18 de diciembre de 2010     Número 39

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Un nuevo modelo agroalimentario
para enfrentar la crisis climática

Víctor Suárez Carrera

“Divididos no avanzaremos;
no debe haber hegemonía de ningún sector.
Hay que enfrentar al capitalismo juntos,
con calidad ideológica y programática”

Evo Morales (Cancún; 9 de diciembre de 2010)

El campo: clave para enfrentar la crisis climática planetaria. A la luz de la crisis climática planetaria, hoy se revelan las falacias, ignorancias, contrasentidos y necedades de un puñado de dogmáticos y trasnacionales que en los 30 años recientes han pretendido invisibilizar al campo, declarando la guerra a los campesinos, a los pueblos indios y a la población rural de México y el mundo.

Como lo señala Víctor Toledo “el calentamiento del planeta se debe no sólo a la producción industrial y al transporte”, entre 25 y 32 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que provocan el calentamiento global provienen de áreas rurales.

En el caso de México, según el Programa Especial de Cambio Climático (PECC) del gobierno federal, los GEI generados por las actividades en el territorio rural aportan 19 por ciento del total nacional. A esta cifra debe agregarse dos por ciento de emisiones derivadas de los energéticos fósiles utilizados en las actividades agropecuarias y forestales, así como entre dos y cuatro por ciento por los GEI causados por las importaciones masivas de alimentos e insumos agropecuarios y por el llamado turismo de granos dentro del territorio nacional. De tal forma que el campo y la gestión actual de los territorios rurales del país aportan, bajo el modelo hegemónico neoliberal, alrededor de 25 por ciento del total de GEI, y se equiparan a las emisiones de los sectores de energía (generación y uso) y transporte.

Sin embargo, aún dista mucho de reconocerse en México y en las negociaciones climáticas globales la responsabilidad de los modelos agroalimentarios y de gestión de los territorios rurales hegemónicos en la crisis climática. A lo más, se considera a la deforestación y degradación de los bosques en los países subalternos como un factor relevante de emisión de GEI pero considerándolo como algo aislado e independiente del modelo de agricultura industrial hegemónico impuesto en la mayor parte de los países por el llamado Consenso de Washington y sus instrumentos e instituciones (FMI, BM, BID, OMC, REDD+). En todo caso, se atribuye la degradación de bosques y suelos y la deforestación a los instintos “ecocidas” de las comunidades campesinas, los pueblos indios y, en general, de los pobres rurales.

Cambio climático y modelo hegemónico agroalimentario. El cambio climático global, resultado del sistema-mundo moderno y exacerbado en los pasados 50 años, es un hecho incontrovertible que amenaza la acumulación capitalista a escala planetaria y la sobrevivencia de la humanidad.

El cambio climático ha afectado, y lo hará con más frecuencia y severidad en el futuro, la producción y disponibilidad de alimentos y agua, así como los modos de vida rurales a lo largo y ancho del planeta por medio de la exacerbación de sequías, inundaciones, alteración de los ciclos hidrológicos, deslaves, surgimientos de plagas y enfermedades, etcétera.

Hoy, de acuerdo con un estudio del Instituto de Políticas Agrícolas y Comerciales (IATP) y la Fundación Heinrich Böll, además de los mil 50 millones de personas que padecen hambre en el mundo, mil 69 millones carecen de acceso a agua potable para beber y dos mil 612 millones no tienen agua para satisfacer sus necesidades sanitarias básicas. En México, cerca de 25 millones padecen hambre.

Asimismo, los modos hegemónicos de agricultura industrial altamente demandante de energía fósil y su contrapartida de depauperación, despojo y exclusión de la economía agroalimentaria y rural en manos de pequeños y medianos productores, campesinos, indígenas y de sus comunidades y pueblos, han contribuido al calentamiento global en una proporción más relevante de lo que actualmente se reconoce.

Este hecho coloca a los territorios rurales y a sus modos de gestión como víctimas y a la vez causantes importantes del cambio climático global.

Por lo tanto, la relación cambio climático y campo-economía campesina-gestión de los territorios rurales se revela con suma claridad, además de la estrecha interdependencia de las relaciones crisis económica-campo y crisis social-campo, entre muchas otras más.

O se transforman radicalmente los modos hegemónicos de producción y reproducción en la agricultura, la economía agroalimentaria y la gestión de los territorios rurales a escala mundial y en los Estados nacionales en otra lógica que no sea la de mercantilización y acumulación capitalista, o no sólo el sistema-mundo capitalista profundizará su Gran Crisis (incluyendo la aceleración del calentamiento planetario), sino la humanidad entera estará en riesgo de sobrevivencia.

Incongruencias gubernamentales frente a la crisis climática. El gobierno mexicano, en su calidad de anfitrión y en la presidencia de la COP 16, ha utilizado la crisis climática para promover una imagen de liderazgo internacional “verde”, a favor de acciones de fondo y duraderas que detengan el calentamiento del planeta. Desde Copenhague a Cancún, durante todo un año, Calderón ha derrochado recursos y discursos en cuanto foro internacional ha sido posible.

Pero hay un doble discurso. En el plano nacional, el gobierno continúa aplicando las mismas políticas macroeconómicas, energéticas, agroalimentarias, de transporte, etcétera, que promueven e incrementan la emisión de GEI, además de que generan mayor desigualdad económica y social, pobreza rural, dependencia alimentaria, mala nutrición, migración y depredación de nuestros recursos naturales.

Ejemplos: a) Autorización de siembras experimentales de maíz genéticamente modificado para satisfacer los intereses de Monsanto, lo cual pone en grave riesgo la agrodiversidad de los maíces mexicanos, vital para la adaptación frente al cambio climático; b) promoción de plantaciones forestales industriales privadas, en lugar de poner en el centro de las políticas forestales la restauración campesina de los suelos y el manejo comunitario de bosques; c) fomento y protección de la minería a cielo abierto por empresas trasnacionales, violando las leyes mexicanas y los derechos de las comunidades campesinas, los pueblos indios y los pobladores urbanos de las áreas de influencia; e) promoción con subsidios públicos de plantaciones de café robusta genéticamente modificado a cielo abierto para favorecer a la Nestlé, en lugar de impulsar y proteger la caficultura orgánica de café arábigo de altura bajo sombra, con base en las comunidades campesinas e indígenas; f) promoción del uso de tierras de cultivo para establecer plantaciones industriales de oleaginosas destinadas a los agrocombustibles y presión al Congreso para modificar leyes que prohíben el uso de maíz para la elaboración de bioetanol, cuando México importa el 40 por ciento de sus alimentos y 20 por ciento de la población padece hambre y desnutrición; g) impulso al despojo de territorios campesinos para favorecer inversiones extranjeras en energía eólica; y, f) subsidios de mil millones de pesos en 2010 para importar fertilizantes químicos de Ucrania y otros países y cero subsidios para la producción local de abonos orgánicos y la restauración de suelos agrícolas degradados.

Lejos de reorientar las políticas internas, el gobierno mexicano continúa aplicando en forma inercial y desarticulada las mismas políticas, programas y acciones con independencia de sus implicaciones sobre el clima planetario y la degradación de los recursos naturales. Ante el mundo el gobierno mexicano pregona a favor de un fondo verde internacional, pero internamente no ha establecido un fondo verde nacional. En la propuesta de presupuesto de egresos de la federación para 2011, el gobierno federal no incluyó nada al respecto.

El cambio climático es utilizado, además, por los gobiernos federal y locales como el pretexto perfecto frente a las fallas estructurales de las políticas neoliberales, así como por la indolencia e ineficiencia gubernamental. El gobierno mexicano, además, aprovecha el cambio climático para impulsar falsas soluciones que sólo benefician a grandes corporaciones que son responsables de fuertes emisiones de GEI y ahora pretender hacer negocios “verdes”, imponiendo falsas soluciones.

El Consejo Nacional de Organizaciones Campesinas (Conoc) y un conjunto amplio y plural de asociaciones de la sociedad civil participantes en el Espacio Mexicano frente al Cambio Climático-Diálogo Climático (Esmex-DC) han planteado propuestas viables a escala local, nacional e internacional para detener el calentamiento del planeta en el marco de un nuevo modelo agroalimentario y de organización económica y de la convivencia de la humanidad. Se requiere mantener la unidad, iniciativa y movilización de las organizaciones y movimientos sociales después de Cancún para lograr los cambios requeridos.

Entre tanto, para continuar el esfuerzo y la lucha de décadas por un nuevo modelo agroalimentario a favor del planeta, innumerables comunidades y organizaciones autónomas y autogestivas del país, como las articuladas en el Conoc , se han comprometido a continuar impulsando y extendiendo sus prácticas e innovaciones en la agricultura sustentable de granos básicos, caficultura orgánica bajo sombra, manejo comunitario de bosques, sistemas financieros rurales sociales así como en la defensa y manejo sustentable de los recursos naturales en manos de campesinos y campesinas y pueblos indios.

Voces en pro de la agricultura familiar

Lourdes Edith Rudiño

CANCÚN, Quintana Roo. En Brasil fue frecuente en el pasado y hoy día ocurre en muchos países que a los campesinos, a los productores de pequeña escala, se les “criminaliza”, se les acusa de ser causantes del deterioro ecológico y del calentamiento global. Pero detrás de todo eso lo que hay es un interés ideológico y económico que pretende dejar el camino abierto para que los grandes capitales se apropien de las tierras, de los recursos, siendo realmente éstos los responsables de la crisis ambiental que vivimos, afirma Alberto

Broch, presidente de la Confederación Nacional de Trabajadores Agrícolas de Brasil (Contag), la cual integra a más de 15 millones de trabajadores rurales, campesinos y agricultores familiares. Broch participó en el seminario Agricultura Familiar, Sistemas Financieros Rurales y Cambio Climático, que ocurrió paralelo a la COP 16. Allí habló de cómo Brasil ha avanzado en políticas públicas y legislaciones que benefician a la agricultura familiar por medio de favorecer el crédito especializado para este sector, la capacitación, la creación del programa de compra de alimentos locales enlazado con el abasto a escuelas y otras instituciones, todo lo cual ha permitido sacar a 20 millones de brasileños de la indigencia y ubicarlos en una situación en que por lo menos ya no padecen hambre. “Hemos logrado muchas cosas, considerando que Brasil es un país muy desigual”.

Isabel Cruz, presidenta del Foro Latinoamericano y del Caribe de Finanzas Rurales (Forolacfr), resaltó que en general América Latina “está llena de rezagos que afectan principalmente a las áreas rurales. Existe una exclusión masiva de acceso a servicios básicos y financieros y hay ausencia de políticas públicas para el desarrollo de la agricultura familiar. Pero, agregó, cada vez se observan más iniciativas que buscan construir oportunidades”. Destacó la experiencia de Brasil, la cual, demuestra que a pesar del actual contexto de crisis ambiental, crisis financiera y crisis alimentaria, “es posible construir soluciones nacionales e internacionales con el trabajo campesino”.

Coincidió con Broch en que la agricultura familiar, con prácticas tradicionales, con el aprovechamiento del conocimiento de los antepasados y escasa o nula utilización de agroquímicos, es coherente con la conservación de los recursos naturales y de la protección ambiental.


Alberto Broch

Pero Broch precisó: hay condicionantes y retos. “Cuanto más se fortalece la agricultura familiar, se crea un modelo donde es posible combinar producción de alimentos y preservación. Para eso necesitamos políticas específicas, marcos regulatorios (…) Para nosotros, en primer lugar es importante que los Estados, los gobiernos tengan como prioridad de su agricultura, la agricultura familiar, pues son indispensables políticas específicas que propicien la investigación, la asistencia técnica, la capacitación (…) Inclusive los centros de investigación deben empezar a generar investigaciones de nuevas formas de hacer la agricultura”.

El problema es que “esto no es lo que se ve en la mayoría de los países , porque intentan terminar con los pequeños y hay una tendencia en el mundo hacia la gran agricultura, el agro-negocio, el monocultivo, lo cual no combina con la preservación ambiental”, dijo en el seminario, que fue organizado por el Forolacfr y el Consejo Nacional de Organizaciones Campesinas (Conoc).

Brasil por lo pronto, sigue en su tarea de fortalecer el apoyo campesino. Ahora mismo los representantes campesinos en diálogo directo con el Poder Legislativo y con apoyo del Ejecutivo, están impulsando una legislación para generalizar el pago de servicios ambientales a los productores familiares.

El subsecretario de Desarrollo Rural de México, Ignacio Rivera, escuchó parte de estos planteamientos. Coincidió en que la producción campesina requiere un nuevo tipo de respuestas que deben provenir desde el aparato público, de la Secretaría de Agricultura, “pues no podemos pensar que los campesinos solos resolverán sus retos”. Se refirió a la necesidad de organización para la producción, pues el campo mexicano, dijo, requiere de escala. Y se deben impulsar políticas orientadas al desarrollo de capacidades y de capital humano. “El campo tiene que contribuir a la soberanía y la seguridad alimentarias, pero sustentablemente y no puede hacerlo a cualquier costo (…) La agricultura familiar es la que tiene el potencial de cumplir con esta misión de dar los alimentos en forma sustentable. Algunos estudios demuestran que un peso invertido en este tipo de agricultura tiene más eficiencia que un peso invertido en la agricultura comercial”. En México, señaló, un escaso diez por ciento de los productores son comerciales y el 90 restante son de pequeña y mediana escala. “Tenemos que abordar este asunto desde las políticas públicas”.

Además, agregó, atender a la agricultura familiar va enlazado con la atención al problema de la pobreza. “Un 75 por ciento de los pobres del mundo viven en el campo, eso significa que son agricultores o están directamente relacionados con la actividad agrícola. Eso me lleva a mirar el papel que tiene la agricultura”.