Opinión
Ver día anteriorJueves 21 de octubre de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Jazz

Sábado 16

D

espués de la euforia por la visita de Wynton Marsalis, su orquesta y su drim tim de invitados especiales, parece que la vida sigue. Antes, por supuesto, hubo sesudos análisis musicológicos que elevaban a estos instrumentistas a la esencia divina del Nirvana porque, juntos, sumaban 28 premios Grammy. En el otro extremo, los obcecados mártires de la vanguardia barritaban (el rebuzno se les dificulta un poco todavía) descalificando a Marsalis y compañía por tradicionalistas y anticuados.

El primer bloque seguramente tacharía de mediocre un imaginario trío de guitarras a cargo de Jimmy Page, Adrian Belew y Andy Smith, pues ni juntos ni separados han ganado un solo Grammy. El segundo grupo, mientras tanto, organiza una quema de discos y reproductores multimedia que contengan obras de Stravinsky, Donatoni, Cage y Risset, porque juntos suman ya 400 años de edad; ya no son la onda.

Aunque a final de cuentas, el más famoso de los Marsalis cerró su periplo mexicano el sábado 16 de octubre en Guadalajara, valiéndole sorbete lo que tirios y troyanos opinaran sobre sus quehaceres, ese mismo día 16 el jazz nuestro de cada día siguió rotando y dando nota; uno no sabía pa’ dónde voltear frente al anuncio de cinco conciertos simultáneos –y altamente atractivos– en una sola noche.

La big band de Papá Beto estaba anunciada a las ocho de la noche en la explanada del Palacio de Bellas Artes. Sobrevivientes del mítico foro de Villalongín y, obviamente, con Betuco en la guitarra, los conceptos, la dirección y los arreglos, estos cuates han logrado armar una banda realmente contemporánea y propositiva (La Jornada, 5/4/10).

El maestro Enrique Nery iba a ofrecer un recital de piano a solas en la quinta fecha del festival Jazzbook.0, enmarcado por la Feria Internacional del Libro en el Zócalo de la Ciudad de México. Previamente, en el mismo espacio, Erik Montenegro (quien ha evidenciado su oficio en la gerencia radiofónica de Horizonte) hablaría un tanto sobre Nery y su música.

Paté de Fuá, divertida y triunfante agrupación argentino-mexicana hacedora de canciones, fox trots y tarantelas, ofrecería un concierto en el teatro Metropólitan para armar así su primer disco en vivo y, evidentemente, aprovechar la incondicionalidad y la euforia de sus miles de seguidores, que sin vuelta de hoja servirán de inmejorable telón de fondo al cuerpo del disco.

Guadaloop es un trío que suena como toda una orquesta de electro funk, y en la saturación de este sábado estaba anunciado para ofrecer un concierto en la Casa de Mora, por los rumbos de la Roma Sur. Su propuesta es una mescolanza de house, funk e improvisación que pone a girar a todo mundo. Gabo González se hace cargo del bajo y la dirección, Juan Manuel Ledesma de la guitarra y la computadora, mientras Paco Godoy le da a la batería. Esa noche Israel Sol iba a rapear con ellos.

Juan Pablo Villa continúa revolucionando los conceptos de la música contemporánea con su inteligente desparpajo y sus interminables y sorprendentes construcciones vocales. Desde hace un tiempo se presenta, en plan solista, en los diferentes foros que previamente ha seleccionado por su acústica y así desarrollar lo que realmente viene a ser el nuevo canto de este siglo. Villa estaba anunciado en el Ex Teresa Arte Actual, y pensamos que finalmente iríamos para allá.

Pero entonces nos habló Sergio García, nos recordó que teníamos una cita con el maestro Manuel Campos, ex profesor de civismo y ex militante del Partido Comunista que está engarzando una a una sus memorias: 85 años de vida en las calles del antiguo barrio de Santa Julia. Don Manuel nos saludó con una picardía extraña y agradable, casi hierática, y empezó a hablar de Lago Chalco, de Laguna de Términos, de la expropiación del Colegio Salesiano para que Lázaro Cárdenas fundara una escuela para los hijos del ejército. Las imágenes se desprendían de sus recuerdos con elegancia e irrenunciable picardía. Y así siguió hablando hasta las tres de la madrugada, cuando las botellas vacías de vino tinto y la bella y somnolienta sonrisa de Gloria, su hija, insistieron en que era hora de ir a dormir. Salud.