Opinión
Ver día anteriorSábado 18 de diciembre de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Infancia y sociedad

Juguetes, según el niño

M

ientras a miles, tal vez millones, de niños esta Navidad se les obsequiarán pistolas de juguete o héroes de plástico para jugar a matar, uno de los mayores fabricantes de armas del mundo, el italiano Franco Beretta, contrató a un equipo escocés para que construya en una de sus mansiones, en una isla paradisíaca al centro de un lago, una casita sobre un gran árbol, porque él y su esposa desean acercar a su hijo a la naturaleza.

Tiene razón uno de mis inteligentes lectores, al recordarme, a propósito de mi anterior texto (Naturaleza humana), que la guerra no sólo resulta de los instintos agresivos humanos, sino también de la ambición y el multimillonario negocio que es: La guerra es la institución más poderosa y lucrativa de toda la humanidad; es totalmente legal e incluso se inicia al paso de la barbarie a la civilización. La industria bélica es gigantesca, sobre todo con el apoyo de sus aliados. Basta comparar los recursos económicos destinados a ella contra los destinados a la paz. Educación para la paz, claro que sí. Y qué mejor educación que practicarla en la lucha de cada día en nuestro entorno: familia, barrio, escuela, fábrica u oficina, ciudad, en fin, en nuestro propio país. Y en esa lucha ocupar espacios desterrando la corrupción que apoya la guerra y alimenta la violencia (Harold Parras).

Los fabricantes de armas son felices, concluye Rosa Montero al repasar un reportaje de la revista española Hola, que muestra el universo de la familia Beretta: la dinastía industrial más antigua del mundo, fabricantes de ametralladoras en la Primera Guerra Mundial y de pistolas y fusiles para la segunda, desde 1526 elaboran de las mejores y más prestigiosas armas que existen. Son cortas, y aunque parecen menos amenazantes que los artefactos de destrucción masiva, son las que causan más muertes: matan a mil personas cada día y dejan heridas a tres mil, sobre todo en los países subdesarrollados y en los sectores marginados de éstas.

Pero los Beretta, con su negligente encanto millonario, no tienen por qué preocuparse por eso; viven a salvo de esas realidades, dándose lujos, como revestir de nogal un opulento salón que muestran sin recato, en plena crisis mundial, mientras su ferretería da vueltas por el mundo y su nene, de 13 años, el heredero próximo, estrena su chalet entre varios troncos, como regalo de Navidad.

(No a la impunidad para ninguno de los responsables del crimen en la guardería ABC.)