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Los aficionados rayados no se burlaban del Santos, sino de Tigres, equipo rival en la ciudad

Una multitud albiazul festejó la cuarta estrella del Monterrey

¡Vuce en vez de Medina!, gritaban unos, en referencia al técnico campeón y al gobernador

Una caravana del club llegó a la Macroplaza para compartir el trofeo con los hinchas

Foto
Los jugadores del Monterrey desfilaron a bordo de un turibúsFoto Notimex
Enviada
Periódico La Jornada
Martes 7 de diciembre de 2010, p. a13

Monterrey, 6 de diciembre. Ríos humanos pintados de azul y blanco, agitando banderas y con incesantes porras poblaron desde el mediodía las calles de la Sultana del Norte rumbo a la Macroplaza, en donde fueron aclamados los jugadores del Monterrey, mientras la gente repudió a sus autoridades al grito de “¡Vuce por (Rodrigo) Medina!”, se burló del equipo Tigres y de paso chocó puños con policías y soldados en espontáneo festejo.

El turibús del campeón del torneo Apertura 2010 arrancó a las 16:30 horas desde las instalaciones de la cervecería que los patrocina, en cuya fachada se colocó una gigantesca playera rayada con el número 12, y el técnico Víctor Manuel Vucetich, el Rey Midas, escoltado por los directivos Luis Miguel Salvador y Jorge Urdiales, comenzó a sonreír ante las infaltables mantas que proclamaban: “Vuce, presidente”.

El gélido clima no impidió el desborde de la pasión: familias enteras se apostaron a las orillas de las avenidas Pino Suárez y Melchor Ocampo para tomar la fotografía del recuerdo y aclamar a Humberto Chupete Suazo, quien miraba fascinado a la multitud, mientras el trofeo era mostrado en alto, ya por Duilio Davino, Severo Meza, Jonathan Orozco o cualquiera de los demás artífices del triunfo.

Delante de la comitiva iba otro turibús con patrocinadores, edecanes y algunos familiares de los futbolistas. Lo cierto es que Monterrey sólo se dio tregua por unas horas, porque desde que Armando Archundia dio por terminado el partido y su carrera, los aficionados se enfilaron hacia la citada explanada, donde permanecieron hasta la madrugada.

Lo curioso fue que los Rayados no se burlaban del Santos Laguna, sino del equipo de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL). Y dónde están, y dónde están, esos tigritos que nos miran por teve o Es paaara Tigres, es para Tigres que nos miran por tele.

El Cabrito Arellano, considerado el jugador más importante de Monterrey, tres veces mundialista y casi al borde del retiro, fue uno de los que más disfrutó el triunfo. En el turibús, ubicado junto al también veterano Davino, Arellano sacó su cámara fotográfica para inmortalizar el título de su adiós, pues todo indica que en cuestión de horas hará el anuncio.

Los jóvenes que corrían a la par del vehículo para no perder detalle comentaban su temor de que el chileno Suazo busque de nuevo colocarse en el balompié europeo; hubo quienes aseguraban que interesa al Real Madrid.

Los centros comerciales ubicados en la ruta festiva pintaron sus aparadores con las palabras: Rayados, campeón y Suazo, o simplemente engalanaron sus expendios con el escudo o la bandera del equipo.

En efecto, los devotos a La Pandilla han crecido en número, pero todavía hay muchos seguidores del cuadro de la UANL; algunos pidieron que El Chupete pase a Tigres, otros se burlaban con despecho de la fiesta albiazul, porque, aseguran, el título de México 1986 “se lo inventaron con una propaganda de Pronósticos Deportivos, fue un torneo chafa con pocos participantes y la mayoría envió suplentes, sólo Monterrey metió titulares y por eso ganó”, dijo un taxista, pero eso ya se les olvidó.

La Macroplaza, poblada a reventar, mágicamente abrió la brecha para el arribo de los campeones, entre los que hubo empate en preferencias, porque Vucetich ascendió al olimpo de los ídolos con sus dos cetros entregados a las arcas rayadas. El otro colocado en la palestra fue Suazo, todo un ídolo en esta región.