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El mexicano preside el jurado del festival de El Cairo; posproducen Las razones del corazón

La contumacia me ha permitido sobrevivir 45 años en el cine, afirma Arturo Ripstein

En un país donde a Octavio Paz le publican pocos ejemplares, no puedo esperar muchos espectadores, dice

 
Periódico La Jornada
Lunes 6 de diciembre de 2010, p. a17

El Cairo, 5 de diciembre. Quizás el mayor legado de Arturo Ripstein a las generaciones más jóvenes sea la obstinación, esa contumacia que le ha permitido sobrevivir 45 años en el cine, reconoció el propio realizador mexicano en El Cairo, donde preside el jurado del Festival Internacional de Cine.

La contumacia, eso es lo que explica mi carrera de 45 años en el cine, dijo Ripstein durante una cena en un barco en el río Nilo que reunió a productores, realizadores y estrellas que participan en el festival de El Cairo, que se realiza del 30 noviembre al 9 de diciembre.

Sin esa contumacia no podría haber perpetrado estas cosas (películas) durante tantos años, engañando a tantos, dijo el cineasta, cuyo humor negro y sentido esperpéntico de la vida recuerdan al del español Luis Buñuel, de quien fue asistente cuando sólo tenía 20 años.

Pero además de contumacia, se necesita suerte. Y yo he sido un hombre muy afortunado, subrayó el realizador, que ha filmado más de 40 películas, entre ellas Profundo carmesí, El castillo de la pureza y El carnaval de Sodoma.

Hay unos que además tienen culto a su propia personalidad, pero eso es algo que no he practicado jamás, agrega el realizador (México, 1943) que ha cosechado premios en los más importantes festivales del mundo.

Retrato lo que me gusta

Considerado por muchos críticos el heredero fílmico de Buñuel, Ripstein reconoce que le gusta “retratar a personajes que a mí me gustan.

Los siento cercanos, los entiendo, me da gusto hablar de ellos. Para mí son más fotografiables que los de corbata. Creo que están mucho más vivos, más vitales, que los otros, y por eso mis protagonistas me llenan los ojos y las tripas, explicó.

Eterno insatisfecho con su obra, Ripstein afirmó que lo que más le gustaría sería volver a hacer una y otra vez la misma película. Lo ideal sería hacer la misma película 25 o 30 veces hasta que quedara bien. A ver si así, al final de la vida, hay una que nos queda pulida, que nos justifique.

Interrogado acerca de con cuáles cintas de su larga filmografía se quedaría, responde con un tajante rechazo, que luego matiza.

Hasta ahora no me quedo con ninguna, y con todas. Todas son un tránsito hacia algo, aunque no sé exactamente hacia qué. Pero hasta ahora todas me han salido igual de mal, aunque en conjunto hay cierta homogeneidad, una coherencia, cierta gracia.

En la entrevista destila su humor ácido, que es atenuado por su lucidez y chispa. Ripstein habla del arte, la vida y de la violencia de México.

Cuenta también cómo le vienen las ideas de las películas, que, dicen, nacen de una conversación, de algo que leyó en un diario, o que escuchó o vio en la calle. Contó que la más reciente que ha dirigido, Las razones del corazón –en posproducción–, surgió de una vieja lectura de Paz Alicia Garciadiego, su esposa, quien ha escrito los guiones de sus pasadas 15 cintas.

El filme, coproducción mexicana-española, está situado en la ciudad de México “ahora mismo, pero no toca para nada los problemas horribles que padecemos.

“Porque –continúa– lo único que no pretenden mis películas es ser antropológicas o sociológicas o políticamente válidas”, subraya.

La cinta estará terminada en un mes. Luego habrá que esperar que, con suerte, sea escogida para participar en algún festival internacional, como el de Cannes, Venecia, Berlín o San Sebastian.

La película termina en cualquier festival, donde sean tan generosos para aceptarla, porque uno no opta por los certámenes; ellos optan por ti, señala Ripstein, y recalca que sus cintas tienen una salida muy limitada en México.

En un país donde a (el premio Nobel de Literatura) Octavio Paz le publicaban cuatro mil ejemplares, ¿cómo yo, que no me puedo comparar con él, voy a pretender tener más espectadores?, concluyó.