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La Cineteca Nacional y el Imcine editan el catálogo de la exposición Cine y Revolución

Los mitos que Villa creó sobre sí mismo, principal fuente de cineastas

De 1935 a 2009, El Centauro del Norte ha sido personificado en 35 cintas: Eduardo de la Vega

Incluye imágenes inéditas sobre el movimiento, que ha sido contexto de 250 largometrajes

Foto
Antonio Aguilar en La muerte de Pancho Villa (1973), Pedro Armendáriz en Así era Pancho Villa (1957), Raúl Chato Padilla en Caballo prieto azabache (1965), Eraclio Zepeda y Claudio Obregón en Reed México Insurgente (1970), Antonio Banderas en el cartel promocional de And Starring Pancho Villa as Himself (2004), Wallace Beery y actrices en ¡Viva Villa! (1934), Gloria Marín y José Elías Moreno en Si Adelita se fuera con otro (1948), Domingo Soler en ¡Vámonos con Pancho Villa¡ (1935) y Yul Brynner en Villa Rides! (1968)Foto tomadas del libro
 
Periódico La Jornada
Lunes 3 de enero de 2011, p. a10

La Revolución mexicana ha sido tema fundamental del cine. En los pasados 100 años se han filmado más de 250 largometrajes de ficción, nacionales y extranjeros, en los que la lucha armada que se inició en 1910 aparece como contexto, escribe el investigador Álvaro Vázquez Mantecón en el libro Cine y Revolución.

Todas esas cintas ha formado lo que en el imaginario colectivo fue la Revolución. Y quizá los filmes que más han influido son la trilogía de Fernando de Fuentes, en la que destacan la rectitud y el sentido del honor del general Felipe Nieto en contraposición con el oportunismo del compadre Mendoza; la valentía y lealtad de Tiburcio Maya y Los Leones de San Pablo, y el desencanto con el proceso revolucionario (¡Vámonos con Pancho Villa!). Sobre esta última, Eduardo de la Vega Alfaro, profesor investigador de la Universidad de Guadalajara, escribe: La primera película mexicana con sonido integrado a la imagen que abordó la figura de Villa de manera más franca, detallada y polémica resultó, a su vez, la primera obra fílmica que procuró alejarse, hasta donde ello era posible, de esa aura mítica que rodea al personaje histórico.

Muy conocido es el gusto que El Centauro del Norte tenía por las cámaras. Contrató a gente para que lo filmara y si se podía daba órdenes como si fuera el director. (Como) ha señalado puntualmente su biógrafo Friedrich Katz, Villa mismo se encargó de producir y difundir sus propios mitos, que resultaron la fuente principal de la que los cineastas mexicanos (y extranjeros) se han nutrido para elaborar los argumentos de sus películas, explica De la Vega, en la publicación, catálogo de la exposición del mismo nombre, montada en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, en 2010, en el contexto del centenario de la Revolución.

El investigador informa: Entre 1935 y 2009, ya como protagonista o personaje secundario y de refuerzo, Villa ha sido representado en alrededor de 35 películas mexicanas de largometraje, hecho que lo convierte, con mucho, en el caudillo revolucionario más evocado y retratado en el cine nacional.

Otros personajes retratados por los filmes que tienen como contexto el proceso revolucionario, son el ferrocarril y los caballos, a los cuales se dedicó una sala de la exposición y un capítulo del libro, Vino el remolino y nos alevantó. El concepto del movimiento es uno de los atributos inherentes al cine con tema revolucionario (...) El cine incorpora dos elementos que contienen particulares cargas simbólicas y narrativas: el ferrocarril y el caballo; el primero como un producto de la revolución industrial que le dio una nueva dimensión al desplazamiento terrestre, desarrollado con especial atención durante el porfiriato; el segundo, aparece como el medio de locomoción tradicional, sobre todo en el entorno rural, escribe Hugo Lara Chávez, coeditor de la publicación.

Ser muy hombre y ser una buena mujer, con este título escribe Alicia Vargas Amésquita un texto sobre los papeles femeninos y masculinos en las cintas, incluido en el capítulo dedicado a la sala Si Adelita se fuera con otro.

Vargas narra: Entrones, valientes, heroicos, leales y comprometidos con sus causas: no habrá reto que un hombre de verdad desprecie, ni pelea ante la que recule, sea ésta una escaramuza militar o una riña de cantina. Para ser muy hombre se debe ser gallardo, seductor y enamorado, casi rayando en el acosador sexual, y, al mismo tiempo, ser fiel a la mujer, sea esposa o novia.

En contraparte, se abomina la traición o el asesinato a mansalva. El traidor automáticamente se convierte en un cobarde y, por tanto, en un hombre indigno.

Respecto al otro género, se lee: La representación femenina también va a estar polarizada: por un lado aquellas que cumplen los ideales de perfección; y por el otro aquellas mujeres peligrosas que tienen que ser normalizadas, justificadas o desaparecidas para que no sean un cáncer social.

El libro, coeditado por la Cineteca Nacional y el Instituto Mexicano de Cinematografía, incluye imágenes inéditas. La exposición Cine y Revolución fue organizada por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.