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Los ataques a la favorita a la presidencia se centran en escándalos de corrupción

Rousseff devuelve golpe tras golpe a sus contendientes en nuevo debate en Brasil

Sacamos a 20 millones de brasileños de la miseria, carta fuerte de la candidata oficialista

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Dilma Rousseff, candidata a la presidencia de Brasil por el Partido de los Trabajadores, y su contrincante, el socialdemócrata José Serra, durante el debate que sostuvieron ayer en Río de Janeiro. Los aspirantes se volverán a enfrentar el próximo juevesFoto Ap
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Periódico La Jornada
Lunes 27 de septiembre de 2010, p. 32

Sao Paulo, 26 de septiembre. Por fortuna para los candidatos a la presidencia de Brasil, hoy no hubo futbol. En su primer debate televisado, vale recordar, se les atravesó el encuentro entre el Sao Paulo y el Internacional, de modo que la audiencia fue realmente pobre. Así que hoy, a una semana de las elecciones que definirán al sucesor del presidente Luiz Inacio Lula da Silva, muchos más hogares brasileños vieron a la candidata oficialista, Dilma Rouseff, devolver una y otra vez los golpes de tres aspirantes opositores, fincados sobre todo en el más reciente escándalo de corrupción del gobierno.

¿Va a tener otras Erenices?, pregunta Plinio Arruda de Sampaio, el candidato del pequeño Partido Socialismo y Libertad, en referencia a la ex colaboradora de Rousseff, Erenice Guerra, quien la remplazó como ministra y renunció hace un par de semanas acusada de tráfico de influencias. ¿Será que usted fue cómplice o es incompetente para escoger a sus colaboradores?, remata.

Ni una cosa ni la otra, responde la candidata del Partido de los Trabajadores y sus aliados. Frente a esa pregunta y varias más de los otros aspirantes y de periodistas, Rousseff debe enfrentar el tema de la corrupción en el gobierno de Lula que, paradójicamente, la llevó a la candidatura, puesto que otros aspirantes quedaron en el camino hace ya tiempo, precisamente por escándalos del gobierno petista.

Roussef repite lo que ha dicho en los últimos días: el asunto de Erenice Guerra está en manos de la justicia y no habrá impunidad para nadie. Añade en éste, el cuarto y penúltimo debate, que el gobierno de Lula ha fortalecido la policía federal y encarcelado a más funcionarios corruptos que nunca.

Pierde puntos claves para evitar la segunda ronda

Rousseff ha llegado a la recta final con 50 por ciento de la intención de voto, pero la pérdida de unos cuantos puntos en estos días es de vida o muerte, porque de no obtener más de la mitad de los sufragios habría segunda vuelta electoral y un mes más de campaña.

Marina Silva, candidata del Partido Verde, con alrededor de 12 por ciento de la intención de voto, parece ser la más interesada en esa segunda vuelta, en la que insiste una y otra vez. Ella ha sido la principal beneficiaria del leve descenso de las preferencias de Roussef en los potenciales 135 millones de electores.

José Serra, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), en un lejano segundo lugar, prefiere evadir la confrontación directa con Roussef, quizá porque su partido, el del ex presidente Fernando Henrique Cardoso, tiene su propia historia de escándalos de corrupción, que la aspirante oficialista se encarga de recordar.

En busca quizá de reforzar su voto en las clases medias, temerosas de los demonios del terrorismo, Serra quiere utilizar a Plinio Arruda para golpear al gobierno de Lula, que se ha aproximado mucho a gobiernos dictatoriales como el de Irán, que no tienen nada que ver con nosotros, que persiguen mujeres y tienen la bomba atómica. Insiste en que Arruda hable de la política exterior de Lula en relación con los derechos humanos.

Arruda no cae en la trampa: ¿Qué país crea más problemas de derechos humanos que Estados Unidos? ¿Por qué relaciones con ellos y no con Irán?, se le va por la izquierda.

A la pregunta de una periodista, que alude a declaraciones del ex presidente Cardoso, en las cuales dio por derrotado al candidato de su partido, Serra responde: Yo no fui patrocinado por nadie específicamente. Fui un candidato escogido por el partido, por mi historia.

La misma periodista alude a la utilización que Serra hizo de la imagen del presidente Lula al principio de su campaña, uno de los errores que más le han costado al candidato que a principios de este año pintaba en el primer sitio en los sondeos. Fue, dice un atribulado Serra, “una circunstancia de argumentación… yo no trato a mis adversarios como enemigos”.

Sobre todo, claro, si el adversario tiene una popularidad de 80 por ciento, como sucede con el presidente Lula, principal bandera de la candidata Rousseff. Participé al lado del presidente Lula y represento un proyecto que en estos últimos ocho años cambió Brasil, dice la candidata.

¿Trabajó? Este lunes, Rousseff cierra campaña en el Sambódromo de Sao Paulo, con Lula como participante estelar.

¿Quién es más cristiano?

En la batalla por la presidencia de Brasil, una de las trincheras es probar quién es más cristiano.

Así ocurrió, al menos, en el debate celebrado el pasado 23 de septiembre. Claro, los aspirantes eran huéspedes de la conferencia de los obispos del Brasil.

“El cristianismo marcó profundamente a la humanidad… Ama los otros como a ti mismo”, remata Dilma Rousseff.

“Jesucristo representa la verdad y la justicia… que le haría muy bien a la política brasileña, no veríamos tanta mentira”, suelta José Serra, quien finaliza sus intervenciones con la evocación de los tres religiosos más importantes en su vida. Uno de ellos, Dom Paulo Evaristo Arns, firmante del manifiesto que hace unos días lanzaron varias personalidades en defensa de la libertad de expresión y contra el presidente Lula.

Frente a los obispos, Serra le reprocha a Roussef ser una cristiana en vísperas de elección.

Mientras el debate sigue en la pantalla, el presidente del PT, José Eduardo Dutra, escribe en Twitter: Fui colega de Serra durante ocho años en el Senado y nunca hizo ninguna referencia a Dios o al cristianismo.

Plinio de Arruda, un viejo defensor de los derechos humanos –tiene más de 80 años–, no necesita acreditar su vena religiosa: fue de la vertiente del PT que provino de las comunidades eclesiales de base. La opción preferencial por los pobres es la bandera de campaña del candidato del Partido Socialismo y Libertad, es convidado a los debates de los grandes pese a que ni siquiera araña el uno por ciento en las encuestas.

La candidata del Partido Verde, Marina Silva, navega con la bandera ambientalista tanto como con la religiosa, pues es pentecostal, en un país donde las denominaciones no católicas han tenido un crecimiento explosivo (algunos calculan que la cuarta parte de los brasileños son evangélicos).

Las dos candidatas se manifiestan a favor de la vida, pero Rousseff trastabillea cuando se declara contra el aborto y habla, al mismo tiempo, de los métodos bárbaros que usan las mujeres pobres para interrumpir el embarazo.

El suyo, acusa Marina Silva, es un discurso de conveniencia, y se gana aplausos de la audiencia formada por curas, maestros y alumnos de universidades católicas.

La vida es un valor que nosotros, como seres humanos, debemos respetar, honrar y percibir en su dimensión trascendente, responde Rousseff.

Más allá de la rebatiña por los valores cristianos, la candidata del presidente Lula tiene la ventaja incomparable de los números, que ni siquiera sus contendientes –con la excepción de Plinio– se atreven a cuestionar.

Aunque en las filas del PSDB hay muchos críticos de las políticas del lulismo, el candidato Serra ha hecho sus banderas de última hora el reforzamiento de acciones de Lula: promete, por ejemplo, elevar el salario mínimo a 600 reales (unos 4 mil 400 pesos) y entregar a los beneficiarios de la Bolsa Familia (una especie de programa Oportunidades) 13 cheques al año en lugar de los 12 actuales.

Eso, pese a que según la prensa favorable al gobierno, destacados políticos socialdemócratas lo han llamado el programa que crea vagabundos.

Por su lado, día tras día, Rousseff pone sobre la mesa los buenos números del gobierno de Lula. El debate con los obispos no es la excepción: Sacamos a 20 millones de brasileños de la miseria y subimos a 36 millones a la clase media.

Los analistas locales estiman que el debate importante está por darse, el próximo jueves 30, a cargo de la poderosa TV Globo.