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Ver día anteriorMiércoles 7 de julio de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Pitol: una biografía soterrada
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ocos escritores han animado tanto la narrativa como lo ha hecho Sergio Pitol. El humor, la parodia, la farsa se han convertido en el signo de identidad de sus libros, en la corriente subterránea que habita su prosa. Pero Pitol no se ha convertido en un clásico moderno sólo por eso sino por haber transgredido los límites de los géneros literarios con tal eficacia que nos ha permitido oír, sentir y ver mejor las historias que nos propone.

Una autobiografía soterrada es el último libro de Sergio Pitol y el final de su obra como afirmó hace unos días el propio escritor. También es uno de sus textos más sorprendentes pues nos muestra con claridad esa fuga de géneros literarios donde cohabitan la autobiografía y la ficción y donde el ensayo y el cuerpo narrativo se han unificado en su obra. Su autobiografía también es una logradísima radiografía de su quehacer literario. Todo está en todo.

El último capítulo del volumen publicado por Almadía recoge una conversación entre Sergio Pitol y Carlos Monsiváis, quien le pregunta al autor de Domar a la divina garza, por qué acercar a los lectores a las entrañas de su trabajo: Por lealtad a los textos y a los lectores, la carpintería es absolutamente indispensable en mi obra, le responde Pitol. Lealtad que les permitirá a sus lectores disfrutar con más detalle sus cuentos, ensayos y novelas y conocer momentos fundamentales en la vida del escritor.

En la página 24 de su Biografía soterrada, el Pitol memorioso que reconstruye su pasado le confiesa al lector que sigue su relato: para tomar distancia suficiente de las corroerías del joven audaz que fue utilizaré la tercera persona como si yo fuera otro. El resultado es estupendo. La voz narrativa se expande, lo onírico se multiplica para estimular la imaginación del lector.

Ya sabemos que la parodia, la farsa, la burla, el choteo son las formas más virulentas de la crítica. También que toda crítica debe empezar con la autocrítica. Pocos escritores han tenido la capacidad de autoparodiarse, de burlarse de sí mismos con la saña con que Sergio Pitol lo ha hecho. El escarnio que hace de algunas zonas de su pasado, de los versos dadaístas que escribió impresionado por el mar e incluso de ciertas ensoñaciones resultan de una crueldad que sólo puede provocar la carcajada. Sergio se convierte por momentos en alguno de los personajes extravagantes que habitan sus novelas.

Además de ser una deliciosa autobiografía, este libro es un estupendo estudio sobre el cuento, la novela, la farsa, la parodia. También una invitación para acercarnos a la alquimia de la literatura donde todo converge y un razonado inventario de libros y autores como Borges, Reyes, Gombrowicz, Wilkie Collins, Pappini, Chejov, Gogol, Tolstoi, Conrad, Tabucchi, Faulkner, Bolaño, Below.

Los textos vivos guardan en sus entrañas ríos invisibles llenos de energía. La neblina, la ambigüedad los fortalece, la complicidad del lector, los fija en el imaginario. Sergio Pitol nos ha enseñado quizá sin proponérselo que lo fugitivo permanece, que el esperpento, la fiesta, que el espantajo pueden hacernos mirar de mejor manera la vida que le tocó presenciar al escritor, la vida que forma parte de la vida de todos.