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En La Casa de la Paz, el sonero realizó una presentación para decir adiós a los escenarios

¡Quédate, no te vayas! ¡No nos hagas esto!, claman a Melón en su despedida

Cerca de 200 no pudieron ingresar; prevén otra actuación en el Museo del Arzobispado

Foto
El sonero en su camerino, donde se reunió con seguidores después de la presentación en la colonia RomaFoto Guillermo Sologuren
 
Periódico La Jornada
Domingo 12 de diciembre de 2010, p. 8

Éxtasis, llanto y demandas afloraron al término de la presentación de Melón, el miércoles pasado, presumiblemente la última que realizó en su carrera, la cual cubrió más de seis décadas, en La Casa de la Paz.

El recinto universitario –ya que es patrimonio de la Universidad Autónoma Metropolitana- (UAM) de la colonia Roma– resultó, como se esperaba, insuficiente para dar cabida a los seguidores del durable sonero, que sorpresivamente anunció que se retira de los escenarios.

Gritos como ¡Quédate, no te vayas! y ¡No nos hagas esto! surgieron de la galería cuando Luis Ángel Silva Nava se dispuso a entregar a su numerosa feligresía la interpretación de la bien conocida Son de la loma, pieza que Melón y sus Lobos hacen una muy particular versión, y que fue el encore de una permanencia de casi 120 minutos en el foro

“De verdura”

El músico, largamente ovacionado en los extremos de su presentación, tanto al momento de salir a escena como al concluir, externó razones personales en cuanto a su decisión de abandonar los tablados. Se retira, dijo, antes de que lo retiren.

“Gracias, de verdura; muchas gracias”, no se cansaba de repetir Melón, quien, como de costumbre, le metió jícamo y saoco a esta emblemática presentación en la que para él, y conforme al estribillo de una de sus canciones Ay, mamá, las lágrimas no me salen/ Ay, mamá, quiero llorar y no puedo, aunque, ya en el camerino, una amiga, Helen Bickham, le dijo que ella había llorado de ver la gran finale.

“¿Por qué?”, espetó en tono seco el homenajeado, es que a mí sí me salen las lágrimas, le contestó la pintora.

Noche de peticiones, algunas imposibles de cumplir, pues, como en broma, explicó Melón, que ya lo alcanzó el alka seltzer y ni cómo hacerle. Botecito de vela, El hijo de mi tía y el Patosrcillo, entre otras solicitadas, quedaron tan sólo en los acetatos de aquellos, ahora históricos, long plays de Lobo y Melón.

La casa de estudios develó una placa por conducto de Raúl Hernández Valdéz –director de Difusión Cultural de la Universidad Autónoma Metropoliana–, porque desde hace dos años Melón dio al recinto un giro novedoso con sus actuaciones y dejó constancia del buen son.

La gente que se congregó para la ocasión colmó cuanto espacio hubo disponible: butacas, escalones, pasillos y sillas que se colocaron de emergencia y no más, señaló Jaime Chabaud, jefe de Artes Escénicas de la UAM, por razones de seguridad .

De la taquilla informaron que cerca 200 personas se retiraron decepcionadas, pero para ellos y otros, el viernes 17 de diciembre, Melón hará otra presentación, imposible creer que la última, en el Museo del Arzobispado, en la calle de Moneda, en el Centro Histórico.