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Vox Libris
La muerte como inicio
Periódico La Jornada
Domingo 2 de enero de 2011, p. a12

A diferencia de la cultura europea y del cristianismo, al término de la estancia física en este mundo los nahuas no creían que el alma o esencia del ser humano era condenada en el infierno o premiada con el paraíso. Los mexicas creían en la fuerza de tres esencias anímicas del ser, el tonalli (cabeza), el toyolía o yolía (corazón) y el ihíyotl (hígado), elementos que al final de la vida se esparcían en el universo, al que pertenecía el cuerpo, considerado microcosmos dentro del macrocosmos.

En La muerte entre los mexicas, el reconocido arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, encargado de supervisar las excavaciones en el Templo Mayor, explica de manera concisa la visión que tenía la cultura náhuatl sobre el fin del ciclo vital, así como sus similitudes y diferencias con el cristianismo y otras culturas occidentales.

El agua es un símbolo de creación y evolución, no es coincidencia que en varias culturas esté relacionada con la muerte. Los griegos hablaban de la laguna Estigia como el río que debían atravesar las almas para llegar al Tártaro; en un mito azteca también se habla de un caudal como frontera entre el reino terrestre y el inframundo, cuando el dios Quetzalcóatl debe atravesar el Chiconahuapan con ayuda de un perro, Xolótl, para entrar al Mictlán o lugar de los muertos y robar los huesos preciados que darán vida a los hombres.

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Matos Moctezuma recuerda al lector que la muerte sirve para marcar grandes diferencias, así como para culminar un ciclo para comenzar otro. En la cultura mexica, la divinidad Tlaltecuhtli, conocida como la devoradora de cadáveres, era la representación de la transición a otra manera de vida, de acuerdo con el tipo de muerte que haya tenido el ser humano: si moría en la guerra, el corazón tenía derecho a viajar con el Sol al inicio del día, mientras en el caso de las mujeres que morían al dar a luz, considerado otro tipo de batalla, su toyalí era destinado a acompañar a Tonatiuh en su recorrido nocturno, su periodo de renacimiento, luego de haber sido devorado por la diosa que poseía grandes dientes afilados.

Para los aztecas, la muerte no significaba precisamente el fin eterno, sino el término de un ciclo, la transición para empezar algo nuevo, como el día y la noche, el invierno y el verano. Los grandes mitos mexicas tampoco han muerto, perduran en algunas creencias o tradiciones que aún llevamos a cabo sin percatarnos que son herencia ancestral, pero que Eduardo Matos Moctezuma explica como gran erudito del imperio azteca.

Título: La muerte entre los mexicas

Autor: Eduardo Matos Moctezuma

Editorial: Tusquets

Precio: 159 pesos

Número de páginas: 232

Texto: Erendira Palma Hernández