Cultura
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Universo insondable
 
Periódico La Jornada
Domingo 24 de octubre de 2010, p. 6

El disco Tangos insólitos es un regalo pleno de exquisitez. Quien lo otorga se enaltece. Quien lo recibe vuela. Su contenido es un tesoro: atrapa la magia, el encanto, el misterio insondable de una música tan popular como poco apreciada en su cabalidad: el tango.

Tan popular, no necesita explicación. Poco apreciada: las ideas preconcebidas, los arquetipos, los lugares comunes, los mitos y toda esa parafernalia oscura que rodea al tango impide a las mayorías adentrarse a las delicias de una música tan sencilla como complicada.

Sencilla: un compás de dos por cuatro estructura su donosa cuadratura. Complicada: las posibilidades combinatorias, el terreno por abonar, el horizonte fértil, la hondura y altura de la arquitectura sonora del tango propicia territorios irresistibles.

Si quitamos el humor involuntario de sus letras, la carga melosa del laberinto de chantaje emocional, autoconmiseración y demás linduras de telenovela, nos quedamos con la fascinación del tango-baile y, he aquí la novedad, la insospechada cantidad de tangos insólitos, es decir de tangos escritos por autores como Karlheinz Stockhausen, Erik Satie, Dmitri Shostakovich, Darius Milahud, Kurt Weill, Conlon Nancarrow y Mario Lavista.

Estas son las obras contenidas en el disco Tangos insólitos, que grabó la pianista argentina Haydée Schvartz con su colega Gabriela Bernasconi, autora de la investigación previa.

El efecto hipnotizante, hechizador del tango inicial, de Dane Rudhyar (1895-1985), el artefacto de motoperpetuo que inventó Erik Satie y rediseñó John Cage, el exquisito Tango rag que escribió Mario Lavista y en general todo este discurso sonoro en 15 tangos amerita que este disco, de circulación actual solamente en Argentina, pronto llegue a México.

Será un regalo multiplicador. Por lo pronto se trata de una verdadera exquisitez.