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Ver día anteriorSábado 7 de agosto de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Levy, Beltrones y Peña Nieto: ¿más tragedias como la de ABC?
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espués de su funesto y nunca sancionado paso por el IMSS-Fox, Santiago Levy pretende regresar con el PRI-Beltrones-Peña Nieto a imponer fatalmente –ahora en la seguridad social– otro fracaso como el Progresa (Oportunidades), financiándolo con IVA generalizado a fármacos, alimentos y servicios sin excepción.

Su enredada y tecnocrática propuesta: oootra reforma social publicitada por políticos ayunos de agenda, intelectuales orgánicos, analistas a modo y académicos jilgüeros, quiere desestructurar la integralidad de las prestaciones IMSS-ISSSTE para sustituirlas con un universalismo de paquetes mínimos en materia de pensiones-retiro, seguro médico, de vida y de invalidez, a la imagen y semejanza del Seguro Popular de Frenk.

Un presuntuoso Seguro de Derechos Sociales Universales que agrega ¡generosamente! uno de riesgos de trabajo –sólo para los asalariados– y otro de desempleo modesto, en remplazo de la indemnización por despido.

La nueva pesadilla de Levy equivale a 5 puntos del PIB: 30 mil millones de dólares. Para instrumentarla sería preciso elevar la imposición de gravámenes. ¿Cómo? Homogeneizando la tasa del IVA a 15 por ciento para todos los bienes y servicios sin excepción, justamente en esos mismos 5 puntos del PIB. Ese impuesto sería entonces bautizado como contribución para los derechos sociales universales.

Pero como con el Seguro Popular, el problema de fondo es que el enredo Levy y su fantástica propuesta tributaria no garantiza lo que ofrece: la pensión de retiro (en las Afore) apenas sumaría 30 por ciento del último salario devengado y el seguro médico sería racionado, como muestran sobradamente sus cuestionadas UMAES-IMSS.

Recientemente Alberto Díaz Cayeros preguntó: ¿qué ofrece México al resto de Norteamérica? Sin dejar de reconocer la asimetría con Estados Unidos y Canadá, respondió, una visión alternativa para detonar la cooperación regional permite ordenar las siguientes oportunidades complementarias: la estructura de edad de México es más joven; los trabajadores indocumentados son muchos porque sus servicios son necesarios; la competitividad internacional de la industria automotriz, electrodomésticos y otros sectores sólo son concebibles si los trabajadores mexicanos son parte integral de los procesos de producción; los servicios personales que requieren nuestros vecinos de la tercera edad se podrían ofrecer en comunidades de retiro en México; incluso hay grandes ventajas complementarias en servicios financieros, telecomunicaciones e informática (Reforma, 9/8/09).

Lo que ofrece México son los servicios necesarios, ¿de cocineros, meseros, camareras, nanas, jardineros y lavacoches, entre otros?

Como señaló el tecnócrata Ernesto Zedillo en junio de 2009: la mejor manera de promover la igualdad de oportunidades es vía la provisión de servicios básicos de salud y educación, así como la construcción de la infraestructura del capitalismo popular: que las personas en condiciones de pobreza tengan identidad legal, certeza en sus derechos de propiedad y acceso a instrumentos modernos de ahorro e inversión.

Justo el enredo de Levy que constituye la miserable política social del país diseñado por el priísmo autoritario de Salinas hace 27 años y continuado, sin chistar, por el panismo de Fox y Calderón.

Un modelo que, incapaz de crear empleo formal para realmente ampliar el horizonte del bienestar, sólo sume en un deterioro creciente la red pública de salud y seguridad social y ahora –siguiendo el enredo Levy– quisiera reducirla a meros paquetes universales básicos no garantizados como el Seguro Popular. Migajas de derechos para una ruidosa ciudadanía carente de deberes estatales integrales.

Como con ese Seguro Popular, el balance de Progresa-Oportunidades está aún por hacerse. Pero su costo social es patente: dádivas sociales condicionadas que empeoran a la baja los servicios, aunque preservan el uso electorero (Zedillo-Fox-Calderón) de los recursos. Dádivas que esquivan la red de seguridad social pero parasitan de ella. Programas que dan salud y elevan el desempeño presidencial.

La nueva reforma Levy arropada por Beltrones y Peña Nieto es la agenda de una elite en decadencia imposibilitada para abrir al debate nacional todo aquello que desborda el país salinista empeorado por Calderón.

Esa agenda efectiva, además de establecer las varias responsabilidades de Levy en su funesto paso por el IMSS –que culminaron en las 49 muertes de Hermosillo– debería iniciar actualizando un esquema integral de salud y seguridad social correspondiente al nuevo cuadro económico, seguido de una estrategia precisa para corregir los problemas estructurales de la operación de la red.

Ese es su reto y no un esquema de seguridad social que achica prestaciones, sólo para expandir un Presupuesto de Egresos al servicio de los poderes fácticos. Una propuesta integral con un compromiso explícito de mejora en los servicios que ya pagan derechohabientes, patrones, ciudadanos y usuarios de la red.

Pero frente al reto, Beltrones y Peña Nieto pasan frívolamente a escape reproduciendo con comodidad el enredo Levy, cuando en términos estrictos deberían vertebrar una propuesta orgánica para el sector (pensiones, salud, prestaciones económicas y sociales) en consonancia con los políticos del siglo XXI que aspiran ser.

Ambos se contentan con anticipar un esquema universal montado sobre meros paquetes básicos como los del Seguro Popular de Frenk. Y agregan: si este es el propósito y hace falta dinero, entonces sí busquemos una profunda reforma fiscal. ¿Entonces sí? Pero sucede que los recursos ya están ahí.

¿Podrán ambos reproducir de propia voz –sin tarjetas, con claridad, sencillez e incluyendo los nuevos impuestos contemplados– el enredo de quien diseñó el contrato letal de la guardería ABC?

* Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco