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Abandonados y discapacitados

Quieren echar abajo la reforma siquiátrica: Virginia González

La Ssa busca retornar a los viejos métodos de correas y aislamiento
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Aspecto de uno de los dormitorios del Centro de Asistencia e Integración Social Villa MujeresFoto Marco Peláez
 
Periódico La Jornada
Miércoles 1º de diciembre de 2010, p. 17

Mauricio Hernández Ávila, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud en la secretaría federal del ramo, pretende echar abajo los avances logrados por la reforma siquiátrica y restaurar medidas denigrantes para los enfermos mentales, como el aislamiento, la sujeción con correas y el encierro a perpetuidad, aseguró Virginia González Torres, secretaria técnica del Consejo Nacional de Salud Mental.

Hernández Ávila, explicó, es el responsable de actualizar las normas oficiales mexicanas (NOM) en materia de salud, y está cabildeando con los gobiernos estatales, para convencerlos de que, en la nueva norma, el paciente siquiátrico ya no sea considerado un enfermo sino un discapacitado mental, es decir, como una persona incurable, sin posibilidades de reinserción social, que debe permanecer recluida hasta que muera.

Para González Torres, creadora del modelo nacional Miguel Hidalgo de atención a las personas con transtornos mentales, lo que en realidad quiere Hernández Ávila es que los pacientes de los hospitales siquiátricos de la Secretaría de Salud (Ssa) sean apoyados por el Seguro Popular y permanezcan en cautiverio, sin derechos humanos y sin perspectivas de rehabilitación.

En caso de prosperar, esta iniciativa acabaría con el modelo Miguel Hidalgo y significaría un retroceso a la época de la siquiatría autoritaria que implantó en México el doctor Ramón de la Fuente, subrayó la sucesora de Guido Belsasso en la Ssa.

Mañana, en la ciudad de Monterrey, el doctor Hernández Ávila se reunirá con los secretarios de Salud de los gobiernos de Nuevo León, Guanajuato, Sonora, Veracruz y San Luis Potosí, así como con el doctor Carlos Campillo, director de los hospitales siquiátricos de la Ssa en la ciudad de México –Fray Bernardino Álvarez, Juan N. Navarro y Samuel Ramírez Moreno– para exponer su anteproyecto de NOM.

A la cita acudirán también Manuel Vázquez Valdés, director general de Gestión de Servicios de Salud, del Seguro Popular, y el maestro Antonio Heras Gómez, director adjunto de Calidad en Salud, de la Ssa.

El regreso de los nazis

De acuerdo con el material informativo recabado por González Torres, la contrarreforma se basa en lineamientos que fueron propuestos durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, para actualizar la NOM de 1994.

Hernández Ávila, quien en este aspecto fue asesorado por el doctor Carlos Campillo, retomó, dijo González Torres, enfoques obsoletos, como los siguientes:

Aislamiento: Dejar solo en una habitación o en un área específica de una habitación a un paciente bajo la vigilancia continua de personal médico y paramédico capacitado, con la finalidad de evitar o alejar (sic) de estímulos que generen excitación sicomotora. Es indicada por el médico responsable ante la inminencia de una situación de riesgo para el paciente o para terceros.

En cuanto a restricción física, el proyecto, insiste Virginia González, propone sujetar a un paciente o restringir su libertad de movimientos, mediante el modo manual (cuando personal capacitado somete directamente al paciente, y mecánico (cuando se emplean sujetadores de cuero o tela para limitar los movimientos de un paciente).

Para la llamada oveja negra de la familia González Torres, porque ha sido activa defensora de los derechos humanos de los enfermos mentales desde hace más de 30 años, esto es el regreso de los nazis: Hernández y Campillo quieren volver a la época de Ramón de la Fuente, quieren tener a los enfermos amarrados o metidos en un celda; que los bañen a manguerazos, como si fueran ganado, que coman en el suelo y sin cubiertos, como perros.

Y abundó: si se aprueba la norma oficial que están negociando con el Seguro Popular y los gobiernos de los estados, sencillamente se acabaría el modelo Hidalgo; ya no podría seguir siendo la base de la modernización de los hospitales siquiátricos del país, un proceso que el ex secretario de Salud, Julio Frenk Mora, puso en marcha en enero de 2004, a partir de las Villas Ocaranza, creadas por Virginia González Torres a las afueras de Pachuca, Hidalgo.

En esos lugares, los antiguos pacientes del hospital siquiátrico Ocaranza, que vivían como animales estabulados, semidesnudos, babeando y arrastrándose, embotados por el suministro de medicamentos que los volvían zombis, comenzaron a recibir un trato totalmente diferente.

Fueron acomodados en habitaciones de tres o cuatro camas, que ellos mismos tienden; comparten una cocina, donde preparan sus alimentos; comen sentados alrededor de una mesa, con cucharas, tenedores y cuchillos, sin sacarse los ojos o matarse entre sí, y además trabajan en talleres artesanales, cobran un sueldo y se adiestran para regresar a sus hogares.

Frenk Mora determinó que todos los hospitales siquiátricos de la Ssa adoptaran las características de las Villas Ocaranza; sin embargo, recuerda Virginia González Torres, desde que llegó el doctor José Ángel Córdova Villalobos a la secretaría, hemos tenido que enfrentar toda clase de obstáculos, y ahora parece que viene la puntilla con la NOM de Hernández y Campillo.

La Ssa, añadió la fundadora del Modelo Hidalgo, tiene un proceso de certificación de los hospitales, en los que levanta una cédula basada en tres criterios: indispensable, necesario y conveniente. Es decir, cuando se revisa el equipo de un hospital, hay aparatos, instrumentos, que por supuesto son indispensables, otros son necesarios pero no indispensables, y otros son convenientes, aunque si no se cuenta con ellos, pues no pasa nada.

En los hospitales siquiátricos en particular, prosiguió, lo que más se aplica es el criterio de conveniente, rara vez el de indispensable; en otras palabras, los enfermos mentales vuelven a quedar hasta abajo en la lista de prioridades; otra vez van a ser los que menos le importen al gobierno, y volverán a quedarse encerrados, sin futuro ni esperanzas.

De allí, explicó, el truco de clasificarlos como discapacitados, ya no como enfermos. Si a ti te arden los ojos, por una enfermedad, el médico te atiende y te cura; pero si no tienes ojos serás un discapacitado y tu problema será siempre. Pero en el campo de la salud mental esto que pretenden, y que por supuesto avala Córdova Villalobos, no lo podemos aceptar. El paciente siquiátrico es un enfermo del cerebro, no del espíritu, como pensaban los médicos hace siglos; por lo tanto, sus problemas de salud mental pueden resolverse. Llamarlos discapacitados es condenarlos a cadena perpetua, reducirlos a la condición de chatarra humana. Yo espero que la sociedad se movilice para impedir esta contrarreforma.