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Qué bello es morir
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Frankie y George McLaren, en un fotograma de Más allá de la vida
E

n el tramo reciente de su filmografía, Clint Eastwood se ha inclinado a una mirada retrospectiva y reflexiva a lo que le incumbe, a través de la revisión de un género (Los imperdonables, 1992), su propia mitología como héroe (Gran Torino, 2008), o la historia reciente de su país (La conquista del honor, 2006). Ya octogenario, es comprensible que el cineasta vea ahora hacia adelante.

Bajo el posible retumbar de pasos en la azotea, Eastwood ha abordado en Más allá de la vida un tema atípico. Si bien lo sobrenatural ya había aparecido en su trilogía de westerns sobre pistoleros fantasmales y vengativos, esta es la primera vez que exhibe un interés místico. Nadie puede acusar al director de hacer siempre la misma película.

Más allá de la vida sigue las historias paralelas de tres personajes unidos por la necesidad de explorar el más allá: El síquico retirado George Lonegan (Matt Damon), quien posee, contra su voluntad, el don de sentir, al tocar las manos de una persona, la presencia de sus queridos difuntos y recibir mensajes. La periodista parisina Marie Lelay (Cécile de France), cuya vida se transforma cuando pasa por una luminosa experiencia cercana a la muerte al sobrevivir el tsunami de 2004. Y el niño londinense Marcus, quien busca conectarse con su hermano gemelo Jason (Frankie y George McLaren, en alternancia), fallecido en un accidente vial.

Por vez primera, también, Eastwood no parece seguir una línea temática coherente. La película se antoja un compuesto de otras: comienza como una cinta de desastres (por cierto, una lección de cómo filmar catástrofes con sobriedad y verosimilitud), sigue en plan de melodrama íntimo; por ahí también incluye una mirada realista a lo Ken Loach sobre las tribulaciones de ingleses marginados; hay vistas turísticas de París y Londres, con tomas infalibles de la torre Eiffel y el Big Ben; se las arregla para amarrar con moño todas las historias en una improbable coincidencia, como si el espíritu de Guillermo Arriaga hubiera guiado al guionista Peter Morgan, y culmina con un encuentro de hallazgo amoroso que pudo haber salido de una de esas comedias románticas con Tom Hanks y Meg Ryan.

La conclusión esperanzadora tampoco es común en el cineasta. La ambigüedad ha sido una de las virtudes centrales de sus mejores obras. En este caso, no hay ambivalencia en la aceptación de que George se conecta en efecto con el otro lado y puede comunicarse con los espíritus. Para confirmarla, su capacidad síquica es comparada con las artimañas de varios charlatanes; mientras una científica (una resucitada Marthe Keller) le asegura a Marie que hay pruebas irrefutables sobre el más allá. Para ese fin hasta se coquetea con el ridículo al ilustrar las visiones del síquico como la llegada final de los extraterrestres en Encuentros cercanos del tercer tipo (¿tanto habrá pesado la influencia de uno de los productores, Steven Spielberg?).

No obstante, Más allá de la vida logra conmover a ratos gracias a la sinceridad invariable de Eastwood. No ha perdido la fuerza emotiva que mostró en Los puentes de Madison (1995) para describir un amor imposible y, en ese sentido, sobresale la secuencia, totalmente secundaria, en que George revela su secreto a una chica (Bryce Dallas Howard), arruinando el posible romance entre ellos.

La solvencia narrativa del director tampoco ha mermado por lo que el interés dramático se sostiene, a pesar de los diferentes meandros seguidos por la trama. Además, las acciones transcurren bajo un logrado clima de crisis mundial, apoyado por la fotografía lóbrega de Tom Stern, que sirve de contraste a la espiritualidad del tema.

Si bien Eastwood logra salir avante del terreno pantanoso, lo hace chapoteando. Más allá de la vida queda como una curiosidad, una evidencia de una preocupación existencial común a todos los seres humanos. Don Clint debería estar más tranquilo. De alguna forma, gracias al cine, su inmortalidad está garantizada.

Más allá de la vida

(Hereafter)

D: Clint Eastwood/ G: Peter Morgan/ F. en C: Tom Stern/ M: Clint Eastwood/ Ed: Joel Cox, Gary Roach/ Con: Matt Damon, Cécile de France, Frankie y George McLaren, Thierry Neuvic, Jay Mohr/ P: Amblin Entertainment, Kennedy-Marshall Company, Malpaso Productions. EU, 2010.