Opinión
Ver día anteriorJueves 8 de julio de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Balance de la Jornada

El fantasma de la Euro

U

n Mundial que se inició sorprendiendo a todos terminará de la misma manera. La primera Copa en tierras africanas deparó una final inédita y la monarquía de los campeones tendrá que abrir sus elitistas lugares a un nuevo equipo. Lo bueno, para bien de este deporte, es que se coronará una selección que respeta el futbol ofensivo.

Desde el comienzo del torneo Holanda y España se perfilaban como favoritas al título y en la cancha se encargaron de demostrarlo, sobre todo con base en un balompié propositivo, que gusta de ir al frente y de mantener el estilo, más allá que preocuparse por lo que pueda hacer el rival.

En beneficio de un espectáculo que millones verán el domingo, los dos conjuntos luchan por la posesión de la pelota, lo que podrá reflejarse en una final atractiva, más allá de las debidas precauciones que se guardan en un duelo de esta magnitud.

España ganó fiel a su estilo. Alemania se presentaba como un rival de respeto, tal vez hasta temible luego de la forma en que eliminó a Argentina, pero la furia mantuvo su esencia: el control del balón, aunque a veces se excediera en pases laterales y fallara claras oportunidades de gol.

Por momentos pareció el Barcelona con la camiseta española. Y para un equipo que se llama furia roja es de resaltar que la victoria llegó con su caudillo. Carles Puyol representa el futbol de garra, de correr cuando falta el talento en los botines. Su gol fue el justo premio al sudor con que ha mojado tantas canchas.

Cuando España le quitó el balón, Alemania perdió todo. Al comienzo del encuentro pareció que los teutones se estaban reservando, pero lo hicieron tanto, jugaron tan atrás y con excesivo respeto por el rival, que parecieron estar en el límite del miedo, como si el fantasma de la Eurocopa 2008 hubiera flotado en Durban.

La ausencia de Thomas Mueller no explica la dramática transformación de un equipo que fue sólido en la defensa y veloz y certero en el contragolpe. Ayer ni siquiera pudo mandar un centro con sentido, tan sólo simples balonazos al área donde surgió, cada vez más impasable, el emblemático Puyol.

Dos finalistas dignos en un duelo atractivo, mientras por el tercer lugar irán los dos equipos que se preocuparon más por no recibir gol que por anotarlo. A veces la justicia llega al futbol.