Opinión
Ver día anteriorMartes 13 de julio de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Abanderado nonato
E

n 2006, la izquierda mexicana, o lo que quedaba de ella, perdió la elección presidencial por falta de crítica y autocrítica, no sólo por maniobras de la derecha. Pocos, muy pocos, se aventuraban a señalar los errores que no sólo conducían a la derrota electoral, sino al más grande de los retrocesos ideológicos. Dirigentes, activistas, militantes e intelectuales, otrora críticos, descubrieron la fascinación del pragmatismo y el embeleso por el insulto y el resentimiento, que había mordido el anzuelo del ofrecimiento del poder sin adjetivos.

Pocos levantaron la voz, frente a la incoherencia, el sectarismo, las ocurrencias y el seguidismo. En 2006, pese a todas las condiciones de victoria, se condujo a la derrota y hasta hoy nadie desde la izquierda acepta que los errores no pudieron con las maniobras teniendo la fuerza, y no sólo eso, favorecieron a los contrarios. En 2006, con todo cuidado, se construyó una derrota inmerecida con base en la soberbia, y en cuatro años se trabajó eficazmente para el PRI, para el PAN y no para un proyecto propio. ¿Qué significa un abanderado nonato?

De aquellas jornadas ha quedado claro que no basta decir que la oligarquía es la oligarquía, o decir que todo está mal y no decir para dónde; llenar el Zócalo no es garantía de votos, sino de músculos clientelares y uso de escenografía de los presentes. ¿Cómo ir a una elección si en 2006 se decretó la inexistencia de las instituciones y se hizo un llamado a no creer en las elecciones? ¿Ha cambiado algo sustancial para ahora creer ahora en el IFE? Faltan explicaciones, mucha coherencia y lo predecible en este caso, la gestación sin parto, es debilidad, no fortaleza. ¿Ganar, por ser el candidato con mayor tiempo (según el cálculo), debe dar más votos?

Los partidos de la vieja coalición siniestra, a los cuales se les convoca a registrar al candidato y lavar sus nuevos pecados, de aliarse con la derecha espuria, algunos han buscado alianzas o han trabajado para que gane el PRI, como el PT en Nuevo León y en Zacatecas. Pero para el candidato eso no importa: los fines justifican los medios; de los partidos lo único importante son sus registros y sus prerrogativas, pasando del pragmatismo al utilitarismo, su fase superior.

Luego de los insultos contra el PAN y la derecha, resultaron alianzas. Hoy, como si nada hubiese pasado, se convoca a PRD, PT y Convergencia a registrar la que se dice de nuevo opción única, luego de decir lo que se ha dicho contra los partidos y principalmente contra el PRD, al que pertenece el abanderado nonato. ¿Trabajará el candidato contra las alianzas anunciadas del año próximo con el PAN? ¿Apoyará a esos candidatos o los reventará?

Hoy, el insulto, la acusación, es un negocio político. Es falsa una candidatura ciudadana basada en viejas estructuras de los partidos que sostienen la transición pactada con base en alianzas para poner viejos priístas. El adelanto prematuro no tiene preocupada a la oligarquía y no le duele a nadie, pero es la misma estrategia de 2006, impuesta con base en olvidos: yo soy la izquierda y todos los que no estén conmigo son la derecha (al PRI se le deja el centro).

Hoy es claro que frente a los simpatizantes que pudiera tener el abanderado nonato, hay miles que ya no lo son y lo rechazan. El albazo no lo hace unitario. Llenar el Zócalo no es una garantía de fuerza. Releer un listado de lugares comunes, que cambia en el siguiente mitin y se aprueba a mano alzada, tampoco.

El 2012 se vuelve a disputar bajo los mismos términos del viejo presidencialismo: un presidente absolutista, centralista, todopoderoso, con capacidad de dedazo. Se disputan lo que ya no existe, el vacío, la soledad, el enfrentamiento entre poderes y el de los locales contra el federal. Es falso, con este viejo sistema político, un presidente solucionador. Las elecciones son un camino hacia ninguna parte.

De una cosa debe servir la candidatura nonata: abrir el debate, la crítica y señalar por dónde no hay que ir. Si el 24 de abril de 2005 fue para la izquierda su 18 brumario de Luis Bonaparte, hoy la decadencia debe abrir el libro de los errores, contra la misma manipulación y la decadencia de lo que hace de la izquierda un bien inmobiliario. El tema es que no se necesita un candidato, sino un rumbo, un diagnóstico correcto del país, un programa posible y viable.

El regreso como candidato debe convocar a todas las mentes progresistas a una cosa: el fin de la manipulación y la intolerancia de 2006, el maniqueísmo, la histeria y el resentimiento impuesto desde el oscurantismo político. La izquierda si es izquierda, debe abrir el debate y la autocrítica. Nadie es propietario de la izquierda, hay que definirse por el rumbo y la construcción, no por destruir y decir lo obvio. Criticar abiertamente no convierte a nadie en parte del enemigo, como lo impuso el atraso y la irracionalidad en 2006. Los caminos de la liberación, del avance, hay que buscarlos practicando la democracia, para ganar la democracia.