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Astilla de cristal, libro en preparación, marca el vuelco de la narradora a la novela negra

Laura Esquivel crea la primera mujer detective mexicana

Lupita, la protagonista, refleja toda el alma del pueblo, adelanta a La Jornada

Somos una sociedad adicta al dolor y me pregunto cómo es posible que repitamos la historia cada 100 años

Especial
Periódico La Jornada
Jueves 15 de julio de 2010, p. 4

Gijón, 14 de julio. Para ella no hay imposibles. Supo reinventarse a tiempo para no morir de éxito con su novela Como agua para chocolate, convertida en un clásico de la literatura universal, y ahora Laura Esquivel se permite explorar nuevos géneros como la novela negra, para resurgir de manera esplendorosa como el Ave Fénix.

La escritora, guionista, feminista y defensora de las tradiciones mexicanas pretende dar un vuelco a su literatura y no teme dar un salto al vacío sin red, porque confía plenamente en su pontencial espiritual y en sus fieles lectores a quienes les tiene preparada una enorme sorpresa, titulada Astilla de cristal.

Se trata de una novela que narra las peripecias de la policía Lupita, mujer maltratada que ha sufrido el acoso del machismo mexicano no sólo en su casa sino también en el trabajo.

Una mujer, madre y esposa que a fuerza de voluntad sale adelante y triunfa en su lucha por la justicia y la reivindicación de las causas más nobles.

“Es un personaje entrañable –dice en entrevista con La Jornada, Laura Esquivel, sentada en una terraza de la Semana Negra–, me gusta la novela policiaca. Estoy encantada con Lupita. Y no existe una mujer detective. Está Sherlock Holmes, Belascoarán, de Paco Ignacio (Taibo II) y cuántos dectectives hombres, pero no hay una mujer. Allí tenemos a Agatha Christie, pero en mujer detective mexicana, no hay.”

Lectora de Agatha Christie

Laura Esquivel viste blusa oaxaqueña y falda verde manzana. La gente la busca, la felicita, pide hacerse fotos con ella y le solicita firmas en sus libros. Cuando reanuda la entrevista se le iluminan los ojos al hablar de su Lupita: “Es una mujer policía del rango más bajo, que se va a convertir en una detective. Es una mujer que ve y deduce cosas muy impresionantes, ha sufrido mucho maltrato. Es alcohólica anónima. Es AA. Y durante la novela va a tener que sobreponerse a un dolor muy grande, a tocar fondo, ha vivido cosas muy duras, como violaciones, todo tipo de humillaciones, incluso dentro de la corporación policiaca, una agrupación machista.

Es un personaje que de entrada despierta mucho interés y empatía. Es un personaje entrañable que representa mucho desde su nombre, toda esa alma del pueblo mexicano que atraviesa muchas veces por lo mismo.

Laura tiene muy avanzada su nueva novela, aunque su ocupación como directora de Cultura de la delegación Coyoacán compromete su actividad y compromiso social de tiempo completo. Está decidida a publicarla pronto y a entrar plenamente en un género que le gustaba desde niña. A los 12 años empezó a leer la colección de la obra completa de Agatha Christie que tenía su madre en casa.

–¿Por qué el título Astilla de cristal?

–Porque creo que así son las cosas que tenemos escondidas y nos cuesta trabajo sacar. Con una astilla de cristal que se entierra tienes que ir sacando, abriendo más profundo porque no sale, se quiebra. No es como la de madera que la sacas. En este caso tienes que abrir y sacar un pedacito y otro se queda, y abrir y sacar. Tienes que abrir profundo, depurar, sangrar y finalmente sanar.

–¿Que le gusta del género negro?

–Agatha Christie, Patricia Highsmith; me gusta Paco Ignacio Taibo II. Mi mamá tenía todas las obras de Agatha Christie. Todavía las tengo en mi casa, libros todos polvosos y amarillentos, pero era lo que tenía a la mano y me apasionaban. Recuerdo también otro: La muerte tiene manos de mujer, pero no me acuerdo del autor.

–En obras anteriores ha coqueteado con el género negro...

–Sí, mi primer intento fue con La ley del amor, un thriller que sucedía en 2200. Allí el asesinato tenía que ver en varias vidas pasadas. Fue una investigación muy curiosa, porque la astroanalista tuvo que reconstruir vidas pasadas para descubrir el enredo de un personaje que se parecía a Elba Esther Gordillo, que deseaba ser presidenta mundial y había sido un horror de mujer y cargaba con crímenes del pasado.

–¿Ahora piensa en una mujer policía, cuando el país está sumido en una crisis de seguridad por el embate de la violencia y la incapacidad gubernamental para enfrentar al crimen organizado, con una policía que deja mucho que desear?

Foto
Laura Esquivel, en Gijón, EspañaFoto Sanjuana Martínez

–Mucho que desear, les falta leer. Ahorita en la delegación Coyoacán tenemos un programa para policías de fomento a la lectura. Se sorprendería saber lo que leen.

–¿Y qué ha hecho para empaparse del personaje de Lupita?

–He entrevistado a muchas mujeres policías. Son admirables, luchonas y muchas con un deseo auténtico de luchar por la justicia. Muchas se hacen poli-cías para tener un puesto que infunda respeto. Han sido tan dañadas que dicen: a ver si con uniforme. Y muchas con un deseo de ayudar e intentar hacer justicia en un mundo que las ha maltratado tanto.

Vencer el miedo una y otra vez

–¿Qué tipo de crímenes soluciona Lupita?

–De todo. Tiene muy claros sus objetivos. Es una mujer valiente. Ha tenido que vencer el miedo una y otra vez.

–¿Por qué este cambio de género literario?

–Me interesaba desde hace tiempo la novela negra. Es la primera vez que en una novela hablo de la actualidad. La ley del amor se desarrolla en 2200 y Como agua para chocolate en la Revolución. Astilla de cristal es actual, porque creo que muchas cosas que buscamos solucionar afuera son las que no hemos solucionado dentro. Somos una sociedad adicta al dolor y me pregunto cómo es posible que repitamos nuestra historia cada 100 años. Es una historia dolorosa, de injusticia para los trabajadores, de hambre, de miseria generalizada, de violencia. Y debe haber un trabajo conjunto de lo que estemos haciendo en el mundo público y lo que hagamos en lo íntimo, si no, no va a haber forma, porque nos han hecho creer que somos víctimas o maquiladores o gente que pide limosna en la calle. ¿En que momento el mexicano acepta una identidad que no le pertenece? Y lo más importante, ¿cómo recuperar la verdadera identidad?

–¿El género está en crisis?

–No veo esa crisis. Aquí veo a las miles de personas que vienen fascinadas con el género negro. Buscan otra respuesta a los problemas, que no sea el crimen.

–¿Astilla de cristal refleja al México actual con toda su violencia?

–Violencia y delincuencia. Y no sólo tengo material en eso, pues también tengo amigos que me llenan de un conocimiento ancestral y dicen que no es la primera vez que se atraviesa por estos problemas. Tenemos que buscar una nueva manera de salir de ellos. Como decía Einstein: Si seguimos haciendo lo mismo, vamos a seguir teniendo los mismos resultados. Hay que buscar nuevas alternativas.

–Usted ya buscó otros espacios. ¿Qué tal su experiencia como candidata y sus vivencias en la pasada campaña política? ¿Le dan elementos para su novela negra?

–Más que para una novela negra, para hacer una renegrida, recontraquemada y achicharrada...

–¿Tan mal está el mundo político?

–Es lamentable. La política podría ser, como mencionó Andrés Manuel López Obrador en un mitin en el Zocalo, que la única manera de hacer política es el amor, el amor al país, al bienestar, el amor verdadero por el de junto, por el que se muere de hambre. Sigo creyendo en el proyecto alternativo de nación de Andrés Manuel.

–Sin embargo, ha sido muy criticada por meterse en política siendo escritora. Hay intelectuales, gente, lectores que supongo le habrán reclamado.

–Sí. Me decían: ¿qué tienes que estar haciendo allí? Y yo digo, ¿cómo? Hay que luchar por mejorar el país. Pero tendemos a pensar que el mundo está atomizado y que lo que hacemos no se refleja en los demás. Y no. Todo se refleja. Somos responsables de lo que pensamos y hacemos. Podría estar en mi casa escribiendo, afortunadamente puedo vivir de mi trabajo de escritora. Sí, pero por cuánto tiempo. Cuando el país se nos desmorona, se cae a pedazos. Deberíamos todos dejar lo que hacemos a escala individual y trabajar en el mundo colectivo. Si no lo hacemos, ¿quién lo hará? ¿Calderón? No puede, no le interesa.