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Guerras y amenazas terroristas, desplazadas; hay casi 15 millones de desocupados

La economía, nueva prioridad para el electorado estadunidense, según sondeo

En dos años 2.5 millones de personas han perdido su casa por no poder pagar la hipoteca

Prevén derrota demócrata en las elecciones de noviembre ante el desencanto con Obama

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Una residente de Aurora, Colorado, empaca sus pertenencias ante la posibilidad de quedar sin hogar para ella y sus dos hijas, pues en dos meses le suspenderán la ayuda gubernamental para renta de viviendaFoto Ap
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 21 de octubre de 2010, p. 25

Nueva York, 20 de octubre. Es la economía, estúpidos.

Esa fue la consigna de la triunfante campaña electoral de Bill Clinton en los noventa y ahora, otra vez, es la frase clave para la contienda electoral legislativa que culmina el 2 de noviembre. Desde que estalló la peor recesión desde la Gran Depresión en 2007, cualquier otro tema es secundario para el electorado, incluidas las guerras y la amenaza terrorista.

Y es que por 17 meses consecutivos la tasa de desempleo se mantiene por arriba de 9 por ciento (hoy está a 9.6 por ciento, o sea, 14.8 millones de de desocupados), casi el doble de antes de la recesión. Pero es aún peor: desempleo y subempleo combinados superan 17 por ciento, lo cual implica que más de uno de cada seis trabajadores estadunidenses están desempleados o subempleados –un total de 26.8 millones– según las últimas cifras oficiales y cálculos del Economic Policy Institute.

En el último informe oficial sobre empleo antes de las elecciones, se registró que aunque el sector privado agregó 64 mil empleos en septiembre (menos que los meses anteriores), la economía en total perdió 95 mil empleos, resultado de una reducción de 159 mil puestos en el sector público, incluidos maestros.

Millones de estadunidenses están a punto de perder, o ya perdieron, sus casas. Desde que comenzó la recesión hace dos años, más de 2.5 millones de hogares han sido embargados porque sus dueños no lograron pagar las hipotecas. Uno de los principales detonadores de la crisis fue justo la especulación en torno a hipotecas. En septiembre, el número de embargos de casas alcanzó 100 mil por primera vez en un mes.

Con todo esto, también se registró un incremento en la pobreza, 43.6 millones –uno de cada siete estadunidenses– vivían en la pobreza en 2009 (cifras más recientes del censo), una tasa de 14.3 por ciento, más de un punto porcentual que 2008 (equivalente a 3.7 millones de personas).

En todas las encuestas recientes, la economía es el tema prioritario para el electorado, y una abrumadora mayoría desaprueba del manejo de la política económica por la cúpula política, y cree que el país avanza por un carril equivocado.

Thomas Mann, experto en elecciones y gobernación del Brookings Institution, afirmó en un reciente foro con periodistas que el estado de la economía es clave, y que si la recuperación naciente a finales de 2009 se hubiera acelerado a una tasa de entre 3.5 y 5 por ciento generando 200 mil empleos al mes, en esta elección “las mayorías de los demócratas en la cámara y el Senado no estarían amenazadas… El estado de la economía, el desempleo, el subempleo, el ingreso estancado, el ingreso desplomado para algunas familias, el declive en bienes personales... Todo esto ha creado una gran sensación de que nada funciona en este país”. Mann afirma que, por ahora, junto con menor índice de participación en elecciones intermedias y el hecho de que el partido en el poder siempre pierde algunos escaños, la pregunta hoy es qué tan grande será la derrota.

Las implicaciones electorales de esto son determinantes, aunque confusas, y cada partido busca cómo manipular el argumento a su favor. Los demócratas encabezados por el presidente Barack Obama repiten que la crisis económica fue responsabilidad de los gobiernos republicanos, y que ahora quieren que les regresemos las llaves para conducir, y que eso sólo llevaría a más desastre, ya que lo peor ha sido superado.

Los republicanos insisten en que los demócratas han tenido el control de la Casa Blanca y el Congreso durante 19 meses, y que sus iniciativas han fracasado, resultando sólo en un creciente déficit del presupuesto sin generar empleo, algo que sólo el sector privado puede lograr de manera eficaz.

Los demócratas tenían la esperanza de que las perspectivas económicas serían más positivas a estas alturas, sobre todo en la generación de empleo. Sin embargo, hoy la Reserva Federal emitió un informe que trataba de poner en tonos lo menos alarmantes que la economía estaba creciendo sólo moderadamente. Para los republicanos esto ha sido una danza complicada ya que muchos de ellos son los mismos que estaban en el gobierno cuando estalló la crisis. Pero han logrado, al parecer, trasladar la culpa, por ahora.

Una encuesta de votantes probables de NBC News/Wall Street Journal difundida hoy registra una ventaja de 50 por ciento contra 43 por ciento para los republicanos. Es difícil decir que los demócratas enfrentan algo diferente a un huracán de categoría 4, comentó al Journal el encuestador demócrata Peter Hart. Por ello, se espera que los demócratas pierdan la mayoría en, por lo menos, la Cámara baja.

Casi todos los analistas concluyen que la ansiedad por la situación económica, y la falta de confianza en el cambio prometido por el liderazgo demócrata han nutrido a la oposición. No porque los demócratas vayan a votar en favor de republicanos, sino que simplemente no votarán, en función de su desilusión con lo logrado por Obama y los líderes legislativos de ese partido.

Obama ha pedido paciencia, ha dicho que la situación avanza, aunque lentamente, en dirección positiva. Pero faltando dos semanas para la elección, la sensación desesperada y la angustia por la falta de empleo, de ingreso, y hasta de hogares, genera cada vez mayor impaciencia. En repetidas ocasiones recientes, en foros para promover el voto a favor de su partido, Obama ha tenido que responder a preguntas como la de una veterana militar y analista financiera: ¿dónde está el cambio que prometió y por el cual voté? Aún no lo veo.