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Ver día anteriorJueves 23 de diciembre de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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e acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la economía mexicana cerrará 2010 con un crecimiento de 5.3 por ciento, que no es suficiente para recuperar los niveles observados en 2008. La razón que explica este magro resultado es que lo único que contribuye al dinamismo económico es la exportación, asociada a la evolución de la industria estadunidense. Los otros dos factores que pudieran contribuir a la expansión de la actividad no lo hicieron, ya que el consumo y la inversión tuvieron un crecimiento muy pequeño. En el comportamiento del consumo importa desagregar sus componentes, no sólo entre consumo privado y gubernamental sino al interior del consumo privado.

El consumo agregado creció porque las familias de ingresos medios altos y altos y el consumo gubernamental aumentaron más que la inflación. El consumo de las familias de ingresos medios y bajos disminuyó, porque los salarios reales se contrajeron otra vez, de modo que el consumo del grueso de los mexicanos no ayuda a que la economía crezca. En 2011, de nuevo el salario real decrecerá ya que el aumento acordado por la Comisión Nacional de Salarios Mínimos no alcanza a resarcir a los asalariados del deterioro sufrido por el incremento de los precios.

El otro componente del consumo, el de las familias de ingresos altos, empezará a mostrar comportamientos negativos, ya que porciones crecientes de este estrato están emigrando. La nota publicada el domingo pasado en estas páginas da cuenta de esa nueva migración a Estados Unidos, la de los ricos. La compra de inmuebles en Miami, San Diego, San Antonio y otras ciudades fronterizas se ha dinamizado significativamente por la demanda de estos mexicanos. Los migrantes dorados llevan su capacidad de compra a Estados Unidos, disminuyéndola en México.

De modo que la equivocada política del gobierno de Calderón contribuirá al dinamismo del consumo interno estadunidense, inclusive a la recuperación del golpeado sector inmobiliario, pero hará que el mercado interno mexicano no sólo no sirva para dinamizar la economía, sino que se convertirá en un lastre que la detenga. El gobierno está haciendo justamente lo contrario que países emergentes exitosos, que lograron evitar que la crisis les afectase debido a que expandieron su mercado interno. Argentina, Bolivia, Brasil, Nicaragua, entre otros, elevaron los salarios reales promedio neutralizando los efectos depresivos provenientes de los países desarrollados.

La migración dorada se explica por la inseguridad. En la última encuesta del Banco de México a los especialistas económicos del sector privado se asienta que el principal problema del país es la inseguridad, lo que detiene las decisiones de inversión. En cambio, los funcionarios económicos del gobierno, incluido el gobernador del Banco de México, sostienen que el flujo de capital externo que ha llegado prueba que la inseguridad no es un factor relevante para las decisiones económicas. Sin embargo, la verdadera explicación de esta entrada masiva de capitales es el diferencial de tasas de interés y la apreciación del tipo de cambio. En un ambiente de baja inflación el Banco de México mantuvo su tasa de interés en 4.5 por ciento, lo que contrasta fuertemente con las tasas que prevalecen en Estados Unidos.

El año termina con un estado de cosas en el que no hay nada por lo que podríamos estar satisfechos. Los miles de migrantes dorados están protegiéndose de la inseguridad, ya que el estado es incapaz de garantizar que todos los habitantes del país puedan vivir con tranquilidad y seguridad en cualquier lugar del territorio nacional. Su salida, resuelve un problema particular, pero deja a México en una posición más débil aún. La perspectiva es desalentadora para todos. No hay que olvidar que, sin embargo, la fuente de los ingresos de estos nuevos migrantes está aquí, no en los Estados Unidos.

Si al país le va peor que hasta ahora, a ellos se les agotará esa fuente de ingresos que les permite tener una calidad de vida envidiable, incluso entre los propios estadunidenses. Así las cosas, la exigencia de que el Estado funcione seguirá siendo de todos, no solamente de los que nos quedamos.