Opinión
Ver día anteriorViernes 9 de julio de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Elecciones en Chihuahua: transición ¿hacia dónde?
C

uando los resultados de las elecciones del domingo pasado nos revelan alternancia en seis entidades federativas y elecciones fuertemente competidas en tres más, en dos estados fronterizos marcados por la guerra contra el narcotráfico, Chihuahua y Tamaulipas, los comicios arrojan aplastantes triunfos del PRI y altas tasas de abstencionismo.

El dato más relevante del proceso electoral en Chihuahua es que prácticamente sólo votó uno de cada tres electores. La tasa de participación, de apenas 36 por ciento, fue la más baja en este tipo de elecciones, cuando menos desde 1974. Además, el voto nulo rondó 5 por ciento, más del doble de los votos logrados por el PRD en la lucha por la gubernatura.

Por más que la jornada comicial empezara con cuatro colgados en puentes vehiculares de la capital chihuahuense, con el asesinato del hermano del candidato a alcalde panista de Batopilas, y terminara con 19 ejecutados, no puede atribuirse sólo al temor el alto índice de abstencionismo en las elecciones a la gubernatura, Congreso local, alcaldías y sindicaturas. Pesaron fuerte en el ánimo de los electores 27 meses de angustias, frustraciones y vejaciones provocados por el Operativo Conjunto Chihuahua, primero, y luego por la operación coordinada de elementos federales, estatales y municipales contra el crimen organizado. Una sociedad no sólo atemorizada, también engañada, inerme ante la delincuencia, desprotegida por el Ejecutivo federal, iniciador de esta guerra, pero también por el estatal, irritada ante la ineficacia y los programas de saliva da la espalda a las urnas como acto mínimo de protesta y desacuerdo. La legitimidad del sistema político y electoral es una de las más graves bajas de esta guerra.

El PRI, con sus aliados PVEM, Nueva Alianza, PT y Convergencia, logró arrasar en las elecciones a gobernador, con una ventaja de 14 puntos porcentuales. El tricolor obtiene –según los conteos al 6 de julio– 19 de 22 diputaciones de mayoría, otra más su aliado Nueva Alianza, y Acción Nacional sólo dos. Recupera la capital del estado y Parral, retiene Ciudad Juárez y Cuauhtémoc. Algunos señalan que el tricolor triunfó gracias a su estructura. Lo cierto es que la estructura estuvo bien aceitada por el voto corporativo, inducido, de empleados del gobierno del estado, del sindicato de maestros y otros gremios. La alianza priísta, en lugar de orientarse primordialmente al voto verde trabajó el voto de los pobres urbanos, con un despliegue desaforado de recursos: despensas, dinero, camisetas, gorras, electrodomésticos, etcétera. El más puro estilo de antes de la transición. La pobreza no se combate, se aprovecha.

La debacle del PAN, que cuando mucho alcanzará siete u ocho escaños en el Congreso, de 11 que tiene ahora, se amortigua un poco con el triunfo en 23 o 24 municipios, entre los que destaca el de Delicias, tierra del actual gobernador. Los blanquiazules, contrariamente a su tradición, perdieron muchos votos en las grandes ciudades, no movilizaron suficientemente a sus bases clasemedieras, pero parece que supieron utilizar muy bien la palanca del Oportunidades y de algunos programas de estímulos al campo. Así, lograron triunfar en nueve de 15 municipios de alta y muy alta marginalidad en la zona serrana.

Dos factores principales explican el derrumbe de Acción Nacional: la guerra contra el narcotráfico de su jefe, Felipe Calderón, con los estragos que ha causado en la sociedad chihuahuense. Y la propia guerra de sus facciones: el DHIAC y sus aliados se han llevado casi el carro completo dentro del panismo norteño, generando heridas que no se restañan, excluyendo liderazgos con buena convocatoria, desalentando importantes grupos de activistas. La enseñanza podría ser: Quien a carro completo mata, a carro completo muere.

En todo caso, no hay mucho lugar para el optimismo. Si un PRI mayoritario, pero no dominante, no quiso transitar durante este sexenio a las prácticas de pluralidad, transparencia, rendición de cuentas y participación ciudadana que la democracia chihuahuense requiere, ¿lo podrá hacer un tricolor dominante, con un contrapeso de apenas la cuarta parte del Congreso, un panismo derrotado, una izquierda fragmentada y una ciudadanía fastidiada y descreída?

Esto lo debería reflexionar Calderón: su forma de guerrear contra el narcotráfico, además de las vidas y los bienes de millares de personas inocentes, hace su víctima a la cultura de la participación ciudadana y con ella a nuestra precaria democracia.

La gran interrogante que nos queda es, con resultados electorales como el de Chihuahua, ¿de verdad el PRI se acerca más a Los Pinos para 2012 o el país se precipita más hacia el caos y el autoritarismo?