ejemplo, no se le puede desmembrar o decapitar. Incluso, el lugar donde se deja el cuerpo trae consigo lecturas diversas. Hay un mensaje para el grupo rival y el cadáver es utilizado como texto para dar una lectura de terror e intimidación.

Uno de los efectos más nocivos de este lenguaje, afirmó Cisneros, es que se incorpora al imaginario social como un elemento que advierte sobre la posibilidad de que esa fuerza caiga sobre cualquier persona, en cualquier momento. Son una advertencia que amedrenta a todos los habitantes, produce desajustes entre las redes sociales y construye un miedo generalizado a partir de las imágenes mediatizadas.